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La Royal Shakespeare Company abre con poder el Festival Temporada Alta

La icónica compañía inglesa presenta un monjtaje de «Messure for Messure» ambientado en la Viena justo antes de la Primera Guerra Mundial, con el desasosiego que provocan las comedias en época de crisis

Una escena de “Measure for Measure” de la Royal Shakespeare Company
Una escena de “Measure for Measure” de la Royal Shakespeare Companylarazon

La icónica compañía inglesa presenta un monjtaje de «Messure for Messure» ambientado en la Viena justo antes de la Primera Guerra Mundial, con el desasosiego que provocan las comedias en época de crisis

El poder tiene múltiples caras, todas abominables. La universidad de Sheffield hizo un estudio al respecto y reunió a 1.000 personas en una misma habitación y les hizo dibujar a alguien poderoso. A nadie le vino a la cabeza un ser angelical y dadivoso que le otorgaba todos los dones, sino al contrario. El 80 por ciento dibujó a un hombre gordo con rostro redondo y cerdito, con una camisa blanca sin planchar, un reloj enorme y un puro en los dedos. ¿Por qué se demoniza al poder? No es más que una reacción atávica a la ausencia primera de acción. Si el poder es aquel que determina qué somos y cómo tenemos que serlo, entonces lo primero que nos dice es ¡quieto! No acciona sino que paraliza. La acción del poder es el imperativo pasivo y por ello la primera reacción es reaccionar contra él.

Si pensamos en fenómenos como el procès, vemos como los independentistas desplazan el poder, o sea el rostro abominable, a España. La reacción contra el imperativo pasivo que significa el poder hace que se quieran liberar de ese yugo paralizador. El problema radica que quieren liberarse de esa parálisis para obtener ellos el poder del que reniegan, así que también buscan una nueva parálisis. QUieren determinar qué somos los catalanes y cómo tenemos que serlo, así que también son otro rostro abominable del poder. ¿Lo único que queda es la anarquía? No, lo único que queda es el teatro y el arte. Lo demás es un callejón sin salida.

De todo esto y de mucho más habla «Measure for Measure», una de las últimas comedias de Shakespeare, cuando parecía que le quedaban pocos motivos para reírse, y una honda reflexión de hasta qué punto el poder determina nuestro destino y la importancia de un buen líder para que el imperativo pasivo no deforme lo que somos y, sobre todo, lo que podemos ser.

La mítica Royal Shakespeare Company llega ahora al Teatre Municipal de Girona para inaugurar la nueva edición del Festival Temporada Alta. La compañía inglesa presenta una adaptación enérgica que traslada la acción a la Viena de principios del siglo XX, poco antes de la Primera Guerra Mundial, una época de crisis que tanto hace referencia a la época isabelina en la que fue escrita como a los difíciles y complejos tiempos actuales. «Hemos intentado hacer una exploración de dónde reside el poder en nuestra sociedad y cómo interpretan las leyes a su propio beneficio, un estudio del uso del poder sobre los que no lo tienen», explicó ayer Leigh Toney, ayudante de dirección del espectáculo que lidera Gregory Doran.

De Klimt a Schiele

El deseo, la hipocresía, la justicia, la virginidad y el sexo son otras formas de poder que se exploran en una obra que a veces se pasa por alto dentro del canon de las grandes obras shakespearianas, pero que en muchos sentidos es la más actual. «Shakespeare la escribió en tiempos turbios, igual como lo era la Viena que refleja la obra. En su época el Rey Jaime I acababa de irse de Londres dejando huérfano su reinado. La obra empieza precisamente cuando el Duque se marcha de Viena dejando al mando al terrible Angelo. Shakespeare fue muy valiente porque ya era autor de la corte y cobraba del rey y la obra parece que le esté preguntando, ¿puedes ser el rey que los ingleses necesitan?», afirmó Toney.

El argumento de la pieza nos traslada a una Viena que vive dos realidades al mismo tiempo, con grandes desigualdades, como ocurre hoy día. Allí podemos ver la estética de Gustav Klimt, ejemplo de ostentosidad, o Egon Schiele, representando la bohemia decadente y sucia. En medio, figuras como Sigmund Freud, que no aparece pero sus ideas parecen interrogar al Duque para averiguar por qué hace lo que hace. Una compleja maravilla.