Política

Brasil

Bolsonaro, monstruo o mito

Un brasileño seguidor de Jair Bolsonaro con una camiseta con su rostro
Un brasileño seguidor de Jair Bolsonaro con una camiseta con su rostrolarazon

Lo que nos llega de Bolsonaro es que es «homófobo, racista, misógino, violento, fascista, populista...» De lo anterior quizás lo que más le cuadre es lo último: populista. Habla con el lenguaje de la calle porque es un tipo que viene de la calle: su padre era un «pe rachado», tipo de persona llamada así porque andaba descalza, o sea, era pobre, frente a los «pe lisos» de otro nivel, que iban calzados. Su padre acabó de sacamuelas sin título alguno y Bolsonaro y sus cinco hermanos, de familia de inmigrantes italianos, aceptaron todo tipo de trabajos, entre otros el de cargar palmitos a burro para venderlos en la calle. Sin medios y sin padrino, logró entrar en la Academia Militar hasta llegar a capitán. Habla un lenguaje directo, sin circunloquios intelectuales, que entiende bien cualquiera.

No hay que descartar, por eso mismo, que en torno a él haya mucha literatura engordada con lugares comunes, frases hechas y tópicos habituales. ¿Acaso Brasil es un país de locos o que ha enloquecido? Por qué gana en las urnas alguien tan perverso, este «monstruo» que no tenía espacio en televisión, que ha hecho su campaña sobre Facebook, YouTube, Twitter y WhatsApp, igual que con anterioridad fue siete veces diputado sin estructura de partido, sin respaldo de los medios, con pasquines, panfletos caseros y mítines callejeros.

Es cierto que, a veces, los pueblos se equivocan. Pero también lo es que cierta «inteligencia cultural», políticamente alineada, construye mitos y antimitos, engorda caracteres y expande leyendas, a veces distorsionadas.

Por eso es bueno también no dejarse llevar por las olas que arrastran famas, y contrastar los hechos comprobando si todo lo que se dice es así o requiere de segunda lectura. Vista su victoria arrolladora, no estaría de más acudir a la versión del afectado sobre algunas de las barbaridades que se le imputan.

Y para ello nada mejor que ojear las páginas del libro «Mito ou Verdade», que recopila las acusaciones más gruesas y argumenta sobre ellas.

Por ejemplo:

–Homofobia. Dice el ex militar que nunca tuvo problema alguno con los gays, pero que no está de acuerdo con la política de fomentar en los colegios prácticas sexuales precoces para niños de seis y siete años, repartiendo entre ellos libros en los que se anima a descubrir su tendencia sexual hetero u homo, «gastando millones a costa del contribuyente».

–Misógino y violador. Bolsonaro rechaza la «discriminación positiva» y las cuotas: considera que a hombres y mujeres hay que valorarlos por su quehacer diario, no por cupos. Se hizo viral su reyerta con una diputada que le llamó «violador» en un programa de televisión cuando Bolsonaro defendía la reducción de la edad penal a propósito de un horrendo crimen con violación cometido por una cuadrilla de menores. La diputada interrumpió a Bolsonaro:

–Usted promueve esa violencia.

–Bolsonaro: Vaya, ahora el violador voy a ser yo.

–Diputada: Sí, usted es un violador.

–B: puede estar tranquila: jamás la voy a violar a usted porque no lo merece.

–D: Espero que no, porque le doy una bofetada.

–B: Y yo le daré otra, vagabunda.

–D: Pero qué dice, desequilibrado.

–B: De violadores sabe usted mucho más que yo, señora. En su familia misma encontraron a su ex cuñado con dos menores de doce años dentro de un auto desnudos.

La diputada se abalanza entonces sobre Bolsonaro y él la repele diciéndole: si me da una bofetada, le doy otra!

En declaración posterior, Bolsonaro comenta: «Ningún hombre merece injustamente ser acusado de violador. Si me quedo callado, podría haber sido acusado de consentir con este perverso crimen. Por eso defiendo la reducción de la mayoría penal para violadores y la castración química».

–Nazi-fascista. A propósito del holocausto judío, el ex capitán llama «monstruo abominable» a Hitler. En su discurso tras ganar, dijo respetar la democracia y la Constitución. Sobre la democracia, también ha comentado: «Es un sistema excelente, pero es importante que tengamos demócratas honestos. Nosotros en Brasil tenemos un Congreso solo para decir que tenemos democracia. Me gustaría que el Poder Judicial fuese independiente de verdad. El Congreso no sirve para nada, y a eso el Gobierno llama democracia».

–Contra las urnas. Dice Bolsonaro que lo que él cuestiona son las urnas electrónicas, que impiden los recuentos para evitar fraudes, y defiende el voto impreso, con papeletas, que permite el escrutinio manual cuando hay sospechas.

–Pidió que fusilaran a Cardoso. Argumenta que usó la palabra «fusilamiento» igual que el abuelo del ex presidente Cardoso cuando dijo, refiriéndose a la familia real brasileña, que de haber abandonado el país, sus miembros «deberían haber sido fusilados: me limité a usar la misma expresión».

–Promueve la violencia. Comenta Bolsonaro que lo que él defiende es la aplicación del resultado del referéndum celebrado en Brasil el 22 de octubre de 2005, cuando 59 millones (63,94%) votaron contra la restricción del derecho a la legítima defensa con una licencia de armas para disuadir a los criminales que matan a inocentes. «El Gobierno no respetó el resultado».

–Racista: viola los derechos humanos. Bolsonaro dice no ser racista porque en sus listas van candidatos negros y pardos, aunque es verdad que es contrario a quienes defienden un «exceso de derechos humanos para delincuentes, cuyos crímenes acaban impunes». Bolsonaro pide la reducción de la edad penal porque entiende que la actual legislación invita a los menores a reiterar sus prácticas criminales sabiendo que el castigo es de tres años de «medidas socioeducativas».

–Quiere reimplantar la dictadura. Asegura que lo que él pretende es que la corrupción de la clase política no destruya la democracia, y evitar que los partidos de izquierdas lleven a Brasil a un régimen de dictadura como Cuba o Venezuela.