Política

Sevilla

Las mujeres del juez Serrano

Al magistrado y ahora portavoz de la docena de diputados con los que Vox cuenta en el Parlamento andaluz se le ha tachado de misógino.. Tanto sus hijas como sus compañeras de trabajo ofrecen una visión lejos del radicalismo. «Mi padre siempre ha tratado a hombres y mujeres por igual», dicen.

Francisco Serrano, junto a su hija (a la izquieda), y una de las abogadas de su despacho en un patio del Parlamento andaluz.
Francisco Serrano, junto a su hija (a la izquieda), y una de las abogadas de su despacho en un patio del Parlamento andaluz.larazon

Al magistrado y ahora portavoz de la docena de diputados con los que Vox cuenta en el Parlamento andaluz se le ha tachado de misógino. Tanto Sus hijas como sus compañeras de trabajo ofrecen una visión lejos del radicalismo. «Mi padre siempre ha tratado a hombres y mujeres por igual», dicen.

La hija de Serrano admite que estuvo «con depresión» por la críticas hacia su padre. A veces cuando se le da a alguien el espacio necesario para que luzca, lo que afirma calienta la sangre de otros. Al juez y ahora portavoz de la docena de diputados con los que Vox cuenta en el Parlamento andaluz se le ha tachado de machista y de negacionista contra la violencia de género. Mujeres que han estado a los costados de Francisco Serrano hablan sobre él con LA RAZÓN. «He trabajado desde junio haciendo prácticas en su despacho –Serrano Abogados– y estoy muy contenta». Es María Serrano la que tiene un mayor lazo anudado con el ahora parlamentario porque es su hija, la mayor, de 24 años. «Siempre he visto que mi padre ha tratado a hombres y mujeres por igual. De hecho fue a mi colegio, al instituto e incluso por último a la universidad a dar charlas sobre igualdad. Estoy muy orgullosa de él en todos los sentidos», expone, firme. Pero añade que desde que tenía 18 años en su familia han «pasado un calvario». Se emociona y el brillo de las lágrimas resbala por su cara armónica. «Solo dijo lo que otros no se atrevían: que somos iguales ante la ley y debemos ser iguales», se recompone. Asevera que en su etapa escolar ya le llovieron las «críticas contra» su progenitor, «de profesores incluso». No fue la mayoría la que señalaba. «Aunque cuando tienes 15 años y un profesor o profesora te dice 'tu padre es un machista' no se afronta de la misma manera que cuando tienes 24. Lo que ha pasado me ha marcado mucho», admite, reconociendo las huellas en su memoria.

Tiene un torrente de palabras en la garganta y añade que «el tema más gordo, que fue el de la judicatura –Serrano fue expulsado de la carrera judicial hasta cumplir una condena por prevaricación– le «pilló en plena Selectividad y fue bastante duro». Logró pasar la prueba. «Estuve con depresión, pero creo que mi padre ni siquiera ha sido consciente de eso. Siempre nos ha tratado a todos con igualdad. En mi casa somos tres mujeres contra uno, por así decirlo –el diputado está casado con una abogada que no ejerce y tiene otra hija de 19 años–, y nos ha enseñado respeto mutuo. Siento que es el mejor padre del mundo», termina enfática.

Macarena Ribas, letrada del bufete, quiere poner su grano. «Llegué hace dos años y me dio una oportunidad sin hacerme ningún tipo de entrevista de ésas que se llevan ahora en las que te preguntan si estás casada, si tienes hijos... Una oportunidad que en otros despachos igual no me hubieran dado por ser joven», relata. «Había escuchado hablar de él y tuve cerca de mi familia un caso de denuncia falsa por violencia de género por lo que me apetecía trabajar a su lado», confiesa. Asegura que su trato es «exquisito, no solo como jurista sino como persona». «Es un jefe muy compresivo –reanuda su dibujo–, que nos da mucha flexibilidad horaria. No te exige estar 'calentando la silla', sino que te permite compaginar el trabajo con la vida personal. Mi marido es militar, está fuera, y no tengo problemas a la hora de conciliar porque sé que no me va a poner ninguna pega». Remata con que «la gente que dice barbaridades es porque no lo conoce. Tiene mucho sentido común».

