Entrevista

Anna Castillo: “Se me da bien vivir. No quiero que pasen diez años y no me haya dado cuenta”

Su nombre aparece en los créditos de algunas de las películas independientes más alabadas de la última década y en uno de los éxitos de Netflix más populares

Anna Castillo: “Se me da bien vivir. No quiero que pasen diez años y no me haya dado cuenta”
Anna Castillo: “Se me da bien vivir. No quiero que pasen diez años y no me haya dado cuenta” Manu BermúdezLifestyle

La sesión de fotos ha terminado y, en una callejuela de un céntrico distrito de Madrid, detrás de un coche, Anna Castilloestá sentada en el bordillo de la acera revisando el móvil. Quien tenía que recogerla aún no ha llegado y su representante intenta resolverlo.

Una chica de veintipocos frena en seco en cuanto la identifica. Le pregunta si de verdad es ella y si, recolocándose la mochila que lleva al hombro, le puede dar un abrazo Anna protagoniza, le explica, sus películas favoritas. La actriz se pone en pie, la abraza, le pregunta qué tal está y sonríe para la foto. La admiradora se despide entre risitas nerviosas y Anna vuelve a acuclillarse detrás del coche.

Las series de televisión la lanzaron hace diez años a la popularidad y el cine la instaló en su cumbre. De Doctor Mateo oAmar es para siemprea la fama fervorosa de La llamada o alGoya como mejor actriz revelación por El olivo.

En seis años, cuatro nominaciones al galardón por excelencia y otras decenas a los premios de la Unión de Actores y Actrices, a los Forqué, a los Feroz, a los Gaudí. En su currículum el cine indie se intercala con naturalidad entre los servicios de streaming. En verano protagonizó para Netflix Un cuento perfecto, que se convirtió en uno de los estrenos más vistos de la temporada a nivel mundial, y para la misma plataforma acaba de estrenar Nowhere, que aspira a repetir la hazaña.

La premisa alfombra el camino al podio: en España un régimen malthusiano se ha propuesto controlar la población y para ello acaba con los niños y las embarazadas. Mía es una de ellas y ahora intenta huir con su marido (Tamar Novas) en un contenedor de mercancías. Pero ahora él no está, todos sus compañeros han desaparecido y el barco que la transportaba se ha hundido. Mía se ha quedado encerrada, embarazada de nueve meses, en mitad del mar.

Anna Castillo: “Se me da bien vivir. No quiero que pasen diez años y no me haya dado cuenta”
Anna Castillo: “Se me da bien vivir. No quiero que pasen diez años y no me haya dado cuenta” Manu BermúdezLifestyle

¿Cómo ha sido el rodaje? El más duro de mi vida. Fueron doce semanas de grabación y once de ellas estuve sola. Más allá de esa responsabilidad, era complicado hacer una película tan técnica en la que estaba encerrada en un contenedor con diez personas y pedían cosas como “mira justo aquí mientras te emocionas” y lo que estaba viendo era una pared donde no había nada. Al principio tuve que coger un poco de peso porque Mía está embarazada y además tenía que nadar mucho en algunos momentos. Y luego, con ayuda de una nutricionista tuve que adelgazar para el personaje. Y llevaba prótesis de pecho y barriga que pesaban hasta ocho kilos y que iban cambiando a medida que avanzaba la historia, ahora con menos tripa, ahora con menos pecho.

Suena agotador. Fue agotador. De hecho, al principio tuvimos que parar porque durante la escena de la tormenta y la caída al mar, yo tenía que gritar, pero había mucho humo y se me irritó la garganta. Tuve una amigdalitis brutal y acabé con fiebre. Tuvimos que parar dos días para que me bajara. Y trabajar cuatro semanas en el mar, donde grabamos todos los exteriores, también fue muy cansado.

¿Cuando apareces de pie sobre el contenedor estás en mar abierto? Mar real. Estaba yo sola y el equipo, en lanchas a mi alrededor.

Qué vértigo. (Se lo piensa). No. Y tengo la suerte de que no me mareo y no tuve que tomar nada. Fíjate que para mí fue lo más guay. Por fin las circunstancias acompañaban al personaje: estaba de verdad sola.

Mía tiene que exprimir su ingenio para intentar sobrevivir. ¿Cuándo te ha sorprendido a ti el tuyo? Una cosa que me pasó el verano pasado es que me compré un piso en la playa y justo cuando terminé de rodar Nowhere me fui sola dos semanas allí a limpiar y a tirar trastos y a que me trajeran muebles para montarlos yo. Me tiré dos semanas dedicada a eso. Me propuse hacerlo yo sola. Eso me dio bastante orgullo. Venía de la peli y me sentí muy fuerte. Después ya vinieron mis padres a ayudarme.

El arranque muestra una sociedad que parece actual y que se revuelve contra un régimen totalitario. ¿Cómo te sientes tú cuando ves la actualidad: te despierta ganas de actuar, notas desafección? Mi carácter es bastante reactivo: las injusticias me enfadan. También entiendo que no podemos estar en todo, que hay que ser un poco realista y hacer lo que cada uno pueda. Yo intento levantar la voz con aquello sobre lo que tengo una opinión formada. No puedo tenerla sobre todo, es imposible.

