
Caso Pelicot
Gisèle Pelicot volverá al juzgado para responder al recurso de uno de los condenados: "Una violación es una violación"
Está dispuesta a revivir el calvario judicial con el propósito de que nadie minimice lo que significa una agresión sexual

Gisèle Pelicot, de 72 años, afronta desde este 6 de octubre un juicio de apelación en Nimes, solicitado por uno de los 51 acusados del llamado casoMazan. La mujer, que durante una década fue drogada y violada por su exmarido y decenas de hombres, asegura que está dispuesta a “llevar el proceso hasta el final” para repetir un mensaje que considera esencial: que ninguna violación puede minimizarse.
En el primer juicio, celebrado en Aviñón en 2023, Pelicot tuvo que enfrentarse a medio centenar de acusados durante cuatro meses de audiencias. En esta ocasión, se sentará solo frente a Husamettin D., trabajador de la construcción de 44 años condenado en primera instancia a nueve años de prisión. El hombre comparece en libertad y busca que se revoque tanto su responsabilidad penal como la sentencia.
La víctima estará acompañada por su hijo Florian, que ha querido brindarle apoyo en unas vistas que se prevén más cortas, de tres a cuatro días. Su abogado, Antoine Camus, explicó que Pelicot “podría haber prescindido de este calvario otra vez”, pero que ha decidido acudir para recordar a la sala que “no existen violaciones pequeñas”.
Un acusado que mantiene su apelación
Mientras otros 16 procesados habían recurrido inicialmente, la mayoría desistió por miedo a una sentencia más dura o a la presión pública. Sin embargo, Husamettin D. mantiene su apelación con el respaldo de sus abogados, aunque se ha declarado manipulado por Dominique Pelicot, exmarido de la víctima y figura central del caso. Este último, condenado a 20 años de prisión y sin posibilidad de recurrir, será citado únicamente como testigo, trasladado desde la cárcel en la segunda jornada del juicio.
Durante la fase inicial, el acusado alegó haber creído que participaba en un encuentro con una pareja libertina cuya esposa “fingía dormir”. Sostuvo que solo se dio cuenta de la situación tras escucharla roncar, pero nunca alertó a las autoridades. La fiscalía y la defensa de Gisèle rechazan esta versión y destacan que la víctima estaba bajo los efectos de ansiolíticos que anulaban cualquier capacidad de consentimiento.
El proceso genera gran expectación internacional: más de un centenar de periodistas están acreditados para seguir las audiencias. El caso, bautizado mediáticamente como las violaciones de Mazan, ha provocado intensos debates dentro y fuera de Francia sobre violencia sexual, sumisión química, consentimiento y el propio marco legal de definición de violación.
Un año después, Gisèle Pelicot se ha convertido, a su pesar, en símbolo feminista y de resiliencia. Reconocible con su cabello rojo y sus gafas de sol, su imagen ha aparecido en portadas y murales en ciudades como Lille, Madrid o Bruselas. Organizaciones feministas insisten en que el impacto social del caso debe traducirse en medidas concretas contra la violencia sexual, más allá del desenlace judicial de este nuevo proceso.
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