
Salud
Cuando el remedio es peor que la enfermedad: los peligros reales de confiar en la homeopatía
Considerada una pseudociencia sin base científica, el verdadero peligro de la homeopatía no reside en sus inocuos preparados, sino en el abandono de tratamientos médicos eficaces que puede provocar el empeoramiento irreversible de enfermedades

La comunidad médica europea traza una línea roja cada vez más nítida frente a la homeopatía. La organización European Junior Doctors, que representa a los facultativos más jóvenes del continente, la ha definido de forma tajante como una pseudociencia sin validación empírica. Su postura no admite grises y pone el foco en los peligros que supone su aceptación en el sistema sanitario, una preocupación que se extiende por todo el sector profesional.
De hecho, una de las críticas más severas de esta organización apunta a un problema de fondo: que a estos preparados se les permita ostentar la consideración legal de «medicamento». Este estatus oficial, a su juicio, distorsiona la percepción pública y genera una confusión que puede tener consecuencias directas en la salud de los ciudadanos. La cuestión no es baladí, pues equiparar una práctica sin base científica con la medicina convencional socava la confianza en los tratamientos que sí han demostrado su eficacia.
En este sentido, el verdadero riesgo no se encuentra en lo que contienen los productos homeopáticos, sino en lo que dejan de hacer los pacientes que confían en ellos. El peligro real es sustituir tratamientos de eficacia probada por estas alternativas, una decisión que puede comprometer seriamente cualquier pronóstico. Se trata de una advertencia que la experta Laura Redondo Flórez subraya, al alertar sobre el coste de oportunidad perdido. Este riesgo es especialmente grave en el ámbito de la salud mental, donde patologías como el TOC relacional requieren un abordaje psicológico profesional y no placebos.
La inocuidad del producto frente al riesgo de la decisión
Y es que, paradójicamente, la base de la homeopatía es su propia inocuidad toxicológica. Su principio, desarrollado por Samuel Hahnemann a finales del siglo XVIII, se basa en diluciones sucesivas tan extremas que el resultado final son preparados carentes de principio activo original. La idea de que una sustancia que provoca un síntoma puede curarlo en dosis infinitesimales choca frontalmente con los principios de la farmacología moderna, convirtiendo estos productos, en la mayoría de los casos, en poco más que agua o azúcar.
Por tanto, son las consecuencias de esta elección las que encienden todas las alarmas en la comunidad científica. Optar por estas terapias en lugar de por la medicina convencional puede provocar retrasos en el diagnóstico de enfermedades graves y el agravamiento de patologías tratables que, abordadas a tiempo con las herramientas adecuadas, podrían haberse controlado o incluso curado. En la lucha contra la enfermedad, el tiempo es un factor crucial que estas pseudoterapias dilapidan peligrosamente.
✕
Accede a tu cuenta para comentar