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Blindaje para la iglesia «joven» de El Viso y todo su entorno

San Agustín será declarada Bien de Interés Cultural. Una catalogación que afectará también a las fachadas de otros cinco edificios.

Blindaje para la iglesia «joven» de El Viso y todo su entorno
Blindaje para la iglesia «joven» de El Viso y todo su entornolarazon

San Agustín será declarada Bien de Interés Cultural. Una catalogación que afectará también a las fachadas de otros cinco edificios.

En el número 10 de la calle Joaquín Costa, en el barrio de El Viso, se erige una iglesia parroquial a la que, a partir de ahora, habrá que prestar especial atención. Tanta como la que merece su inminente catalogación como Bien de Interés Cultural (BIC). Así lo confirma a LA RAZÓN la directora general de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, Paloma Sobrini: tras incoar el expediente, el Consejo de Gobierno hará la declaración en cuestión de «breves fechas», cuando será publicado en el Boletín Oficial.

Lo primero que llama la atención de este templo es su juventud, al menos en términos patrimoniales: alrededor de 60 años. En opinión de Sobrini, la decisión de la Comunidad supone una «puesta en valor de la arquitectura contemporánea». «Los ciudadanos son muy conscientes de que, cuando pasan por delante de un templo románico, barroco o gótico, están ante un bien patrimonial. Este templo ya empieza a envejecer, necesita que se le preste atención: labores de conservación, reparaciones... Si no explicamos que tiene una relevancia y no se fijan unos criterios de intervención para que esos valores se mantengan a lo largo de la historia, no seremos conscientes de lo que tenemos», añade.

De hecho, la protección de este templo afecta a todo un perímetro de 0,90 hectáreas. Además de la iglesia, están incluidos los números 8, 12 y 14 de la calle Joaquín Costa, así como los números 6 y 11 de la calle Puente del Duero. Del mismo modo, están incluidos un tramo de la calle Felipe Pérez y González y una parte de la acera sur de Joaquín Costa.

¿Qué implicaciones tiene la inclusión de estas otras fincas? Como afirma Sobrini, «cualquier intervención en las fachadas, en las envolventes de los edificios del entorno, deberá pasar por la Comisión de Patrimonio». En esencia, hablamos de la colocación de luces, de vidrios que produzcan reflejos y en general, cualquier elemento «afecte a la correcta visualización y al deleite de este bien colectivo».

Para el consejero de Cultura, Jaime de los Santos, ejemplos como el de la iglesia de San Agustín «nos permiten conocer la historia del siglo XX de nuestro país, cómo somos en la actualidad y de qué manera queremos ser percibidos en el futuro». De los Santos, historiador de arte, cree que una de las mejores formas de «asegurar la protección de los monumentos históricos» consiste, precisamente, en «acercar a los ciudadanos el patrimonio cultural de la región».

En 1990 fallecía el arquitecto Luis Moya Blanco, cuya obra más representativa fue este templo ubicado en Chamartín. Interesado por las nuevas técnicas y materiales, su obra estuvo marcada por la victoria del bando nacional en la Guerra Civil. La arquitectura de raíces nacionales era la pauta a seguir. Moya, arquitecto de la Dirección General de Arquitectura y miembro de la Junta de Reconstrucción de Madrid, esbozó en 1941 el primer proyecto para la iglesia parroquial de San Agustín: una construcción de planta elíptica de dos niveles. Casi 15 años tardó en concluirla. Una espera debida a aquellos años de autarquía, que contrastaban con la ambición y monumentalidad de este templo. No en vano, los trabajos se paralizaron en 1947. Con la construcción de la espadaña en 1955, concluía su mejor obra y una de las más representativas de la época. Blanco llevaría su lenguaje clásico a otros emplazamientos emblemáticos de Madrid, como el Museo de América o el Colegio Mayor Chaminade.

«Esta iglesia es una joya, al igual que su vecino, el Gimnasio Maravillas. La arquitectura buena se palpa y viene mucha gente de fuera de España para estudiarla y deleitarse con ella», detalla Paloma Sobrini.

Su estado actual, según los informes de la Comunidad, es «aceptable», si bien presenta «diversas patologías que afectan a sus fábricas de ladrillo, ventanales y celosías», así como algunas humedades en su muro de contención y en los sótanos.