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Salud

Los 40 son los nuevos 20: cómo seguir construyendo músculo y fuerza

Cumplir los 40 no significa renunciar al gimnasio, sino entrenar con más cabeza. La clave para seguir fuerte y evitar lesiones está en adaptar los ejercicios, las cargas y, sobre todo, la mentalidad ante el esfuerzo físico

Gente corriendo en la cinta de un gimnasio. Gonzalo Pérez La Razón

Entrenar a partir de los cuarenta no es una rendición, sino una reconquista. La estrategia ya no pasa por la intensidad desmedida, sino por la inteligencia y la constancia, articulando las rutinas semanales en torno a cuatro patrones de movimiento esenciales. Estos pilares son los ejercicios de empuje, tanto horizontales como verticales; los movimientos de tirón; la fundamental sentadilla; y el trabajo de bisagra de cadera. Dominar estos básicos es la mejor garantía para mantener una base muscular sólida y funcional.

De hecho, la gestión de la carga se convierte en un aspecto crucial de esta nueva etapa. Se acabó la obsesión por los levantamientos máximos. Ahora la clave está en el equilibrio, utilizando pesos moderados que permitan ejecutar series de entre ocho y quince repeticiones. Este rango es ideal porque ofrece un estímulo muscular sin riesgos innecesarios para unas articulaciones y tejidos conectivos que han perdido parte de su elasticidad con los años.

Este cambio de estrategia responde a una realidad fisiológica ineludible: la sarcopenia, la inevitable pérdida de masa muscular asociada al envejecimiento. El cuerpo ya no se recupera con la misma velocidad y es más vulnerable a las lesiones, por lo que el objetivo principal es proteger la estructura corporal; un enfoque que, tal y como han publicado en Men's Health, prioriza la sostenibilidad del entrenamiento a largo plazo. A los movimientos básicos se suman además los ejercicios de aislamiento, perfectos para reforzar zonas delicadas como las rodillas o los hombros.

Las nuevas reglas del juego para entrenar con cabeza

Por ello, la prudencia dicta evitar ciertas prácticas de alto riesgo que antes podían ser habituales. Hay que desterrar de la rutina los ejercicios balísticos, los levantamientos con cargas máximas que llevan al fallo muscular y, en general, todos aquellos movimientos que comprometen las articulaciones, especialmente la del hombro. La consistencia, con sesiones más frecuentes pero de menor impacto, se impone como el principio rector para seguir progresando.

Sin embargo, esta cautela no significa renunciar por completo al entrenamiento de potencia, un error bastante extendido. Abandonar el trabajo de explosividad sería contraproducente, pero existen alternativas más seguras e inteligentes para seguir cultivando esta cualidad. El kettlebell swing o balanceo con pesa rusa es un ejemplo perfecto: un movimiento controlado que mejora la potencia sin poner en jaque la integridad del cuerpo.

Finalmente, ningún programa de fuerza estaría completo sin un buen respaldo cardiovascular. Con el paso de los años, el metabolismo tiende a ralentizarse, por lo que mantener una buena capacidad aeróbica es fundamental para el control del peso y la salud general. Además, un corazón fuerte es la base de una buena recuperación entre sesiones, permitiendo que el cuerpo asimile mejor el estímulo del entrenamiento de musculación.