La otra guerra fría

La gobernanza del espacio: el otro gran desafío para un nuevo orden mundial

Varios países compiten por ser los primeros en el desarrollo de una industria que promete grandes beneficios a muy largo plazo

El proyecto espacial japonés Hakuto-R tiene previstos dos vuelos a la Luna en 2021 y 2023.
Hay cuatro naciones que ya han conseguido aterrizar al menos una vez en la superficie lunar: Estados Unidos, Rusia (la antigua Unión Soviética), China e IndialarazonISPACE

La carrera geopolítica por conquistar el espacio, al estilo de la Guerra Fría, parece estar en ciernes, a medida que cada vez más países compiten por acceder a la Luna y sus recursos naturales, un terreno que se antoja cada vez más estratégico. Gracias a los avances tecnológicos y al creciente número de misiones, se espera que este nuevo desafío que enfrenta a Estados Unidos y sus socios con China y Rusia, conlleve significativas repercusiones. En esta lucha por la supremacía espacial, se prevé que la explotación eficaz de los recursos lunares reportará a las potencias victoriosas importantes ventajas económicas y estratégicas.

En 2023, el mundo ha asistido a una nueva carrera espacial, muy disputada, en la que han participado varias naciones líderes mundiales. Es la segunda vez en la historia que distintos países compiten por llegar a la Luna, tras la histórica rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética que comenzó a finales de la década de 1950. No obstante, la comparación con los años sesenta tiene sus límites, porque esta vez el objetivo no es sólo tocar la superficie lunar y regresar a la Tierra, sino promover un desarrollo científico a largo plazo.

"Fly Me to the Moon", entonó Frank Sinatra en 1964 en su mundialmente famosa interpretación de la canción de Bart Howard. Cuatro años más tarde, en la madrugada del 21 de diciembre de 1968, tres astronautas se subieron a una diminuta cápsula en el cohete más potente jamás construido. Se disponían a realizar la misión más arriesgada y peligrosa de la historia de la exploración: un viaje de la Tierra a la Luna. Si triunfaba, cumplirían una ambición que había cautivado la imaginación de la gente desde el principio de los tiempos. Si fracasaban, Estados Unidos se vería obligado a ceder el dominio tecnológico a la Unión Soviética en plena Guerra Fría. Los tres hombres formaban la tripulación del Apolo 8, la primera misión tripulada a la Luna.

Fue la venganza de Estados Unidos contra los soviéticos, que habían enviado al espacio una máquina, el Sputnik, y a un hombre, Gagarin, mucho antes que Norteamérica. Tras cuatro años de conquista lunar, el programa Apolo fue abandonado por resultar demasiado costoso y arriesgado (la misión Apolo 13 estuvo a punto de costar la vida a toda la tripulación)

En la actualidad, el objetivo es que nuevos países se sumen a la lista de potencias capaces de conquistar la Luna y demostrar quién dispone de las tecnologías más avanzadas para explorar, e incluso explotar los recursos del satélite natural de la Tierra. La fundación de bases permanentes es también una de las cuestiones clave en juego: éstas podrían facilitar el futuro acceso al planeta Marte.

Hay cuatro naciones que ya han conseguido aterrizar al menos una vez en la superficie lunar: Estados Unidos, Rusia (la antigua Unión Soviética), China e India. La lista de aspirantes a este club tan exclusivo incluye a Corea del Sur y Japón, que han lanzado sus propias misiones y parecen tener potencial para alcanzar sus ambiciosos objetivos. Un club privilegiado en el que los antiguos miembros no han dicho su última palabra para repetir hazañas pasadas y reafirmar su liderazgo en este campo.

De hecho, Japón podría unirse pronto al selecto grupo de países que han alunizado. La Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) ha anunciado su intención de que la nave robótica SLIM ("Smart Lander for Investigating Moon") aterrice por primera vez en la Luna el 19 de enero.

El regreso a la Luna no es sólo una apuesta competitiva. También ofrece a las naciones oportunidades de cooperación internacional, mientras más de 20 países han anunciado planes para emprender expediciones. Al igual que Estados Unidos aprovecha los avances comerciales, también colabora con socios internacionales. Por ejemplo, Europa, Japón y Canadá ya se han unido a los estadounidenses en el proyecto Lunar Gateway, una estación espacial que orbitará alrededor de la Luna y cuyos primeros módulos se lanzarán en 2025.

Asimismo, Washington busca apoyo internacional para los Acuerdos Artemis, un conjunto de principios para la exploración y el desarrollo lunares responsables. Hasta julio de este año, veintisiete países habían firmado los acuerdos. Esto incluye no sólo a aliados cercanos como Reino Unido, Canadá y Japón, sino también a socios menos tradicionales, como Ruanda, Nigeria y los Emiratos Árabes Unidos. Además, la firma de los acuerdos por parte de la India en junio de 2023 se consideró una señal del fortalecimiento de los lazos bilaterales.

Cabe señalar que el programa lunar chino también hace hincapié en la participación internacional. En 2021, el gigante asiático anunció planes para desarrollar la Estación Internacional de Investigación Lunar en colaboración con Rusia, y además ha invitado a otros países a unirse . En su próxima misión de alunizaje participarán Suecia, Francia, Italia, Pakistán y Emiratos Árabes Unidos.

En las próximas décadas, la minería espacial será uno de los principales focos de la actividad espacial comercial. Existe la posibilidad de extraer oxígeno e hidrógeno del hielo lunar para fabricar combustible para cohetes y mantener bases ocupadas por seres humanos. Además, los asteroides cercanos a la Tierra tienen fuentes de agua y contienen recursos minerales preciosos, como carbono, aleaciones de níquel y hierro y metales del grupo del platino. Esto resultará valioso a medida que se intensifiquen los esfuerzos para mirar más allá de la escasez de los recursos no renovables de la Tierra ante la realidad enfrentada del cambio climático.

También hay países que desean obtener helio-3. En teoría, puede utilizarse para crear la fusión nuclear, el Santo Grial de la producción de energía, ya que produciría cantidades mayores de ésta que la fisión nuclear, pero es mucho menos radiactivo. En la Tierra, sólo el 0,0001% del helio es helio-3, pero en la Luna puede haber un millón de toneladas.

Los expertos sugieren que pasarán décadas antes de que muchas actividades, como la extracción de minerales o la recolección de energía solar en la Luna, generen beneficios. Entre tanto, los programas espaciales gubernamentales pueden aprovechar la innovación comercial para reducir costes, estimular la innovación y acelerar sus programas. Y algunas actividades comerciales, como el turismo lunar, pueden ser rentables en un futuro próximo. De hecho, SpaceX ya ha vendido un viaje a la Luna, cuyo lanzamiento está previsto para 2024.