Historia

Barcelona

El rostro de los perseguidos

Dos visitantes ante las fotografías que recoge la exposicón
Dos visitantes ante las fotografías que recoge la exposicónlarazon

La sinrazón y horror del Holocausto va mucho más allá de las cifras. Cada vida truncada, de los seis millones de judíos que perdieron su vida en los campos de exterminio nazi, es una tragedia en sí misma. Una de las comunidades que más sufrió el terror del odio racial fueron las de los judíos de Polonia. No importaba que fueran empresarios acaudalados o torneros con apenas dinero para vivir, su destino acabó por ser el mismo. Una exposición fotográfica nos presenta ahora sus rostros, anónimos, cada uno de ellos con una historia que contar al mundo.

El Museo de Historia de Cataluña presenta la muestra «Y continúo viendo sus caras», que recoge un centenar de fotografías que enseñan la vida cotidiana de la comunidad judía de Polonia, desde el siglo XIX hasta el Holocausto. Primeros planos, posados de familia, hombres leyendo el periódico, niños sin calzado mirando consternados a la cámara, personas al aire libre sentados en una mesa, todas las imágenes encierran el alma de un pueblo que fue arrasado. «Son un lamento por un mundo desaparecido, imágenes que congelaron las siluetas humanas, las sombras de las casas, las sonrisas rotas hace tiempo y, sobre todo, las caras», afirmó ayer Hanna Podolska, esponsable cultural del consulado polaco en Barcelona.

Entre el centenar de fotografías destaca, por ejemplo, una imagen en miniatura en malas condiciones, para un medallón, en la que se ve el retrato de una mujer. Su nombre, Deborah Goldstein Rosen, imagen que su hija, Zahava Bromberg, ocultó en el campo de concentración de Auschwitz.

Otra de las instantáneas destacada es una de las pocas fotografías en color que existen del incendio del gueto de Varsovia. O la fotografía de Regina Taube, una mujer humilde que posa de la mano de sus seis hijos, descalzos y mal vestidos. Poco después serían todos fusilados por los nazis. «No sólo son justos los que han salvado una vida; sino también se merecen esta calificativo los que han contribuido a preservar la memoria», señaló Agustí Alcoberro, director del museo.

La exposición nace de una iniciativa popular de la Fundación Shalom, que en 1994 hizo un llamamiento para recoger fotografías de judíos polacos. La convocatoria llegó a desbordar las expectativas, con cesiones de todos los países del mundo, hasta conseguir una recuperación integral de una memoria colectiva.