Entrevista
Adlene Mohammedi, experto en el mundo árabe: «Israel es para Hamás un enemigo directo; para los hutíes, un enemigo ideológico»
El académico francoargelino señala que Rusia es percibido ahora en el mundo árabe casi como un aliado porque «los países occidentales fueron demasiado lejos en su respaldo a Israel»
Los hutíes han utilizado la guerra de Israel contra Hamás en la Franja de Gaza como un escaparate para darse a conocer al mundo. Y lo han hecho secuestrando embarcaciones en aguas del mar Rojo, atacando a los buques que se dirigen hacia el canal de Suez y poniendo el riesgo el comercio marítimo internacional. Golpes bajos. El académico francoargelino Adlene Mohammedi, director del centro de estudios estratégicos AESMA y experto en Oriente Próximo, recibe a LA RAZÓN a su paso por Casa Árabe en Madrid para desenmarañar la naturaleza de un grupo prácticamente desconocido que ha conseguido imponer su ley en un Yemen castigado por la guerra.
Yemen ha vuelto a ocupar portadas en la prensa internacional después de nueve años de guerra. Pero lo ha hecho por los ataques de uno de los contendientes en esa guerra, los hutíes, sobre las embarcaciones que cruzan el mar Rojo. ¿Le ha sorprendido la reacción de los rebeldes?
Para ser honestos, sí. Como muchos otros observadores, no esperaba este tipo de acciones por parte de los hutíes. Aunque sabemos al mismo tiempo que son capaces de hacerlo. Han atacado a Arabia Saudí durante la guerra y han mostrado su capacidad para crear problemas. Por eso no es una gran sorpresa. Si se pone el foco en todo el conflicto desde 2014, si hablamos de la guerra civil, o desde 2015, si incluimos la intervención internacional por parte de la coalición liderada por Arabia Saudí, entendemos rápidamente que el movimiento hutí es un movimiento fuerte que puede resistir los ataques de la coalición y expandirse territorialmente por Yemen a pesar de todos los medios utilizados por Arabia Saudí. Por lo tanto, es sorprendente, porque atacar embarcaciones en el mar Rojo es un movimiento ambicioso, más aún siendo conscientes de que habrá represalias por parte de estadounidenses y británicos, pero al mismo tiempo sabíamos que los hutíes eran capaces de hacerlo y eran radicalmente antiisraelíes. Lo que ocurre en Gaza desencadena reacciones en el mundo árabe y movimientos como el de los hutíes eran quizá más propensos que otros a la hora de implicarse en este conflicto contra Israel.
Los hutíes dicen que atacan en respuesta a la guerra de Israel en Gaza, en forma de represalia. ¿Hasta qué punto da por válido su argumento? ¿Existen otros motivos explican su implicación en el conflicto?
Cuando conoces la ideología del movimiento hutí desde el principio, desde los años 90, desde quizá su surgimiento como el actor principal que controla Yemen, o al menos de lo que solemos llamar Yemen del Norte, entiendes que Israel está en su bandera. Si te fijas en la bandera de los hutíes lees «muerte a América» y «muerte a Israel». Odian a Israel. Pero no es el único motivo, claro. Hay otros. Los hutíes están intentando enseñar los dientes a los saudíes, advertirles de que están preparados para atacar de nuevo. Luego está el hecho de que los hutíes necesitan combatientes. Necesitan hombres para luchar en caso de que el alto el fuego acabe. La causa palestina puede ayudar a los hutíes a enrolar a más gente en sus filas en Yemen e incluso seducir a los partidos políticos que solían combatirlos. Es interesante lo que está sucediendo en Yemen. Los partidos principales que lucharon contra los hutíes en Yemen, como por ejemplo los Hermanos Musulmanes, Al Islah, ahora están mostrando simpatías con ellos. No están criticando ninguna acción contra Israel. Ni siquiera los saudíes pueden hacerlo. Los saudíes, de hecho, han fallado a la hora de condenar el ataque de Hamás del pasado 7 de octubre. Y los hutíes lo saben. Por último está la idea de comprobar la reacción de los saudíes y los emiratíes, de analizar su postura. Y han pasado la prueba. Ni Arabia Saudí ni Emiratos Árabes Unidos han participado en la coalición naval liderada por Estados Unidos y Reino Unido en el mar Rojo. El único país del Golfo que lo ha hecho ha sido Bahréin. No es un problema para los hutíes.
