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Ecología
Crisis silenciosa en el mar: por qué los delfines del Atlántico están viviendo menos
La vida de los delfines en el Golfo de Vizcaya se ha acortado de forma dramática por la pesca accidental: las hembras viven ahora siete años menos que hace dos décadas, un declive que pone en jaque su supervivencia,

Francia ha dicho basta. Ante la alarmante situación del delfín común en el Golfo de Vizcaya, el gobierno galo ha decidido mover ficha con una medida drástica que entró en vigor este mismo 2024. Se trata de una veda de pesca de un mes de duración cada año, una iniciativa con la que se pretende dar un respiro a estos cetáceos y frenar su declive. La decisión no es casual, sino la respuesta a una crisis silenciosa que se libra bajo las aguas del Atlántico y que amenaza con borrar del mapa a sus poblaciones.
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De hecho, la principal causa de esta hecatombe tiene un origen muy concreto: la captura accidental en las redes de los pesqueros. Lo que para la flota es un daño colateral, para los delfines se ha convertido en una auténtica sangría para la especie. Las cifras son demoledoras. Solo en el año 2021, se calcula que unos 6.900 ejemplares perecieron atrapados en estas artes de pesca en las aguas del Golfo, un volumen de mortalidad masiva que pone en jaque su supervivencia.
Pero el problema es más profundo que las muertes directas. El impacto de la presión humana se refleja en una pérdida dramática de longevidad. Si a finales de los años noventa una hembra de delfín común podía vivir una media de 24 años, en 2019 esa esperanza de vida se había desplomado hasta los 17. Siete años menos de vida que revelan un deterioro progresivo y constante de las condiciones de su hábitat y que tiene consecuencias directas sobre el futuro de la especie.
Un declive que amenaza la viabilidad de la especie y el equilibrio marino
En este sentido, una vida más corta implica necesariamente menos oportunidades para la reproducción. Al disponer de menos años fértiles, las hembras dan a luz a un número inferior de crías, lo que impacta directamente en la demografía. Es una tendencia que ha provocado que el crecimiento de la población se haya ralentizado un 2,4% desde 1997, una cifra que, aunque pueda parecer modesta, compromete su viabilidad a largo plazo.
Además, la merma en la población de estos cetáceos no es un problema aislado, sino que afecta a todo el ecosistema. Los delfines son depredadores superiores y su papel es fundamental para mantener el equilibrio de la cadena trófica. Su progresiva desaparición altera la densidad de otras especies marinas, tanto de sus presas como de otros depredadores, generando un efecto en cadena que puede desestabilizar la frágil salud de los océanos.
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