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La UE advierte a Putin de «graves consecuencias» si invade Ucrania

Los Veintisiete buscan mantener la presión sobre Rusia sin desvelar las sanciones concretas. Sus socios presionan a Alemania para que mantenga paralizada la puesta en marcha del gasoducto Nord Stream II

El canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, a su llegada este jueves en Bruselas a su primer Consejo Europeo
El canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, a su llegada este jueves en Bruselas a su primer Consejo EuropeoKENZO TRIBOUILLARD / POOLEFE

Los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete se reunieron este jueves en la capital comunitaria, con la escalada militar rusa a las puertas de Ucrania como gran tema de la discusión. Un encuentro que, si bien supone una despedida del año 2021, también augura un tiempo nuevo con la participación del recién elegido canciller alemán Olaf Scholz y una agenda cargadísima en la que se abordaron prácticamente todos los retos que afronta el club comunitario: desde la pandemia al alza vertiginosa de los precios del gas o la situación de la frontera polaca con Bielorrusia.

Los países europeos llevan semanas avisando a Vladimir Putin de que cualquier invasión del territorio ucraniano, tal y como sucedió tras la anexión ilegal de la península de Crimea en 2014 tendrá consecuencias económicas nunca vistas, pero descartan un paquete preventivo, ya que quieren dar una oportunidad al diálogo y no caer en provocaciones.

Tal y como repite una y otra vez el máximo representante de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, “hay que espera lo mejor pero preparase para lo peor” en lo que supone una reinterpretación de la máxima clásica de “para tener paz, prepárate para la guerra”. Una cautela que enerva a Ucrania que cree que estas sanciones pueden llegar demasiado tarde, teniendo en cuenta que la OTAN ha descartado una intervención militar para evitar la invasión rusa. “Es importante que las sanciones se adapten antes y no después de que ocurra el conflicto”, aseguró el miércoles el presidente ucraniano Vladomir Zelenski en Bruselas, sin conseguir ningún resultado.

La Unión Europea está coordinando una dura batería de castigos con EEUU, pero aunque se han barajado diferentes opciones como, por ejemplo, desconectar a Rusia del sistema internacional de pagos SWIFT, las cancillerías europeas guardan con celo los detalles de hasta qué punto están dispuestas a llegar.

Este secretismo europeo tiene varias razones: da una imagen de unidad que puede quedar ensombrecida si se empiezan a discutir las aristas en público; evita que Putin haga un cálculo de coste- beneficio sobre el precio de invadir Ucrania; preserva los canales de diálogo para que Moscú no pueda acusar a los europeos de iniciar al conflicto a la vez que no permite que el Kremlin prepare una contraofensiva económica. La UE enseña los dientes, pero es difícil adivinar la herida de la dentellada y si serán necesarios puntos de sutura. Ante lo delicado de la situación, en el debate se exigió tener desconectados los teléfonos móviles.

“Cualquier nueva agresión militar tendrá enormes consecuencias”, asegura el texto de conclusiones a la vez que subraya “la necesidad urgente de que Rusia rebaje las tensiones causadas por la concentración miliar en la frontera con Ucrania y la retórica agresiva”. “Tenemos que subrayar la inviolabilidad de las fronteras y que haremos todo juntos para asegurar que esa inviolabilidad se mantiene”, aseguró a su entrada Scholz.

El canciller se estrena en la arena europea con una patata caliente: la polémica infraestructura del gasoducto Nortd Stream II que conecta al gas ruso con Alemania a través del Báltico ,sin pasar por Ucrania. Un proyecto – defendido contra viento y marea por la canciller alemana Ángela Merkel- que nunca gustó ni a Bruselas ni a Washington, ya que aumenta la dependencia energética europea y empobrece a Ucrania que se queda sin recursos financieros por los derechos de transito. Las obras ya están terminadas, pero son cada vez más las voces que piden que no se conceda la autorización para que el gas comience a bombear, como modo de presionar Moscú.

Los Verdes, quienes se han hecho con la cartera de Exteriores, siempre han sido contrarios a esta infraestructura y, por eso, este gasoducto es uno de los aspectos más divisivos de la nueva coalición de gobierno que acaba de comenzar su andadura. Mientras la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock ha asegurado que no autorizará el funcionamiento de Nord Stream II en caso de “nuevas escaladas” en Ucrania, Scholz se ha mostrado mucho más comedido y en su visita a Bruselas la semana pasada ya evitó referirse con claridad al tema.

“Probablemente nos enfrentamos a la situación más peligrosa de los últimos 30 años”, ha explicado el presidente lituano Gitana Nauséda para quien hay que hacer “todo lo posible para evitar el peor escenario, que desgraciadamente no podemos excluir y es una posible intervención militar en el territorio de Ucrania”. Mientras los informes de los servicios de inteligencia estadounidenses parecen seguros de que Putin está barajando seriamente la invasión que podría producirse a principios de 2022, la diplomacia europea es más cauta y no sabe si estos movimientos son una táctica para que la OTAN se comprometa a no abrir sus puestas a Ucrania.

Moscú siempre ha visto como una traición que tanto la Alianza militar como la UE hayan acogido a países de la antigua órbita soviética. Si bien la OTAN no quiere comprometerse a lo que le pide Moscú, en la práctica las posibilidades de adhesión parecen en punto muerto.