Muchos observadores ven detrás de los hutíes la mano de Irán. ¿Qué grado de autonomía tienen?
Nadie puede negar que Irán apoya a los hutíes. Pero el movimiento hutí no es una marioneta en las manos de Irán.
No sería comparable, por ejemplo, con el grado de dependencia de Irán que tiene la milicia iraquí Kataib Hizbulá, ¿no?
Exacto. Es diferente por una razón principal. Por dos razones, en realidad, pero creo que una más importante que otra. Normalmente, el vínculo entre ambos es religioso. Los hutíes no son chiíes duodecimanos. No practican la misma religión que los iraníes. Históricamente el zaidismo, sobre todo en Yemen, es una rama chií que se parece mucho al sunismo. Por lo tanto, la influencia religiosa no es exactamente la misma. Sin embargo, incluso Hizbulá, que es un movimiento chií duodecimano en Líbano, no está totalmente bajo control iraní. Siempre hay un cierto nivel de autonomía. Y creo que el nivel de autonomía de los hutíes es aún mayor porque sienten que en realidad ellos representan a la nación de Yemen. Representan un gran legado, el legado del Imamato zaidí. Y se ven a sí mismos como los descendientes del Profeta. No estoy seguro de que Kataib Hizbulá o Hizbulá en Líbano digan eso. Pertenecen a una categoría social muy importante y prestigiosa. Y esto es, para ellos, una buena razón, en realidad, para no obedecer a una potencia extranjera, incluso a un aliado como Irán. Pero es innegable que, por ejemplo, cuando Irán aceptó firmar este acuerdo [para retomar las relaciones diplomáticas] con Arabia Saudí hace un par de meses, y cuando algunos saudíes dijeron: «Vale, nos gustaría que convencierais a los hutíes para que paren la guerra», lo primero que dijeron los hutíes es que aquello no les concernía. No se sentían en absoluto parte del acuerdo. Y remarcaron su autonomía. Pero eso no significa que logística y militarmente no hayan recibido ayuda de Irán. Por supuesto. Aunque no estoy seguro de que esta ayuda fuera decisiva. Por ejemplo, en 2014, no tomaron la capital, Saná, gracias a Irán. Tomaron Saná porque el anterior presidente [yemení], Ali Abdullah Saleh, les ayudó.
Hablando de los «proxies» iraníes en la región, ¿qué conexión podemos establecer entre Hamás y los hutíes más allá de que ambos grupos forman parte del denominado Eje de Resistencia?
No estoy seguro de que podamos llamar a ambos «proxies» de Irán. Históricamente no sería del todo preciso. Hamás es la consecuencia de la radicalización de la Hermandad Musulmana en Palestina. Los Hermanos Musulmanes son enemigos de los hutíes en Yemen. Así que, en términos políticos, no comparten orígenes. Hamás tiene además el apoyo financiero de Qatar y es un movimiento suní. Mientras que los hutíes son un movimiento chií zaidí. Son también diferentes en términos religiosos. Sus respectivas relaciones con Irán tampoco son iguales. No los llamaría «proxies» por una razón, y esta razón responde a la cuestión. Y es que ambos se consideran a sí mismos como la resistencia nacional de sus respectivos países. Es cierto que forman parte de lo que ellos llaman Eje de Resistencia. Vale. Pero cuando se utiliza este término se piensa en una red extendida a lo largo de toda la región, sin tener en cuenta los distintos países y sus realidades. Tienen en común la idea de resistencia antiimperialista y comparten el mismo enemigo: Israel. Pero incluso aquí hay diferencias. Se trata para Hamás de un enemigo directo, mientras que para los hutíes se trata de un enemigo ideológico.
Se viene especulando sobre las capacidades militares y logísticas de los hutíes. Pero pocos son conscientes de que ni siquiera controlan todo el territorio de Yemen. ¿A qué retos se enfrentan a nivel interno?
