Testimonios

Una superviviente de la matanza de Praga: "Pensamos que era alguien haciendo el tonto en los pasillos hasta que un disparo atravesó la puerta"

Trece de los 14 fallecidos ya han sido identificados. Un matrimonio de Emiratos Árabes y un neerlandés se encuentran entre las 25 personas que resultaron heridas

Un grupo de estudiantes tuvo que salir a la cornisa de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Carolina de Praga para ponerse a salvo del tirador
Un grupo de estudiantes tuvo que salir a la cornisa de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Carolina de Praga para ponerse a salvo del tiradorTwitter

La República Checa vivió ayer una jornada de luto nacional con banderas a media asta, actuaciones de corales canceladas, repique de campanas, minutos de silencio y altares con flores y velas por las 14 personas asesinadas a tiros el jueves en la Universidad Carolina de Praga por David Kozak, un estudiante 24 años tan tímido como brillante que al parecer padecía problemas mentales.

Kozak mató a su padre horas antes de cumplir el «sueño de matar masivamente» que confesó en las redes sociales. Asimismo, la Policía checa le considera ahora sospechoso de un doble asesinato que tuvo lugar hace una semana en un bosque cerca de la capital, un caso aún por resolver. Y es que las autoridades hallaron en su vivienda un arsenal de armas cortas y largas que le relacionan con las muertes de un hombre de 32 años y de su bebe de dos meses en el bosque en Klanovice, según confirmó ayer el jefe de la Policía Criminal de Praga, Aleš Strach, informó Radio Praga. «Estábamos a pocos días de evitar este trágico suceso que ocurrió», reconoció Strach. Más de 250 agentes fueron enviados a buscar en la zona y se utilizó un helicóptero con imágenes térmicas para rastrear la zona boscosa, pero no se encontraron pistas.

Por otro lado, la Policía aseguró que el autor del tiroteo tenía munición para haber causado una matanza aún mayor y que solo se evitó por la intervención policial contra el agresor, que acabó suicidándose. «Por la cantidad de munición encontrada, podría haber sido una tragedia mayúscula si no hubiéramos puesto presión en el agresor», indicó ayer en rueda de prensa Petr Matejicek, jefe de la Policía de Praga. Las autoridades no han querido de momento precisar el tipo de arma ni de munición que fueron utilizadas por Kozak en la masacre, la más grave perpetrada en décadas en la República Checa, pero el joven tenía licencia para ocho armas, dos de las cuales eran largas, y una con mirilla telescópica, que se cree que fue la que utilizó en el ataque.

Trece de los 14 fallecidos ya fueron identificados, y otras 25 personas resultaron heridas, entre ellas tres estudiantes extranjeros -un matrimonio de Emiratos Árabes y un neerlandés-. La primera víctima mortal identificada del tiroteo fue Lenka Hlávková, directora del Instituto de Ciencias de la Música del departamento de Filosofía y Letras de la universidad. Era madre de dos hijos. Sus colegas compartieron una foto de ella y se declararon «totalmente desolados» por un asesinato «sin sentido».

Entre las víctimas del ataque también hay estudiantes y personal del centro educativo que montaron barricadas en las puerta de sus clases para intentar evitar que el agresor entrara. «Yo estaba en el edificio durante el ataque. Lo que vi en los pasillos, las reservas de munición, era increíble. Si el atacante no se hubiera visto acorralado, habría sido mucho peor», afirmó Petr Matejcek, director de la jefatura regional de policía después de la proyección de una grabación hecha con las cámaras en los uniformes de los agentes que accedieron a la facultad.

En los diarios checos ya hay relatos de los testigos y supervivientes, como el de una estudiante que formó parte del grupo que trató de refugiarse en la cornisa del edificio de la facultad. Según contó a una emisora checa y que recoge ‘Novinky’, la joven se encontraba en clase cuando oyeron unos disparos. «Pensamos que era alguien haciendo el tonto en los pasillos, y entonces un disparo atravesó la puerta. Nos escondimos bajo las mesas como pudimos», explicó. Según su experiencia, Kozak volvió enseguida y empezó a echar abajo la puerta. Los estudiantes huyeron por la ventana. «Estábamos en el cuarto piso, así que corrimos por el tejado y nos arrastramos por la cornisa, doblando una esquina. Había una terraza debajo de nosotros», agregó.

Allí estuvieron los estudiantes un buen rato protegidos hasta que alguien aseguró que el asaltante había salido también por la ventana. Entonces saltaron a la terraza que había en el tercero, rompieron la ventana, entraron al edificio y salieron corriendo escaleras abajo. A la mayoría, esa huida les supuso magulladuras y alguna fractura. «Pero alguien se cayó desde la cornisa a la calle», detalló la universitaria.

Las autoridades checas anunciaron más medidas de seguridad estos días, especialmente en lo que llama «objetivos blandos», que se refiere a lugares con gran afluencia de personas y centros educativos. Según los medios locales, ya se puede ver a más agentes en las calles portando armas largas. La Policía registró el mismo jueves por la noche una llamada de una persona que afirmó que iba a seguir el ejemplo del atacante, pero ya ha sido identificada y detenida.

La Universidad Carolina, que se siente vulnerable tras la masacre perpetrada por Kozak, solicitó un refuerzo de la seguridad. El ministro de Interior anunció que se tomarán medidas preventivas al menos hasta el 1 de enero.

Leyes de armas más estrictas

El Parlamento checo está tramitando una reforma legal para facultar a la Policía a confiscar las armas a personas sospechosas de posturas radicales y que obliga a los vendedores a suministrar información sobre compras atípicas, por su volumen o por sospechas sobre los clientes. El país centroeuropeo tiene leyes de armas relativamente liberales en comparación con el resto de la UE, si bien es cierto que los ataques con armas de fuego hasta ahora eran inusuales.

Para obtener un arma legalmente, se necesita una licencia oficial de armas de fuego, lo que requiere un examen médico, un examen de competencia con armas y no tener antecedentes penales. El número de armas de fuego registradas en el país subió un 85% en los últimos años, y actualmente hay casi un millón, una por cada 10 habitantes.