
Análisis
Francia-Argelia, la penúltima cuita postcolonial
El respaldo galo a la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental sitúa al borde de la ruptura a las que fueran antigua metrópoli y colonia

El culebrón franco-argelino sigue escribiendo capítulos sin que se atisbe el final del serial. El detonante de la penúltima cuita entre la antigua metrópoli y colonia no fue otro que el apoyo sin ambages del presidente francés Emmanuel Macron a la posición de Marruecos en el conflicto del Sáhara Occidental, que ponía fin a decenios de equilibrios diplomáticos del Elíseo en torno al conflicto. “Nunca antes se había alcanzado un nivel de crisis tan elevado como ahora y ello a pesar de que la ambición de Macron desde 2017 era la de la reconciliación”, advertía recientemente en televisión Benjamin Stora, historiador francés nacido en Argelia y uno de los mayores expertos en las relaciones entre ambos países.
En un guion semejante al del último desencuentro -y posterior reconciliación- hispano-marroquí, el 30 de julio pasado el jefe del Estado francés remitía una carta al rey Mohamed VI en la que afirmaba que “el futuro del Sáhara Occidental se inscribe en el marco de la soberanía marroquí”. La misiva zanjaba largos meses de tensiones entre Rabat y París, que tuvieron su cénit cuando una investigación periodística vinculó a la Inteligencia marroquí con un supuesto espionaje a Francia con el programa Pegasus en el verano de 2021 y con la posterior decisión del Elíseo de rebajar el número de visados concedidos a ciudadanos del país magrebí.
El respaldo francés no ya a la propuesta de autonomía avanzada defendida por Rabat para la resolución del conflicto, sino a la soberanía de Marruecos sobre el territorio saharaui -yendo más allá que el presidente español Pedro Sánchez- no iba a pasar desapercibido para Argelia, principal patrocinador del Frente Polisario en su aspiración de lograr un Estado independiente.
Menos de dos meses después de la misiva al soberano alauí, en su primera visita oficial a Rabat en seis años, Macron repetiría que “el futuro del Sáhara se inscribe en la soberanía marroquí”. La gira marroquí de Macron, que estuvo acompañado por varios de sus ministros y una importante delegación formada por empresarios y personalidades del mundo de la cultura, se saldó con la firma de millonarios acuerdos bilaterales en un momento en que el país norteafricano se halla embarcado en un auténtico zafarrancho de obras con la vista puesta en el Mundial de la FIFA 2030.
Argel recibió el respaldo francés a su archienemigo como una traición justo en el momento en que, después de años de tensiones, desde el país norteafricano se apreciaba la voluntad de Macron de abrir una “nueva etapa” en las relaciones bilaterales. Así fue percibida por ambas administraciones la visita del presidente francés a Argelia en el verano de 2022, en la que el mandatario afirmó que “los dos países”.
Con todo, las autoridades argelinas han evitado en todo momento reaccionar con iniciativas que pudieran acabar siendo lesivas para sus intereses. Las empresas francesas siguen teniendo importantes inversiones e intereses comerciales en Argelia, y Francia continúa siendo el tercer comprador de gas natural del país norteafricano. En el juego táctico de las autoridades francesas ha pesado globalmente más para Macron lograr el respaldo pleno de Rabat tras su giro en el Sáhara.
Hace apenas una semana el respaldo francés a Marruecos en el conflicto por la soberanía de la que fuera provincia española hasta 1976 volvería a quedar de manifiesto con motivo de la visita de la ministra de Cultura, Rachida Dati, a tierras marroquíes. Una gira marcada por el simbolismo, pues era de la primera vez que un ministro del Gobierno francés visitaba el Sáhara Occidental.
Días después de la presencia de Dati en El Aaiún, el presidente del Senado francés Gérard Larcher hacía lo propio para anunciar la apertura de un consulado en la ciudad fundada por los españoles a finales de los años treinta. Entretanto, Francia ha venido exigiendo en vano la puesta en libertad del escritor franco-argelino Boualem Sansal desde el pasado mes de noviembre, cuando el país norteafricano lo encarcelaba por un supuesto “ataque a la integridad territorial”. Este jueves la Fiscalía argelina pedía diez años de cárcel para el autor.
La disputa sigue elevándose de temperatura. Después de que el Gobierno francés anunciara a finales de febrero una serie de medidas destinadas a impedir la entrada en suelo galo de “varios dignatarios argelinos”, el Ejecutivo argelino respondía para expresar su “asombro” y “sorpresa”. Además, Argel avisó de la posibilidad de responder a la “provocación” con medidas “recíprocas, estrictas e inmediatas”.
Y la respuesta llegó. El lunes pasado, las autoridades argelinas rechazaron aceptar la entrada en su territorio de seis decenas de nacionales que Francia quiere expulsar de manera “prioritaria”. La negativa de Argel mereció horas después el rechazo del ministro francés del Interior, Bruno Retailleau, quien amenaza con dimitir si no logra su objetivo y anuncia “una respuesta gradual” contra el país norteafricano. La disputa, la penúltima en una tortuosa historia bilateral marcada por el amor y (sobre todo) el odio, promete con seguir escalando.
✕
Accede a tu cuenta para comentar