Así es, los hutíes no controlan todo el territorio de Yemen. Y muchos yemeníes en realidad no quieren estar bajo su control. Eso es un hecho. Incluso muchos de los yemeníes que están bajo su régimen se sienten forzados a aceptar su poder. Así que no podríamos decir que los hutíes representan a todo el país. Dicho esto, los hutíes se han ido expandiendo desde 2015 y tienen ahora mucho más apoyo popular que hace 20 años. Gobiernan ahora, según algunos observadores, sobre dos tercios de la población. Pero afrontan dos retos principales. El primero es el resultado de las negociaciones [de paz] con Arabia Saudí. Si los hutíes consiguen algo, especialmente en el aspecto económico, por ejemplo, si consiguen que los saudíes les paguen los salarios de los funcionarios que exigen, serán más populares, sobre todo en Saná. Y el otro reto es territorial, porque ahora no se puede descartar el escenario de partición. Los separatistas del sur de Yemen controlan Adén, por ejemplo.
Apoyados por Emiratos Árabes Unidos.
Exacto. Aunque los hutíes no quieren, en realidad, entrar en una guerra contra los emiratíes. Eso sería inútil. Tampoco los emiratíes, que no tienen ningún interés en controlar el norte de Yemen, quieren entrar en guerra. En cualquier caso, después de las negociaciones de paz [con Arabia Saudí], uno de los retos más importantes para los hutíes será la conquista de Marib, una región en disputa por sus recursos naturales. Los hutíes se detuvieron allí hace dos años, pero creo que intentarán controlar toda esa zona. Sea como sea, tenemos un país fragmentado. Es cierto que los hutíes representan hoy algo más importante que nunca, eso es innegable. Pero no representan a todos los yemeníes de todas las regiones.
Antes de la guerra en Gaza vimos dos grandes movimientos diplomáticos en la región. Por un lado, las negociaciones de paz entre los hutíes y Arabia Saudí, con el correspondiente acercamiento de Arabia Saudí a Irán. Por otro, las negociaciones para normalizar las relaciones entre, de nuevo, Arabia Saudí e Israel. ¿Buscan los hutíes con sus ataques a los barcos en el mar Rojo disuadir de paso a los saudíes en su normalización con Israel?
Sí, innegablemente. Los hutíes no quieren que los saudíes normalicen relaciones con Israel. Eso está claro. Puede ser una forma de convencerlos para que no lo hagan. Si se reanudan esas negociaciones, los hutíes intentarían desestabilizar a Arabia Saudí. Es simple: los saudíes no quieren tener algo parecido a Hizbulá al otro lado de la frontera, y los hutíes no quieren tener aliados de Israel en la suya. Los movimientos contra los intereses israelíes son vistos positivamente por muchos árabes. Y por muchos yemeníes. Y probablemente por muchos saudíes. Pero Riad quería negociar para conseguir un gran acuerdo armamentístico con Estados Unidos a cambio de la normalización con Israel. La pregunta para los saudíes es si podrían conseguir algo que realmente valiera la pena, algo que pudiera justificar dar ese paso. Esa es la lógica.
Estados Unidos y Reino Unido han lanzado una batería de ataques contra objetivos hutíes en Yemen. ¿Cómo explicaría estos ataques teniendo en cuenta que han sobrevivido a nueve años de guerra y parecen incluso más fuertes que nunca?
Responden a intereses económicos y geopolíticos. El estrecho de Mandeb y el mar Rojo en general es clave precisamente por el canal de Suez, por donde pasa buena parte del comercio marítimo internacional. Estados Unidos quiere detener las acciones de los hutíes. Una demostración de fuerza. Aunque muchos observadores señalan al mismo tiempo que están exagerando su nivel de amenaza para demostrar que, junto a su aliado europeo habitual, Reino Unido, son todavía relevantes en Oriente Próximo. Pero creo que es un impulso. Hace dos años, los estadounidenses querían, desde Trump a Biden, que los saudíes detuvieran la guerra en Yemen. Así que sería absurdo, en realidad, comenzar una nueva ahora.
¿Qué papel está jugando en todo este asunto la Rusia de Vladimir Putin?
Es evidente que Rusia no apoya ninguna acción militar contra los hutíes. Simplemente quiere aparecer como mediador pacífico y, como los chinos, evitar cualquier guerra. En términos generales, Rusia, que es un país moderado en relación con conflicto palestino-israelí, es percibido ahora en el mundo árabe casi como un aliado. Algo que, en realidad, no es. Esto se ha producido simplemente porque los países occidentales fueron demasiado lejos en su respaldo a Israel. Los rusos han ganado demasiadas simpatías prácticamente sin hacer nada. Y eso dice más sobre nuestros países, los países occidentales, que sobre su estrategia.
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