Olga Garay, es la secretaria del mismo despacho en el que, apuntan en conjunto, «se han llevado casos de mujeres maltratadas» y es «como una familia». «Empecé hace casi tres años, venía de otra rama y no había escuchado hablar de una diligencia, de una providencia o de un auto en mi vida. Sabía lo que era una sentencia, pero nada más, y tuvo mucha paciencia conmigo. Se aprende con él porque te explica», sostiene. Y no lo hace por peloteo. «Lo habremos visto enfadado una vez y no fue por nosotros. Se involucra en tu vida personal, si estás mala te llama, te pregunta... Si le comentas que piensas que algo no está bien, te escucha y toma en consideración tu perspectiva, como mujer o como profesional», completa.

Rocío Isorna, quien ha combatido con Serrano en los juzgados seis años es concisa: «Lo calificaría como una persona buena y llana». Sabe, sin embargo, que no es la percepción generalizada y desvela que en el ámbito judicial muchos le aconsejaron que tuviera «cuidado», preocupados por que le pudiera «afectar» que él fuera «muy oscuro». Lo niega. «Está ahí para lo que necesitas, si tienes un problema puedes confiar en él y en que te va a ayudar», apunta. Cuenta que le debe a Serrano el que ahora le «encante» el derecho de familia, pese a «venir del mercantil y del laboral». Isorna teme quedarse «huérfana» laboralmente, ahora que su compañero, que como abogado «se implica mucho y es muy humano», ha aterrizado en la Cámara regional. «Le he pedido que no nos deje tirados», lanza, para destacar que el parlamentario «jamás ha levantado la voz ni hablado mal de nadie».

Todas coinciden en que no «guarda rencor», ni siquiera a «los que le han hecho daño». «Para mí es un ejemplo», asegura su hija, quien ha acotado sus perfiles en las redes sociales movida por el temor y lamenta que se hayan publicado ciertas cosas sobre su hermana. «Nosotras no somos políticas, somos su familia y no es justo», se queja. Han vivido la inmersión del juez en la competición partidista con «un poco de vértigo». «Pero se merecía este reconocimiento por lo que han pasado él y sus familiares», apunta Ribas. Garay añade que el día después de las elecciones del 2 de diciembre «fue bonito abrir el correo electrónico y ver que ningún cliente exigía nada y sí lo felicitaban y le daban ánimos». «Egoístamente no me gusta que esté en el Parlamento y se lo he dicho, pero es que lo quiero conmigo en el despacho», insiste Isorna.

No exento de críticas

No les ha trasladado «absolutamente nada sobre votar o no a Vox», garantizan, si bien creen que «el cambio será bueno para Andalucía». María rememora la noche electoral. «Fue increíble llegar al hotel –en el que Vox seguía los resultados– y ver 12. Pregunté ¿12 qué? No me lo podía creer. Lo viví como algo surrealista». El núcleo familiar está a la expectativa porque Francisco Serrano se enfrenta a «lo que no había hecho antes». Eso sí, con una certeza: «Si no se hubiera metido en esto, habría sido otra cosa».

Como nadie es impoluto, este periódico ha contactado además con varias abogadas que se han cruzado con Serrano en algún momento en los tribunales, por si tenían una visión diferente del hoy político. Las que han querido participar han preferido mantener el anonimato desde el que manifiestan que «todo era más fácil con él como juez de familia si defendías al hombre», además de que, a su juicio, pasó «claramente» de «atacar con firmeza el maltrato a la mujer en el ámbito familiar, a girar su posición con la creación de los juzgados de violencia de género, unos órganos específicos a los que fueron traspasadas parte de sus competencias». Lo que sí consideran es que es «un hombre educado», como algunas de las vecinas con las que interactúa en el barrio de origen obrero en el que vive en Sevilla. Tal vez sea que hay «buenos y malos» de muchas clases.