sexo
¿Sabías que el coronavirus te puede dejar sin ganas de sexo?
No te preocupes pero la falta de olfato disminuye la libido.
Jean- Baptiste Grenouille, protagonista de la novela El perfume de Patrick Süsking, no tiene olor propio y sin embargo percibe el mundo a través de un súper sentido del olfato. Aunque la novela presenta un caso extremo, todos somos más o menos olfatófilos, y es que el olor es un atractivo sexual inmediato aunque muchas veces no seamos conscientes de ello.
Es innegable que los olores corporales juegan un papel importante durante la relación sexual y que, como animales que somos, nuestro olor particular es decisivo en el ritual de atracción; todo es culpa de las feromonas que, a pesar de tener un aroma imperceptible, provocan que el organismo reaccione ante ellas. Por eso un bebé se calma al oler a su madre y por eso dormir abrazado a la sudadera de tu pareja puede hacer que sientas menos ansiedad.
Uno de los síntomas más comunes de la Covid-19 es precisamente la pérdida de percibir olores y existe un estudio de la Universidad de Chicago que ha encontrado relación entre la anosmia y la falta de deseo sexual. Según esta investigación publicada en The Journal of Sexual Medicine, “el sentido del olfato tiene una fuerte conexión, que se ha conservado en la evolución, con el sistema límbico, que juega un papel crucial en el procesamiento de las emociones y la motivación sexual”.
La parte positiva de la anosmia es que ya está demostrada que es un síntoma que aunque suele perdurar semanas o incluso meses, está relacionado con la levedad del coronavirus: a menor gravedad del paciente contagiado de covid, mayor es la pérdida del olfato.
Esto se debe a que existe un “vínculo fuerte y especial” entre el olfato, la motivación sexual y la satisfacción emocional después de tener relaciones sexuales. Así que no te preocupes si tienes menos ganas de tener relaciones sexuales, pues los resultados de este estudio han determinado que la falta de función olfativa se asocia con una menor motivación sexual, aunque eso sí, no disminuye el placer físico cuando se practica.
Los efectos de la posible alteración del olfato se atribuye a la conexión de la percepción del aroma con la parte del cerebro donde se procesa la sensación de placer, y es que este sentimiento se basa en un gran porcentaje en la información que le envían nuestros sentidos.
La olfatofilia
La excitación con la percepción de los olores se denomina olfatofilia y aunque todos la experimentamos en mayor o menor grado, muchas veces llega al punto de ser considerada una filia sexual.
La olfatofilia llega a ser fetiche cuando es el olfato el que desencadena una respuesta sexual inmediata y el resto de los sentidos quedan relegados a un segundo plano.
Y como cada uno somos particulares, dentro de esta familia de fetiches podemos encontrar la barosmia, que es la excitación que parte del olor, el renifleurismo, cuando excita el olor a orina, la ozolagnia, que es la atracción por olores fuertes o incluso la antolagnia, que es la excitación sexual que sienten algunas personas cuando aspiran el aroma de las flores.
De hecho, son conocidas las cartas que enviaba el emperador Napoleón Bonaparte a su mujer Josefina en las que les instaba a no lavarse porque volvía para casa y disfrutaba de su olor. Ojo, que lo mismo tardaba cinco meses en llegar él y la misiva, pero el francés era precavido.
Se dice que nuestra reina Isabel la Católica tan solo se bañó dos veces en su vida: cuando nació y el día antes de su boda. Quién sabe hasta qué punto la costumbre o los gustos privados del rey Fernando la hicieron huir del agua y el jabón.
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