Historia

Bilbao

La familia de «El Johnny» se despide

Ex residentes y trabajadores del Colegio Mayor San Juan Evangelista recuerdan los 50 años del centro a 72 horas de su cierre definitivo

El colegio mayor San Juan Evangelista abrió sus puertas en la Ciudad Universitaria hace 50 años
El colegio mayor San Juan Evangelista abrió sus puertas en la Ciudad Universitaria hace 50 añoslarazon

Hace más de medio siglo que Juan de la Rosa fundó el Colegio Mayor San Juan Evangelista y desde aquel momento sus pasillos han estado llenos de alumnos que vienen y van curso tras curso. Generación tras generación centenares de universitarios han entrado por las puertas de esta residencia estudiantil, donde no sólo han vivido y compartido experiencias, sino que se han formado como personas.

José Joaquín Caerols es miembros de la Fundación de ex colegiales del San Juan Evangelista, más conocido como «El Johnny». Él llegó a finales de la década de los años setenta desde un pueblo de Albacete y asegura que este colegio no es un centro que «entre a golpe de vista, sino que engancha a sus miembros poco a poco, cuando van conociéndose». Él explica que todos los colegiales tienen algo en común, que son el compromiso y el sentimiento de no resignación. «Pertenecer a este colegio te compromete con el resto de compañeros. Por eso estamos aquí», comenta. Y es que tanto colegiales como los trabjadores de «El Johnny» se sienten como una gran familia, que este fin de semana se despide del centro que les ha visto crecer.

Unicaja es la institución que se ha encargado durante estos cincuenta años de mantener funcionando el Colegio Mayor. Hace un año, la entidad financiera y la Universidad Complutense, propietaria de la residencia estudiantil, acordaron una prórroga de esta concesión. Sin embargo, tras intentar realizar el traspaso a otra entidad y no conseguirlo, Unicaja ha decidido rescindir el contrato, porque los requisitos establecidos no son los mismos, tal y como comentan miembros de la institución. Ahora es el momento de que la Universidad se encargue de buscar una nueva entidad que se ocupe de este centro, que según algunos trabajadores necesita reformas urgentes.

A pesar de la sensación de tristeza que se transforma en lágrimas en sus ojos, Tina cuenta con alegría algunas de sus vivencias en el San Juan. Ella lleva nueve años trabajando en el servicio de cocina y cafetería de la residencia y confiesa que es una «lástima que tenga que cerrar sus puertas». Para ella lo mejor de trabajar en el colegio es ver a los chicos y chicas que entran cada año, porque asegura que todos los miembros de «El Johnny» son como una familia. «A unos se les quiere más y a otros menos», pero para ella todos son igual de especiales. Entre bromas confiesa que si el colegio no se cerrara –la clausura definitiva está prevista para este martes 29 de julio– ella bailaría desnuda sobre la barra de la cafetería, donde ahora toma uno de sus últimos cafés.

No es la primera vez que el Colegio Mayor casi echa el cierre. En 2009 sus residentes tuvieron que echarse a la calle para pedir que no lo cerrarán y lo consiguieron. Aún así, el número de colegiales ha ido descendido poco a poco. Antes el centro acogía anualmente a unos 400 universitarios, no solo de la Complutense, sino de otros centros universitarios públicos y también privados. Este año solo ha recibido a 140 alumnos de las universidades.

Quizás muchos de los colegiales y ex colegiales echarán de menos a Anita. Ella lleva 17 años trabajando en la cafetería del Colegio Mayor. «Yo quería morirme aquí y que me hicieran un busto para ponerlo junto al del fundador, pero parece que ya no será posible», bromea mientras sirve a un grupo de ex colegialas un café con leche, del que éstas comentan que es único. Anita recuerda a todos los alumnos. Para ella son como sus hijos, porque ha estado con ellos y los ha visto crecer. Después de años ella explica que con mirar a muchos de los chicos a las caras ya sabía cómo se encontraban. Además, insiste en que muchos de los residentes agradecían su cariño. «La mayoría de colegiales vienen desde lejos y aprecian que les des una taza de leche con miel cuando están enfermos de la garganta o una manzanilla para el estómago».

El sentimiento de hermandad es algo que comparten todos los miembros del San Juan Evangelista. Alberto es un colegial que llegó hace cuatro años desde Bilbao para estudiar Ingeniería aeroespacial y cree que en en el Colegio Mayor no solo se hacen amigos, sino también contactos profesionales. No obstante, el futuro ingeniero destaca que lo mejor de «El Johnny» es su ambiente de libertad y respeto. «Aquí todos nos respetamos y procuramos no molestar a los otros compañeros».

Mientras tanto, las ex colegialas que disfrutan del famoso café con leche de Anita, hablan sobre sus experiencias en «El Johnny». Elena es mallorquina y formó parte de la primera generación de chicas que se incorporó al colegio Mayor en el año 2000. Junto a sus amigas recuerda las noches de verano en las que se sentaba junto a su pandilla en las escaleras de la entradas a charlar. Aún así, para ella lo más divertido eran los conciertos, donde tocaba el que aún sigue siendo su pareja. Elena, o Nani como la conocían en toda la residencia, formaba parte del grupo de teatro y recuerda con especial anhelo la adaptación que hicieron de «El Principito». La joven sigue haciendo teatro y hasta este curso presentaba sus piezas teatrales en el anfiteatro del colegio Mayor.

Y es que el San Juan Evangelista no ha sido solamente la resdiencia de cientos de estudiantes año tras año. «El Johnny» ha acogido una gran cantidad de artistas y cantantes a lo largo de su historia, convirtiendo la residencial estudiantil en un referente de la cultura en nuestro país. A pesar de la tristeza con la que todos sus miembros contemplan el inminente cierre de «El Johnny», todos guardan en su memoria los recuerdos felices entre sus pasillos.