Contraofensiva

El principal peligro que enfrentan los tanques Abrams contra Rusia, según el jefe de la inteligencia militar de Ucrania

El jefe de la inteligencia ucraniana, Kyrylo Budanov, llama a la cautela: «Si se utilizan en la línea del frente y sólo en una lucha con armas combinadas, no vivirán mucho tiempo en el campo de batalla»

El Kremlin asegura que los tanques Abrams ucranianos "arderán"
Un tanque estadounidense AbramsEuropa Press

Los diez primeros tanques norteamericanos M1 Abrams ya están en suelo ucraniano, según ha confirmado el Departamento de Defensa de Estados Unidos (MoD), el cual ha añadido que el resto, hasta un total de 31, llegarán «en los próximos meses» para fortalecer la contraofensiva de Kyiv. ¿Pero, podrán estos mastodontes metálicos marcar la diferencia en la primera línea de combate, especialmente en los frentes de Zaporiya y Bajmut? ¿Han llegado a tiempo para la contraofensiva iniciada en junio? En pocas semanas, las lluvias y, luego, el invierno, convertirán los campos de muerte del país en un barrizal impracticable.

El Pentágono asegura que «la mera presencia de los Abrams sirve como un potente elemento disuasivo. Al tenerlos en su arsenal, el Ejército ucraniano puede desalentar más eficazmente las acciones agresivas» rusas, según un comunicado del MoD. Asimismo, este deja claro que la entrega significa «un compromiso tangible con la defensa y la estabilidad de Ucrania», para que esta pueda «proteger a su pueblo». En este sentido, el presidente del país, Volodimir Zelenski, se mostró ayer eufórico: «¡Buenas noticias del ministro de Defensa Umerov! Los Abrams ya está en Ucrania y se están preparando para reforzar nuestras brigadas», indicó en su discurso diario.

Todos los tanquistas serán miembros del Ejército ucraniano, a pesar de que el Kremlin sigue insistiendo en que elementos de la OTAN se encuentran en el país luchando a escondidas junto a las fuerzas de Zelenski. A principios de septiembre, el primer grupo de tripulaciones completó la formación de 12 semanas para manejar el Abrams M1 en el Área de Entrenamiento de Hohenfels, en Baviera, bajo supervisión del Ejército estadounidense.

La pregunta clave es si los tanques, realmente, pueden marcar una diferencia significativa en el campo de batalla. «Estamos convencidos de que supondrán un cambio positivo para nuestras unidades blindadas. Los Abrams son muy superiores a cualquiera de los que tenemos, así como a los de nuestro enemigo, que, en general, está usando tanques de la era soviética», según informaron fuentes del ministerio de Defensa a LA RAZÓN. Además, «hay que tener en cuenta que no solo ofrecen un mayor nivel de protección para las tripulaciones, sino que cuentan con una mayor potencia de fuego y un sistema de combate nocturno que aumentará las posibilidades de romper las líneas rusas».

Por otro lado, los Abrams no son inmortales, tal y como se demostró en conflictos como la guerra de Irak, en la que se perdieron docenas. Todo depende de cómo sean utilizados y, por supuesto, de las capacidades defensivas rusas que, en este caso, son formidables. A través de los más de 1000 km de frente ucraniano las tropas del Kremlin han plantado multitud de campos de minas, creado obstáculos antitanque y cavado elaborados sistemas de trincheras. Más aún, Moscú cuenta con la capacidad artillera, misiles guiados y helicópteros de combate capaces de reducir a un Abrams a un amasijo de hierros. Probablemente, durante el transcurso de las operaciones, consigan destruir alguno. Algo que, sin duda, será aprovechado por la maquinaria propagandística del Kremlin.

