Política

Colombia

La calle se moviliza contra el militarismo de Maduro

El presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, encabeza en Caracas las manifestaciones que piden el fin del régimen chavista. El líder bolivariano se aferra al poder rodeado de militares y se niega a convocar elecciones presidenciales hasta 2025. Sí ofrece, en cambio, unas legislativas para desbancar a la oposición.

Guaidó participa en una de las protestas convocadas ayer por la Asamblea Nacional en Caracas para pedir la apertura de un corredor humanitario
Guaidó participa en una de las protestas convocadas ayer por la Asamblea Nacional en Caracas para pedir la apertura de un corredor humanitariolarazon

El presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, encabeza en Caracas las manifestaciones que piden el fin del régimen chavista. El líder bolivariano se aferra al poder rodeado de militares y se niega a convocar elecciones presidenciales hasta 2025. Sí ofrece, en cambio, unas legislativas para desbancar a la oposición.

El discurso oficial de Nicolás Maduro y su régimen insiste en que en Venezuela la oposición encabeza un golpe de Estado empujada por EE UU. Pero en la calle lo que hay es un deseo de sobrevivir. Fue el que volvió a manifestarse ayer en varios puntos del país donde la población atendió la convocatoria hecha por la Asamblea Nacional y su presidente, Juan Guaidó: protestar en las calles cerca de los lugares de residencia o de trabajo para exigir la apertura de un canal humanitario.

«Aquí estamos con los zapatos rotos, sin comida. Tenemos los maestros que hacer ciudadanía, y eso solo es posible en democracia», gritaba Leida Pinto a las afueras de una escuela donde dicta clases en La Candelaria, en el centro de la capital. No muy lejos, a las afueras del hospital de niños J. M. de los Ríos, el personal médico llamaba a la directiva del recinto, designada desde el Ministerio de Salud, a revisar la Ley de Amnistía del Parlamento para desconocer a Maduro «pensando en los niños del país que la están pasando muy mal». La doctora Moraima Hernández rechazó que desde el chavismo se califique a un corredor humanitario como limosna, como hizo un prominente dirigente. «Son unos indolentes», reclamó la médico.

Más allá de la petición de asistencia de emergencia, la mayor demanda era el cese del régimen de Maduro. «El Gobierno tiene los días contados. Creo que estamos viendo el final de esta película», dijo Alexander Nebreda. «Basta de esto, yo tengo familias enfermas, sin medicinas, sin comida. Esto no puede continuar», agregó. «Estamos ya próximos a salir de esto, pero los militares no terminan de ayudar porque están involucrados con los negocios del Gobierno», opinó María Roncacia. Yenny Pérez quiere que sus familiares emigrados vuelvan, «y eso no será posible si Maduro sigue montado en la silla».

La actividad estuvo confinada a dos horas y poco más, como había sido informada. En algunas zonas de la capital –las más próximas a las sedes ministeriales y el palacio presidencial– y otras ciudades hubo presencia de la fuerza pública, principalmente la Policía Nacional Bolivariana con equipos antimotines.

Juan Guaidó, asumido como presidente encargado de la República, estuvo en el Hospital Universitario de Caracas, que ha sido escenario de continuas muertes de pacientes por falta de tratamientos o de servicio eléctrico. Allí reiteró su invitación a la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, para acudir a Venezuela y dar cuenta de las condiciones de vida de la gente. Además, el líder opositor dijo no haber recibido aún notificación de la prohibición de salida del país y del congelamiento de sus cuentas bancarias dictadas por el Tribunal Supremo. En cualquier caso, dijo que no se irá de Venezuela y reiteró una «orden» a la Fuerza Armada Nacional para que no le dispare a los manifestantes antichavistas.

Reveló que tuvo su primera conversación telefónica con Donald Trump, a quien agradeció el apoyo recibido desde Washington a su gobierno interino, y reiteró la convocatoria para una masiva protesta este sábado.

El miércoles comenzó en Venezuela con un Nicolás Maduro visitando desde temprano un fuerte militar. La estampa del gobernante rodeado de efectivos de la Fuerza Armada Nacional se ha repetido desde el domingo cada día, incluso varias veces por jornada. Es el comandante en jefe queriendo demostrar que lo es. «Nadie perdona a los débiles ni a los traidores. Les pido estar alertas ante aquellos imperialistas que quieren atentar contra el Estado y mi figura como Comandante en Jefe», dijo Maduro en Fuerte Tiuna, acompañado del Alto Mando Militar y frente a unos 2.000 efectivos. Allí anunció que un grupo de desertores militares «se han convertido en mercenarios de la oligarquía colombiana y conspiran desde Colombia para dividir la Fuerza Armada», destacó al anunciar que aplicará «justicia» para quienes traicionen la patria.

El ministro de Defensa, Vladimir Padrino, agregó que no permitirán una sublevación militar. «Están las armas listas para defender la patria. Estamos listos para defender al presidente Nicolás Maduro», dijo.

A su lado, el comandante estratégico operacional, Remigio Ceballos, pidió a la tropa «no dejarse confundir por los medios y no entristecerse nunca ni preocuparse por las dificultades que tengamos». Pidió no dejarse llevar tampoco por los comentarios negativos de sus familiares.

Más tarde, Maduro volvió a salir en público. Encabezó un acto con congregaciones cristianas, que protagonizaron un acto de rezos, invocando protección para el mandatario. Y más tarde, protagonizó un acto también en Caracas para anunciar el despliegue de la «misión Venezuela bella», con la cual ha jurado que hará inversiones millonarias para hacer reparaciones urbanas en distintas localidades.

Según una denuncia de la senadora colombiana María Fernanda Cabal, autoridades venezolanas detuvieron al coronel venezolano Oswaldo García Palomo, responsable, según el Gobierno de Nicolás Maduro, de encabezar las labores en el supuesto atentado contra el mandatario el 4 de agosto de 2018.

La noticia fue confirmada por su esposa, Sorbay Padilla, quien indicó que fue secuestrado y «está siendo torturado en estos momentos por los esbirros de la narco dictadura en la sede del Dgcim (Dirección de Contrainteligencia Militar). Padilla aseguró que hasta la fecha desconoce el estado de su esposo, pues no se le ha permitido ingresar al centro de seguridad.