"Partygate"

Johnson gana tiempo gracias a la división entre los «tories»

Los diputados rebeldes no se ponen de acuerdo en un aspirante para suceder al «premier» británico

Boris Johnson con el presidente de Ucrania Volodymyr Zelensky
Boris Johnson con el presidente de Ucrania Volodymyr ZelenskyDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Boris Johnson sigue siendo, a día de hoy, el inquilino de Downing Street. Sin embargo, su carrera política se ha convertido en un videojuego: va pasando pantallas, pero no tiene garantizado su supervivencia política.

El hecho de que el “premier” haya sorteado el primer envite que planteaba la investigación interna sobre el “Partygate” no significa que el escándalo haya terminado. Nada más lejos de la realidad.

Sue Gray, vicesecretaria del Gabinete y responsable de la pesquisa, estaba muy limitada en lo que podía exponer el pasado lunes en su primera actualización del informe porque Scotland Yard está investigando hasta 12 reuniones sociales organizadas en pleno confinamiento. En cualquier caso, denunció “falta de juicio y liderazgo”.

Y ahora sale además a la luz que, al menos tres de estas celebraciones, involucran directamente a Johnson. La primera sería la famosa fiesta en el jardín de Downing Street el 20 de mayo de 2020, una cita que el líder “tory” sigue justificando como “reunión de trabajo”. La segunda, la fiesta de cumpleaños sorpresa el 19 de junio de 2020, cuando se le presentó un pastel adornado con la Union Jack.

Y la tercera, una reunión que tuvo lugar en su propio apartamento en el piso superior de Downing Street el día que Dominic Cummings, el que fuera su asesor principal, fue despedido en noviembre de 2020. Según “The Times”, esta reunión social habría sido una “fiesta de la victoria” organizada por amigos de Carrie, primer dama y enemiga acérrima de Cummings. Johnson negó en su momento en la Cámara de los Comunes que se hubiera producido y mentir en Westminster es una razón de peso para forzar la salida de un primer ministro.

La críticas hacia la primera dama son cada vez mayores porque no son pocos los que consideran que está implicada en todas las polémicas que sacuden al líder “tory” -desde el “Partygate” hasta la costosa reforma de su piso pagada inicialmente con donaciones al partido- y tiene al primer ministro “demasiado influenciado”.

De momento, no se han reunido las 54 peticiones necesarias para organizar moción de confianza a su liderazgo. Pero eso no quiere decir que no exista un descontento mayúsculo en las filas conservadoras. La furia hacia Johnson es real y potente.

La única razón por la que aún no se ha movido fecha es porque los rebeldes no logran organizarse. En 2018, cuando la ex “premier” Theresa May sufrió un desafío a su liderazgo por el descontento ante su estrategia en las negociaciones del Brexit, había una clara oposición interna dominada por los euroescépticos más radicales. Y en ese momento, también había un claro candidato para sucederla.

Sin embargo, ahora, la formación está divida en diferentes facciones y no hay consenso a la hora de buscar reemplazo. Al menos siete contendientes están considerando seriamente su candidatura: el Chancellor Rishi Sunak; la responsable de Exteriores, Liz Truss; el ministro Educación, Educación Nadhim Zahawi; el ministro de Sanidad, Sajid Javid; el ex titular de Sanidad, Jeremy Hunt; el presidente del comité selecto de Asuntos Exteriores, Tom Tugendhat; y la ministra de Comercio, Penny Mordaunt. En caso de que finalmente haya primarias, se avecina una guerra interna complicada.

De momento, no está claro cómo las diferentes facciones de rebeldes podrían unirse en una fuerza creíble contra Johnson. Hoy por hoy, eso es lo que mantiene en el poder. Pero si Scotland Yard acaba imponiendo al primer ministro una sanción por infringir sus propias leyes de pandemia o si surge evidencia indiscutible de que engañó al Parlamento, eso podría cambiar los acontecimientos de manera dramática.

En definitiva, cuando los “tories” apenas comenzaban a recuperarse de las duras luchas internas tras los años del Brexit, vuelven a estar ahora más divididos que nunca. Y las tensiones entre rebeldes y leales a Johnson pone en duda el futuro a largo plazo del primer ministro, lo que hace que gobernar sea extremadamente complicado, tal y como descubrió su predecesora, Theresa May, convertida ahora en una de sus críticas más feroces.

Lo que está claro es que, si no le echan, Johnson no está por la labor de dimitir de motu proprio. Se está aferrando al poder con los dientes y ha prometido a los suyos un cambio integral en su modus operandi, haciendo además limpieza en su equipo. De momento, no hay grandes dimisiones. Pero sí se habla ya de nuevos fichajes, entre ellos, Sir Lynton Crosby, el gurú australiano que estuvo detrás de sus victorias electorales en su época como alcalde de Londres y responsable también de la campaña que dio a David Cameron mayoría absoluta en 2015.

Por su parte, el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, acusó al responsable del Gobierno de estar centrado en salvar su cargo en vez de atender la crisis del coste de vida. “Tanta gente está preocupada por problemas como sus facturas energéticas, que están por las nubes, y el primer ministro está perdiendo todo este tiempo intentando salvarse”, señaló.