Reino Unido

Juego de tronos entre los ‘tories’ británicos para buscar un líder fuerte

Varios candidatos compiten dentro del Partido Conservador británico para llevar de nuevo al poder a la centenaria formación

Britain's Business and Trade Secretary, and Minister for Women and Equalities Kemi Badenoch arrives to the final day of the annual Conservative Party Conference in Manchester, northern England.
La exsecretaria británica de Empresa y Comercio y ministra de la Mujer e Igualdad, Kemi Badenoch, llega a la última jornada de la Conferencia anual del Partido Conservador en MánchesterJUSTIN TALLISAFP

En 1832, el Partido Conservador sufrió una derrota electoral tan aplastante que sus partidarios se desesperaron. Robert Peel, el líder que surgió de este desastre, necesitó nueve años para cambiar la reputación de la formación. Pero consiguió resurgirla de sus cenizas. En 1945, el varapalo fue de tal magnitud que Harold MacMillan pidió que cambiaran el nombre y se fusionaran con los liberal demócratas. Pero seis años después volvieron al poder. Y tras la aniquilación de 1995, David Cameron volvió a repetir hazaña en 2010. En definitiva, los tories siempre resucitan. Se trata del partido de centroderecha que más tiempo ha gobernado en todo el mundo, dominando el escenario de Westminster en el último siglo.

Por lo tanto, pese a que en los últimos comicios celebrados a principios de este mes ha visto reducidos sus escaños a su cifra más baja desde 1832, nadie se atreve a darles por muertos. Es una de las máquinas más potentes ante las urnas. Pero también una de las más crueles. «Los tories son despiadados», recalcan los analistas. Así que a la hora de elegir líder todo vale porque está en juego recuperar el poder que tanto ansían.

La propia Kemi Badenoch, favorita para suceder a Rishi Sunak, acusa a sus rivales ahora de estar utilizando «trucos sucios» al difundir afirmaciones «deshonestas» y dañinas sobre ella en unas primarias que se prevén sucias y sangrientas. La batalla por el trono no ha hecho más que comenzar y ya está marcada por la polémica. La revista The Spectator, biblia para los conservadores, ha sacado a la luz el enlace que se está reproduciendo a través de los grupos de WhatsApp de Westminster relativo a «Naijablog» un blog sobre Nigeria donde un comentarista que se hace llamar «Kemi» está detrás de mensajes controvertidos y groseros que, entre otros, describen a la diputada laborista Diane Abbott como una «racista hipócrita». La cuestión es que los comentarios se realizaron hace 20 años. En ese momento, Badenoch, que creció en Nigeria, estaba estudiando derecho en la Universidad Birkbeck de Londres. ¿Fue ella quien los escribió? Y más importante aún, ¿quién tiene interés en que salgan a la luz con el claro objetivo de desprestigiarla?

La que fuera ministra de Negocios –bautizada como «niña bonita de la derecha», de padres nigerianos, con discurso anti woke– denuncia que «esto muestra cómo gran parte del discurso en todo el espectro político está obsesionado con lo mezquino y lo pueril». Con todo, rehúsa aclarar si es ella la que escribió los comentarios hace dos décadas.

El viernes por la noche, había solo cuatro postulantes. Robert Jenrick, Tom Tugendhat, James Cleverly y Mel Stride. Pero se espera que la cifra crezca ya que los interesados tienen hasta hoy para recopilar los apoyos necesarios para presentar su candidatura. Y se da por hecho que habrá varios representantes del ala dura, entre ellos, la propia Badenoch, junto con Priti Patel y Suella Braverman, ambas exministras de Interior.

Después de que moderados como Penny Mordaunt (expresidenta de la Cámara de los Comunes) y Grant Shapps (ya exministro de Defensa), perdieran su asiento, Tom Tugendhat, exsecretario de Estado de Seguridad, podría ser la única opción para el sector más a la izquierda. Sin embargo, si consigue pasar a la final, tiene realmente complicado ser elegido por los afiliados, donde predomina el perfil de hombre, blanco, mayor, situado más a la derecha. De ahí que en su carta de presentación haya dicho que está dispuesto a sacar a Reino Unido de la Convención Europea de Derechos Humanos, ya que fue el Tribunal de Estrasburgo, el que se interpuso en el polémico Plan Ruanda del Ejecutivo conservador para mandar al país africano a los solicitantes de asilo llegados por rutas irregulares.

En los últimos comicios, los conservadores han sufrido una sangría de votos que han ido a parar al partido de derecha radical Reforma, liderado por el populista Nigel Farage. Recuperar a estos votantes es esencial para cualquier esperanza conservadora de volver algún día a Downing Street. Pero necesitan una hoja de ruta coherente. Los tories ya intentaron imitar a Farage eligiendo a Boris Johnson como líder. Y el experimento no salió muy bien. Ganaron los comicios de 2019 en un contexto marcado por el Brexit y Jeremy Corbyn como alternativa radical de la izquierda como candidato laborista.

Pero apenas tres años después, cansados de tanto escándalo, fueron las propias filas quienes forzaron la dimisión del controvertido político de melena alborotada. Tampoco les tembló el pulso para forzar la salida de su sucesora, la fugaz Liz Truss, que apenas estuvo un mes en el cargo. Los asesinatos políticos patriarcales forman parte de la historia del partido. La mismísima Margaret Thatcher fue víctima de ello. Algunos analistas consideraban que unas primarias cortas podrían traer estabilidad, pero se temía que eso se convirtiera en una «coronación de Kemi Badenoch». Finalmente el proceso durará hasta otoño. El ganador se anunciará el 2 de noviembre. En teoría, los plazos están pensados para recapacitar. Pero en la práctica, solo evidenciará una sangrienta guerra civil.