Reino Unido

Boris Johnson, un cadáver político en Downing Street

Tras la moción interna, aumentan las voces dentro del partido que sostienen que el «premier» no llegará al congreso de otoño

Boris Johnson
Boris JohnsonPlatónIlustración

Boris Johnson siempre se ha declarado optimista por naturaleza. Eso sumado a su verborrea y don de gentes le convertían en un político que parecía no tener límites. Sin embargo, por mucho que se empeñe ahora en vender, tanto en público como en privado, que una vez superada la moción de confianza“hay que pasar página” para “centrarse en los asuntos que realmente importan a los ciudadanos”, todo el mundo sabe que sus días en Downing Street podrían estar contados.

El hombre que hace apenas dos años y medio llevaba al Partido Conservador a su mayor victoria en 40 años se ha convertido ahora en un cadáver político. Incluso la prensa más afín veía ayer arduamente complicado que Johnson vaya a ser el candidato tory para las próximas generales previstas en 2024.

El aún inquilino del Número 10 sobrevivió el lunes por la noche al desafío a su liderazgo. En cualquier caso, el hecho de que el 41% de sus filas votara en su contra ha dejado su puesto en una situación más que delicada.

Presidentes de Reino Unido
Presidentes de Reino UnidoTeresa Gallardo

La rebelión pilló por sorpresa tanto a Johnson como a su equipo. Y por mucho que ahora el Gabinete diga lo contrario hay pruebas que lo demuestran, como el hecho de que Chris Heaton-Harris, encargado de guardar disciplina en la formación, se encontrara la semana pasada de vacaciones aprovechando que no había actividad en Westminster por los festejos del Jubileo de Platino por los 70 años de reinado de Isabel II. Por su parte, el ministro de transporte, Grant Shapps, pasó todo el fin de semana asegurando que no había moción de confianza. Y no fue hasta el propio lunes cuando se empezaron a mandar mensajes a los grupos de WhatsApp de los tories dentro de la “Operación salvar al gran perro”.

Los rebeldes estaban completamente desorganizados. Ni siquiera cuentan con un claro sustituto. Y aun así lograron que 148 parlamentarios votara en contra de Johnson, un número mucho más elevado de lo que esperaba Downing Street.

En teoría, el premier estaría ahora inmune a retos internos por el plazo de un año. Con todo, es tal el descontento entre las filas, que los rebeldes presionan para cambiar las reglas de la formación y poder forzar otra votación en un plazo de seis meses. Es la misma presión que se ejerció en su día contra Theresa May. La que fuera primera ministra también tuvo que enfrentarse a una moción de confianza. Consiguió el respaldo del 63% de los diputados (un porcentaje mayor del 59% logrado por ahora por Johnson) pero a los seis meses se vio obligada a presentar su renuncia.

A lo largo de la historia, el único mandatario que consiguió quedarse en Downing Street por más de un año tras superar una moción de confianza ha sido John Mayor, pero luego llevó a los conservadores a una catastrófica derrota en 1997.

Johnson no tendrá que esperar tanto tiempo para un examen con las urnas. El próximo 23 de junio se celebran elecciones en dos importantes distritos para los tories: Wakefield – que robaron a los laboristas en 2019 por primera vez desde 1931- y Tiverton y Honiton -donde tienen escaño desde su creación en 1997-. Las encuestas vaticinan que no retendrán ninguno de los dos asientos y perder el apoyo de dos sectores tan estratégicos no augura nada bueno.

En cualquier caso, la puntilla definitiva podría ser el próximo otoño, cuando se espera que concluya la investigación sobre desacato para determinar si Johnson mintió o no a la Cámara de los Comunes que no se habían roto las reglas en Downing Street en pleno confinamiento.

Aunque más allá del Partygate, hay pocas señales, si es que hay alguna, de que los vientos políticos soplarán a favor de Johnson a medio plazo. El coste de vida va a empeorar aún más antes de mejorar, mientras que la inflación y el aumento de las tasas de interés van a causar dificultades económicas reales para muchos ciudadanos. Más de 50.000 trabajadores ferroviarios del Reino Unido están ya convocados a una huelga de tres jornadas este mes para reclamar mejoras salariales y evitar despidos, un paro que los sindicatos anticipan como la mayor protesta del sector desde 1989.

Y el gran problema para Johnson es que cualquier maniobra política para hacer frente a la situación le va a generar críticas dentro de sus filas. Mientras que unos quieren que el Ejecutivo ofrezca más ayudas, otros argumentan que endeudar aún más las arcas tiene poco de sello conservador y prolongará la crisis en lugar de aliviarla.

Es poco probable además que aquellos que el lunes votaron en su contra regresen al redil, mientras que la lealtad de los que mostraron su apoyo no puede darse por sentada. Los rebeldes representan ahora todos los sectores de la formación, desde euroescépticos hasta pro UE, desde jóvenes hasta los más veteranos. El excéntrico político nunca ha inspirado una lealtad ideológica como Thatcher y, por lo tanto, ahora es mucho más vulnerable.

En su intervención ante el Gabinete, retransmitida parcialmente por televisión, el premier pidió ayer a sus ministros concentrarse en cumplir con las promesas electorales que le dieron la mayoría absoluta en los comicios de 2019. “Este es un Gobierno que cumple con lo que más le importa a la gente de este país”- afirmó- Me comprometo a continuar cumpliendo con estas prioridades. Estamos del lado de los británicos trabajadores y vamos a seguir adelante con la tarea”. Las palabras hacían eco en la sala. El antiguo dirigente tory William Hague, es tan solo una de las tantas voces, que aseguraron ayer que debía admitir su fin y “salir con dignidad”.