Artistas

Pepe Navarro se desquita tras el «revival» amoroso con Ivonne Reyes

El presentador, que no se pierde un acto social en los últimos días, demuestra su escasa preocupación por todo lo removido y está convencido de que «esta historia va a acabar bien».

El periodista junto a su esposa, Lorena Aznar
El periodista junto a su esposa, Lorena Aznarlarazon

El presentador, que no se pierde un acto social en los últimos días, demuestra su escasa preocupación por todo lo removido y está convencido de que «esta historia va a acabar bien».

Pepe Navarro supera con humor el reciente «revival» amoroso con Ivonne Reyes. Se muestra indemne y más dialogante que nunca al respecto. Al igual que la historia de Bárbara Rey, es una mirada atrás con más ternura y sorna que ira. A ver qué dice la ya cincuentona sexy venezolana cuando salga de «Gran Hermano», que se animó con su corazonada y besos apasionados cual amor quinceañero.

«A mí no me importó ser el malo de la película, pero le molestó a Lorena y a mi hija mayor. Aún no recibí la anunciada notificación de la Fiscalía, pero me encantaría que me citara para declarar como parte interesada en la defensa de los derechos del menor. Así podría presentar toda la documentación que tengo del calvario que me ha hecho pasar esta mujer. Me ha insultado, ha dado una imagen de mí que me ha influido para trabajar y le ha hecho mucho daño a mi familia, a mis hijos. Aquí hay afectados cinco niños, no sólo uno», me dijo jovial el presentador durante el almuerzo de los premios Pata Negra, que le entregó a su amiga Isabel Gemio. La activa vida social de los últimos tiempos demuestra su escasa preocupación por lo removido. «Hay que buscar una solución por el bien de todos. Y llegará, aunque tarde lo que tarde. Toda esta historia va a acabar bien», dice.

Gemio fue galardonada con la perceptiva escultura y también un jamón de pata negra, mientras Josema Yuste detallaba que empieza gira. Intercambiaba datos con Antonio Catalán, ya 220 hoteles y 3.000 empleados mundo adelante. «Funciona muy bien la colaboración con la cadena Marriot», descubrió mientras Carmen Linares realzó su poderío en una blusa de seda fucsia acentuando su parecido físico con Blanca del Rey, «la señora de la casa». «De lo que ya no queda», ensalzaron quienes la vieron entusiasmar en el Corral de la Morería a Orson Welles, que la aplaudía cada noche cuando Madrid la tenía incansable y fiestera. El genio empezó a ser descubierto por América y rodaba entonces «Campanadas a medianoche» con Jeanne Moreau. Amparo Moraleda destacó su bellezón con un modelo blanco. Oyó piropos como que «creíamos que las financieras no podían ser tan atractivas». Destacó su multicolor falda de Escada formando triángulos.

Mabel Lozano también fue premiada y a ella se lo entregó Enrique Cerezo, al que le soltó que «el jamón es rojiblanco». Así lo largó en un calentón atlético y sólo faltaron unas jaleadoras palmas que animaran su valentía desde el flamenco Corral de la Morería. Para glorificar al jamón el famoseo fue abundante, esta vez en teatreros. Álvaro Luis, director y fundador del programa más veterano de la radio, «Caliente y frío», valiente y reconocedor, lo sostiene desde hace ocho años en el único tablao postinero que queda en Madrid. La actriz, ya directora, cambió el tono del manjar: transformó el oscuro Guijuelo en su admirado tono rojiblanco. Y se quedó tan ancha, incluso creando polémica entre premiados y asistentes. Destacó la intensa Gemma Cuervo (82 años), aún presente con Emma Penella y Mariví Bilbao en las reposiciones de «Aquí no hay quien viva». Entregó el oloroso trofeo de ocho kilos a su hija Cayetana, cada día mas prestigiada y de platino. Buena saga con Fernando hijo. «Procuré inculcar a mis hijos que sobre todo fuesen buenos», afirmó Cuervo ante Marily Coll, tersa pese a tres años sin ponerse botox.

Fue casi una «rentré» de Gemma, ausente de los escenarios, que ya no tienen figuras como ella. Sobreviven la inmensa Nuria Espert, que sigue incendiando entusiasmos empujada por su hija Alicia, y Lola Herrera, que vuelve a llenar, casi recuperada de su rotura de hombro pero aún con tratamiento diario. Completan el modélico cuadro de supervivientes famosas que logran llenar teatros con su sola presencia.

–Me gustaría volver con algo poco cansado, reconoció Gemma.

–¿Un monólogo quizá?

–No sé, no sé, a veces no funcionan en taquilla.

La ví desinformada porque con «La muerte da un paso atrás» la irrepetible Mary Carrillo trabajó años, igual que Enrique Guitar con «Las manos de Eurídice». La oyó un Juan Echanove, de pelo blanquísimo, a punto de debutar a primeros de marzo en la Compañía Nacional de Teatro Clásico con «Los sueños» de Quevedo. Dirige Gerardo Vera, toda una garantía. «Es un reto, pero lo compaginaré con cine, tele y lo que venga», añadió desde su poderío actoral ante Antonio Catalán, también pata negra, sobresaliente empresario hotelero con pinta de galán. Me recordó la prestancia de Alberto Closas y Arturo Fernández, que sigue haciendo gira teatral, ya en tercera vuelta no siempre exitosa. Alguien comentó que en Madrid «pinchó», pero volvió insistente. Con 88 años e ilusión veinteañera prepara próximo estreno estival tras despedir en Sevilla «Enfrentados», después de tres años en cartel. Es incombustible sin necesitarlo económicamente. Elogiaban su entrega y amor a los escenarios con una filmografía numerosa que ahora reponen en la cadena 8. Preferimos al Arturo actual, muy Vittorio Gassman y mucho más cuajado sin levantar su emblemática ceja derecha. Sigue mimado por el chic y ternura de Carmen Quesada, añadieron repasando el perfecto traje pantalón gris raya diplomática de Mabel Lozano. Pudo ser una buena maniquí sacrificando a la actriz-directora.