Carrera a la Casa Blanca
Trump ataca a los jueces tras ser acusado de fraude fiscal
El expresidente de EE UU prosigue su agenda preelectoral con una visita a Detroit y se ausenta de nuevo del debate republican
Pocos son los días en que los periodistas no mencionan al ex presidente republicano Donald Trump en alguna de sus crónicas. El exmandatario es protagonista de titulares bastante a menudo, ya sea por sus acciones, por las múltiples causas legales que enfrenta o bien por ambas razones, como en esta ocasión. Mientras un juez de Nueva York confirmaba que el magnate y sus hijos mayores son culpables de fraude, Trump viajaba a Detroit (Michigan) para darse un baño de masas, o más bien de votantes obreros, saltándose el debate de las primarias con los rivales de su partido por segunda vez consecutiva.
Su desprecio al encuentro de los candidatos republicanos viene alimentado por la seguridad que le siguen dando al expresidente las encuestas. Ahora, además de situarlo como favorito muy por delante del resto de candidatos dentro de su partido, también lo colocan cada vez más cerca de su contrincante demócrata, Joe Biden.
El fenómeno Donald Trump es una caja llena de sorpresas. Lo único que está claro, y así se ha confirmado en el pasado, es que cada revés legal que sufre el republicano se traduce en un impulso de su campaña electoral, y lo mismo se espera que ocurra con el caso civil que tiene pendiente en Nueva York. Está previsto que el juicio arranque el próximo lunes 2 de octubre, después de que un juez haya confirmado la acusación de la fiscal general del Estado, Letitia James, que aseguraba que Trump y su empresa familiar (Organización Trump) inflaron ilegalmente en más de 2.200 millones de dólares el valor de sus propiedades para obtener mayor rentabilidad y ventajas fiscales. Los estados financieros anuales que el republicano presentó a bancos y compañías de seguros «claramente contienen valoraciones fraudulentas que los acusados utilizaron en los negocios», aseguró el magistrado en su escrito.
Donald Trump, fiel a su estilo beligerante, no ha tardado en insultar al juez tachándolo de «trastornado».
Pero a Arthur F. Engoron no le ha temblado el pulso a la hora de cancelar los certificados comerciales que permiten al exmandatario y sus familiares explotar algunas de sus emblemáticas propiedades en Nueva York, como, por ejemplo, el edificio comercial en Wall Street, la famosa Torre Trump en Midtown o su club de golf en Westchester. Eran algunas de las actuaciones que había solicitado la Fiscalía, pero podrían llegar más el lunes cuando arranque el proceso.
La fiscal James también ha pedido que se castigue al exmandatario con una multa de 250 millones de dólares. Por su parte, el equipo legal de Trump ha adelantado que probablemente apele la decisión que ha calificado de «escandalosa» y «completamente desconectada de los hechos y la ley vigente».
Mientras tanto, a miles de kilómetros y lejos de los enredos legales de Nueva York, que son solo la antesala de los cuatro juicios que enfrenta por un total de 91 delitos penales, Trump visitó ayer el importante Estado electoral de Michigan, 24 horas después de que Joe Biden pasara por allí. El exmandatario ofreció un discurso en Detroit ante los miles de trabajadores del sector automovilístico que llevan catorce días en huelga en demanda de mejoras salariales, en un intento de ganarse su apoyo de cara a las elecciones presidenciales del próximo año. Su estrategia es la que ya ha usado en otras ocasiones, dividir.
El ex inquilino de la Casa Blanca pretende crear una brecha entre los trabajadores y sus líderes, ya que estos últimos no ven con buenos ojos la labor que el expresidente hizo durante sus cuatro años de mandato. «Si el liderazgo del UAW (Trabajadores del Motor Unidos) no me APRUEBA, y si no gano las elecciones, los trabajadore del automotor están ‘‘tostados’’», dijo Trump en las redes sociales.
Al expresidente de EE UU nadie le castiga por saltarse sus obligaciones como candidato republicano. Dentro de su partido tienen demasiado miedo a perder el arropo de su fiel y largo séquito de seguidores, y sus votantes lo ven como un mártir, una víctima que se ha convertido en el objetivo de los ataques demócratas. Así que, con esta impunidad social, política y moral Trump sigue con su agenda personal.
Mientras él alentaba en Detroit a uno de los grupos de votantes más valiosos para ganar unas elecciones presidenciales, en la Biblioteca Presidencial de Ronald Reagan en Simi Valley (California) tenía lugar el segundo debate entre siete candidatos republicanos. Fueron uno menos que en el anterior encuentro para pelear por escasos minutos de gloria encima de un escenario.
«Para él no tiene sentido ponerse ahí para que el resto de los candidatos vayan en su contra», explica a LA RAZÓN Jaime Florez, director de comunicación del Comité Nacional Republicano. Sobre todo, cuando se trata de «un expresidente de Estados Unidos que va ganando en todas las encuestas». Florez está convencido que Trump participará en los debates cuando «haya un rumbo más definido, con candidatos más claros». Mientras tanto, posiblemente siga boicoteando los encuentros de sus rivales, disfrutando de una mayor cobertura de medios a nivel nacional que la que le ofrecen los debates que ha calificado de «estúpidos».
✕
Accede a tu cuenta para comentar