Por ello, el comandante de la Dirección de Inteligencia de Defensa (GUR) de Ucrania, Kyrylo Budanov, insistió esta semana en que los Abrams tienen que «usarse de una manera muy adaptada para operaciones muy específicas y bien diseñadas. Si se utilizan en la línea del frente y sólo en una lucha con armas combinadas, no vivirán mucho tiempo en el campo de batalla», explicó a The War Zone. Es decir que, más allá de la euforia de la Administración Zelenski, el número del que disponen ahora, y en el futuro, resultará beneficioso para la contraofensiva, pero no producirán un cambio significativo en las estrategias de combate de Kyiv.

El jefe de la inteligencia ucraniana Budanov
El jefe de la inteligencia ucraniana BudanovArmyinform

Asimismo, la logística y el mantenimiento también suponen un reto. Tanto desde el punto de vista electrónico, dada la complejidad de su sistema armamentístico, como para obtener piezas de repuesto. Por ello, el Pentágono anunció que ha establecido un «Célula de Distribución de Telemantenimiento en Polonia. Mediante mensajes cifrados, el Ejército ucraniano podrá solicitar asistencia rápida, incluida la solicitud de piezas de repuesto y la obtención de ayuda de expertos para las reparaciones». Algo que, sobre el papel, parece un buen plan. Pero, teniendo en cuenta el caos y la confusión que se produce en cualquier batalla, está por ver si será efectivo.

En referencia a la contraofensiva, el presidente Zelenski aseguró recientemente que los Abrams son «exactamente lo que nuestros soldados necesitan ahora». Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. El oficial del Ministerio consultado por LA RAZÓN declinó comentar nada sobre la controvertida munición de 120 mm que utilizan estos vehículos de guerra. Un tipo de proyectiles perforantes de alta velocidad, y de aspecto similar a un dardo, que son capaces de perforar la armadura de los tanques y blindados enemigos gracias a que cuentan con un componente hecho con uranio empobrecido (DU), el cual lleva décadas de polémica en su sino por las enfermedades que ha causado a los artilleros y tanquistas que lo han empleado.

Militarmente, las ventajas del uranio empobrecido como proyectil perforante son muchas. El DU es un subproducto del proceso de enriquecer uranio para su uso en combustible nuclear o armas. A diferencia de los proyectiles corrientes, producidos con tungsteno, los cuales aplastan o forman hongos cuando golpean el acero, los dardos antitanques de uranio empobrecido se auto-afilan cercenando los costados al atravesar el blindaje, mientras se vaporizan en un aerosol sobrecalentado que explota en una bola de fuego después de penetrar en el objetivo.

Los altos niveles de toxicidad de este aerosol pueden producir graves problema de salud para los soldados, así como en lo civiles cerca de los restos que quedan en los vehículos destruidos. De hecho, el aerosol radiactivo que produce ha dado lugar a décadas de investigación, activismo y protestas por parte de varias asociaciones de veteranos de guerra de Estados Unidos. El caso más famoso es el del conocido como síndrome de la Guerra del Golfo (1990-1991), un trastorno crónico al que se le han atribuido una gran variedad de síntomas agudos y crónicos como fatiga, dolor muscular, problemas cognitivos, insomnio, erupciones cutáneas, diarrea y cáncer, entro otros.

Un estudio realizado en 2008 por el Departamento de Asuntos de Veteranos de EE UU no encontró ningún vínculo entre la exposición al DU y problemas de salud generalizados. Y la OTAN concluyó lo mismo en 2005. Sin embargo, investigaciones posteriores han relacionado la exposición con el aumento en las tasas de cáncer entre los soldados y los civiles expuestos al mismo.

«Aproximadamente 250.000 de los 697.000 veteranos que sirvieron en la Guerra del Golfo padecen enfermedades crónicas», según un informe del Comité Asesor de Investigación sobre las Enfermedades de los Veteranos de la Guerra del Congreso estadounidense. Sea como fuere, ya hace meses que el Ejército de Kyiv está utilizando munición con DU suministrada por el Reino Unido para municionar los tanques Challenger transferidos a Ucrania.