Inestabilidad

“Super Mario” y la mano de Putin en el origen de la crisis italiana

La escisión del Movimiento Cinco Estrellas por el envío de armas a Ucrania agudizó la desconfianza entre los distintos partidos que configuran el Gobierno de Unidad hasta provocar su implosión

El primer ministro de Italia, Mario Draghi, durante una sesión en el Senado 14/07/2022
El primer ministro de Italia, Mario Draghi, durante una sesión en el Senado 14/07/2022RICCARDO ANTIMIANI / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTORICCARDO ANTIMIANI / ZUMA PRESS

Sólo unas horas después de que el primer ministro italiano anunciara su dimisión -rechazada más tarde por el jefe del Estado y congelada hasta el próximo miércoles-, el ex presidente ruso Dmitri Medvédev, mano derecha de Vladimir Putin, publicó en las redes sociales una foto de Mario Draghi y del también dimisionario “premier” británico Boris Johnson acompañada de un sibilino comentario: “¿Quién será el próximo?”. El primer ministro británico dimitió obligado por su gobierno y su partido tras una cascada de renuncias por varios escándalos, mientras que en Italia, Mario Draghi se despidió de sus ministros tras la negativa del Movimiento Cinco Estrellas a votar una moción de confianza al Ejecutivo del que forma parte. La caída de los Gobiernos de dos potencias europeas en apenas unos días favorece al Kremlin, según los analistas, ya que Johnson y Draghi han sido dos de los líderes europeos más duros contra la invasión rusa de Ucrania y a favor de la imposición de sanciones a Moscú. Y, al menos en el caso del italiano, la posición de su Gobierno estaba lejos de ser obvia.

Rusia en el origen de la crisis

La guerra en Ucrania retrató las filias y fobias de los partidos populistas italianos, tradicionalmente alineados con Moscú. “Italia está en primera fila entre quienes adoptan y promueven sanciones anti-rusas. Para nosotros ha sido una sorpresa. Estábamos acostumbrados a la idea de que Italia, gracias a su historia, sabía distinguir entre el blanco y el negro”, reconoció sin eufemismos el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en una polémica entrevista emitida en una de las televisiones de Silvio Berlusconi. Precisamente el ex “Il Cavaliere” tardó 38 días en condenar el ataque del “amigo” Putin. “Una agresión militar inaceptable”, dijo, evitando nombrar al presidente ruso. Los medios italianos recordaron entonces como en 2014, Berlusconi viajó a Rusia para respaldar la invasión rusa de Crimea.

A la Liga de Matteo Salvini le costó aún más tomar partido y hace sólo unas semanas protagonizó un escándalo diplomático al organizar un viaje a Moscú para erigirse como mediador en el conflicto. Una propuesta que en Italia no fue analizada como una simple ocurrencia, sino una demostración más de los estrechos lazos que unen al Kremlin con el partido ultraderechista, al que la Fiscalía de Milán investigó en 2019 por presunta financiación irregular por parte de oligarcas rusos cercanos a Vladimir Putin.

En el caso del M5E --que gobernó con la Liga entre 2018 y 2019-- su rechazo a mandar más armas a Kiev para defenderse de la agresión rusa (a la que se unieron sin éxito los leguistas) precipitó la escisión del partido y el inicio de la actual crisis en la coalición de Gobierno, que podría culminar con la convocatoria de elecciones anticipadas la próxima semana. “En Moscú están brindando porque han servido la cabeza de Draghi en bandeja de plata a Putin. Europa ahora es más débil”, denunció el ministro de Exteriores, Luigi Di Maio, que apuntó a una crisis “planificada desde hace tiempo por Conte”. El sábado, el líder del Movimiento Cinco Estrellas volvió a lanzar un ultimátum a Draghi y le amenazó con abandonar el Ejecutivo si el primer ministro no se comprometía formalmente a aceptar las reformas propuestas por su partido.

El ex primer ministro Giuseppe Conte, que precedió a Draghi en el cargo --primero con la Liga y más tarde presidiendo un Gobierno de coalición con los socialdemócratas del PD--, ha defendido un discurso pacifista para justificar la posición del M5E, pero el silencio en estos meses del fundador del partido, el cómico Beppe Grillo, que en el pasado definió la revolución del Maidán como “un golpe de estado”, es atronador.

Prestigio internacional

La mayoría de los analistas coinciden en destacar que la metamorfosis en política exterior protagonizada por Italia en los últimos 17 meses no habría sido posible sin el ex presidente del BCE en Palazzo Chigi. “Hay un cambio definitivo en la forma en que la política exterior italiana mira ahora a Rusia y el mérito es de Draghi”, reconocía en una entrevista al “Financial Times” el ex embajador italiano ante la OTAN, Stefano Stefanini.

La renuncia del primer ministro, superado por el penúltimo ultimátum del principal socio de la coalición gubernamental, abre un período de incertidumbre que inquieta a Bruselas y a Washington, donde consideran a Draghi “una garantía” para la estabilidad de Italia. En los próximos meses, además, Roma deberá aprobar una complicada ley de presupuestos y concluir las reformas prometidas a la UE para poder acceder a los Fondos Europeos post-Covid, de los que el país es el mayor beneficiario.

Es por eso que los principales partidos italianos, empresarios, alcaldes e incluso el Vaticano se están movilizando para que el ex presidente del BCE permanezca hasta las elecciones previstas en 2023. “Ahora más que nunca necesitamos estabilidad”, lanzaron los alcaldes de las principales ciudades italianas, entre ellas Roma, Milán, Turín o Venecia, en una carta abierta publicada ayer. “Ha empezado el llamamiento al salvador de la patria”, confesó Draghi a su entorno, según medios italianos.

La operación ‘salvar a Súper Mario’ no concluirá hasta que el aún primer ministro italiano se presente ante el Parlamento el próximo miércoles para comunicar su decisión, justo después de viajar a Argelia, que ha suplantado a Rusia como principal proveedor de gas a Italia. Pero la sensación en Roma es que el economista no tiene intención de dar marcha atrás y enfrentarse a un nuevo ultimátum por razones electoralistas a la vuelta de las vacaciones. Estrategias de partido a las que el ex presidente del BCE, que se puso al frente de un Gobierno de unidad nacional para sacar al país de otra crisis política, no está acostumbrado.