
Guerra comercial
China y EE UU negocian la paz comercial, pero el daño ya está hecho
Las importaciones chinas en los puertos estadounidenses han comenzado a colapsar

Estados Unidos y China hicieron su primer acercamiento oficial en medio de la guerra comercial que amenaza con encarecer muchos productos de las economías más importantes del mundo. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, encabezó la delegación de Washington para las conversaciones en Ginebra frente al viceprimer ministro chino He Lifeng.
Esta interacción presencial entre ambas partes es la primera desde que el presidente Donald Trump impusiera el mes pasado un arancel del 125 por ciento, sumado a uno previo del 20 por ciento, sobre los productos procedentes de China. En respuesta, Pekín impuso a Washington un arancel del 125 por ciento sobre las importaciones provenientes de EE UU.
Trump indicó recientemente que está dispuesto a reducir la presión arancelaria sobre China, sugiriendo que podría bajar los impuestos a la importación hasta el 80 por ciento.
La aparente disposición de Trump a reducir los aranceles estadounidenses a China fue una buena señal previa al encuentro, pero los analistas creen que esa concesión, o un paso similar respecto al nivel arancelario, haría poco para reactivar rápidamente el comercio entre ambos países, ya que las importaciones chinas en los puertos de la costa oeste han colapsado de forma sostenida.
Como era de esperarse, los chinos no han hecho concesiones inmediatas. El gobierno del líder chino Xi Jinping se ha mostrado paciente y espera cómo puede proteger sus propios intereses.
Por su parte, los aliados de Trump reconocen que la sugerencia del republicano de reducir aranceles es mayormente simbólica, pero argumentan que aún así es un primer paso importante hacia una distensión más amplia en la guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo. «No se trata del efecto práctico. Se trata de demostrar avances», dijo una persona familiarizada con las discusiones, que habló bajo condición de anonimato. «Los mercados pueden reaccionar al aroma de un progreso en el comercio con China».
Pero empresarios, legisladores y economistas ya advierten que incluso si se logra algún avance este fin de semana, no será lo suficientemente rápido como para evitar un daño económico serio.
El comercio bilateral entre EE UU y China totalizó 582.400 millones de dólares en 2024, según la Oficina del Representante de Comercio de EE UU, incluyendo 439.900 millones en importaciones chinas.
Pero el aumento de los aranceles de Trump ha detenido efectivamente los envíos desde China en las últimas semanas, lo que ha llevado a empresas de juguetes, artículos para el hogar, herramientas y ropa a subir precios, profundizando los desafíos para los fabricantes estadounidenses.
Los volúmenes en puertos de la costa oeste ya han disminuido, reduciendo las importaciones al país y limitando lo que las empresas estadounidenses pueden exportar. Las pequeñas empresas temen tener que cerrar, y los grandes minoristas advierten que, si los aranceles se mantienen, los consumidores verán menos productos hacia finales del verano.
La incertidumbre es tal que incluso si los aranceles bajan, el daño ya está hecho. Normalmente, los minoristas utilizan esta época del año para adquirir inventario para las ventas de regreso a clases a finales del verano, pero las decisiones están en pausa mientras evalúan si podrán cumplir con los pedidos en medio de la interrupción comercial. Se espera que los precios comiencen a subir en junio o principios de julio, cuando se agoten los inventarios acumulados antes de la imposición de aranceles.
Debido a este panorama, la discusión de este fin de semana es solo el primer disparo de una negociación que podría tardar meses, o incluso años, en concretarse. China ha insistido en que está dispuesta a esperar a Trump, creyendo que podrá tolerar una recesión económica derivada de los aranceles por más tiempo que EE UU, donde los consumidores ya están frustrados por la alta inflación post-pandemia y el sentimiento del consumidor ha caído rápidamente en los últimos meses.
Al mismo tiempo, Pekín ha insinuado su interés en alcanzar un acuerdo que alivie tensiones, ofreciendo esta semana exenciones arancelarias a ciertas importaciones clave de EE UU, como microchips, productos farmacéuticos y motores de avión, aunque mantuvo su retórica firme.
Del otro lado, la Casa Blanca está ansiosa por mostrar cualquier progreso en las conversaciones, como parte de su esfuerzo más amplio por tranquilizar a los consumidores y calmar los mercados financieros, que se han visto alterados por la política comercial estadounidense y las múltiples rondas de nuevos aranceles.
Estas conversaciones se producen después de que Estados Unidos lograra su primer acuerdo comercial a principios de esta semana. Donald Trump y el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, anunciaron el jueves el acuerdo, que incluye miles de millones de dólares en mayor acceso al mercado para las exportaciones estadounidenses.
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