¿Te sientes alguna vez, por ser una figura pública, forzada a pronunciarte? Se muere alguien, hay una catástrofe, y a veces parece que se espera que los famosos se expresen en público. Esto es algo que suelo hablar con mis amigas actrices. Yo no quiero ser hipócrita, quiero hacer las cosas de una manera honesta. No porque pase cualquier cosa te tienes que sumar al carro de una causa.

¿Cuáles te preocupan? Todo lo que tenga que ver con el feminismo, con las agresiones sexuales, con el colectivo [LGTBI], con la causa animal. Lo que me toca a mí de cerca. Intento entender qué está pasando antes de pronunciarme. De lo contrario hay algo que me da mucho pudor. Quién soy yo para hablar por hablar.

¿Cómo llevas la atención ahora que se ha internacionalizado? De repente me escribe mucha gente de muchos países. O he estado en Grecia este verano y después en Francia y la gente me reconocía por Un cuento perfecto y sí he dicho “guau”. Pero a nivel personal, en mi vida, no estoy notando ningún cambio. Mi cabeza está más en seguir haciendo los mejores proyectos que pueda hacer y poco más.

Mía rasca de cualquier sitio la esperanza. ¿De qué llenas tú la tuya? Yo es que siempre he tenido muchas ganas de vivir. Soy muy disfrutona. Tengo momentos mejores y peores, pero se me suele dar bien vivir. Intento sacar lo bueno de las cosas, me lo paso bien, me río, tengo una red de amigas buenas. Hay algo de seguir viviendo, de que me pasen cosas, que es importante para mí. No quiero perder el tiempo, que pasen diez años y no me haya dado cuenta. Disfrutar es mi manera de agarrarme bien a la vida.

¿Cómo lo haces? Pasando tiempo con gente que quiero, con mi familia, con mi gato, riéndome con mis amigas, yendo al cine, al teatro, viajando todo lo que puedo. A mí lo que me gusta es la ficción. Esa es mi vía de escape. ¡Y comer! Me gusta mucho cocinar. Se me da bien hacer pasta. El otro día hice una de anchoas con limón y queso parmesano de locos.

La película se inicia con lo que parece un enfoque político que luego se diluye. ¿El arte necesita un mensaje social para serlo? Yo creo que el arte necesita emoción, sea del tipo que sea. Un mensaje social tiene una carga emocional muy fuerte, pero no es necesario. A mí el arte me tiene que emocionar.

¿Con qué te has emocionado últimamente? Con Prima facie, que la ha protagonizado Vicky Luengo en el teatro, y con la última temporada de The Bear, que me ha encantado.

¿Y con algo que hayas leído? Llevas ahí ‘No me gusta mi cuello’, de Nora Ephron. Que me está encantando. Me ha gustado El adversario, de Carrère, y El año del pensamiento mágico, de Didion, que no me ha gustado tanto como esperaba porque soy hipocondríaca. Me afectaba un poco, pero me gustó.

Habla de cómo el matrimonio paraliza el tiempo: ella a los ojos de su marido siempre había sido joven y cuando él muere de repente le caen todos esos años encima porque ya nadie la ve como él, ahora la ven como una anciana. Sí, es increíble.

¿Cuál es tu idea del amor? Me pillas también en un momento en el que tengo muchas dudas sobre la idea del amor. Para mí el amor siempre ha sido muy importante y cuando le das tanto espacio a algo, inevitablemente quedas en constante aprendizaje. Ahora mismo no lo tengo nada claro. Sé lo que me gustaría que fuera, que tiene que ver con lo de Greta Gerwing en Frances Ha. Ella habla de su mejor amiga, que para mí el amor también puede ser eso o tu pareja, pero en definitiva: estar en una habitación llena de gente y ver a esa persona al otro lado, que cada una en su ambiente, pero os veis, conectáis y sabes que con esa persona es, que sabes que está, que te acompaña. Esa magia.

¿Cómo llevas lo de pasar una tarde con alguien, que te hagan una foto y eso acabe vendiéndose como exclusiva? Mal. (Ríe). Mal.

¿Te crea algo de paranoia? No. Mira, yo creo que al estar haciéndome mayor hay algo de la inconsciencia que yo tenía antes, y que echo de menos, que ya estoy empezando a perder. Nunca me escondo de nada, intento ser bastante honesta con todo el mundo, pero sí que es verdad que ahora que me voy haciendo mayor de repente pienso: “Chicos, es que no sabéis qué hay detrás de todo esto y estáis dando por supuestas muchas cosas, igual hay que tener cuidado porque al final yo soy una persona y me rodean personas con sentimientos”. Me molesta un poco. Pero entiendo que también forma parte del trabajo y lo llevo lo más tranquila posible. No puedo dejar que me quite el sueño. No quiero darle más valor a mi vida profesional que a la personal. En la segunda es donde paso la mayor parte del tiempo. Salgo del rodaje y vuelvo a ser yo. Y ese tiempo lo dedico a vivir.