Coronavirus

La calle vuelve a ser de los niños: bicicletas, patinetes y muchos metros de distancia

En la capital, la Policía Municipal no ha detectado aglomeraciones, pero sí menores acompañados por ambos progenitores pese a que la norma lo prohíbe

“Cómo me alegra ver que por fin vuelve a haber niños en la calle. Es un pequeño rayo de esperanza”. A media mañana, una mujer residente en el distrito madrileño de Arganzuela comentaba con su vecina de enfrente, la misma que se ha convertido desde hace un mes y medio en su compañera de aplausos a las ocho de la tarde, el nuevo panorama que presentan desde hoy las calles de todo el país. Las sonrisas de los menores de 14 años vuelven a formar parte del paisaje. Según ha podido comprobar LA RAZÓN en un paseo por el entorno de Madrid Río, este pequeño alivio del confinamiento se ha desarrollado dentro de lo normal, sin grandes aglomeraciones y con los padres concienciados de que el éxito pasa por respetar las medidas de distancia social. Si pueden ser tres metros, mejor que dos.

Los datos que la Policía Municipal ha hecho públicos a primera hora de esta tarde dan fe de que se ha registrado un aumento en el número de personas en las calles, pero no se han producido aglomeraciones. Por contra, los agentes sí han detectado que muchos menores han salido acompañados de sus dos progenitores, y no solo de uno como refleja la norma. Las “zonas calientes” han estado entorno a Madrid Río y los parques cercanos a La Vaguada. Además, se han utilizado drones para controlar Casa de Campo, el Parque del Oeste y Madrid Río.

En la capital, el Ayuntamiento decidió que pese a la luz verde del Gobierno, por el momento los grandes parques continuarán cerrados, una medida que los grupos de la oposición en el Consistorio ya han pedido que se revise. Por eso, las bicicletas y los patinetes se podían ver en la Avenida del Manzanares y en los puentes sobre el largo camino verde que transcurre a la par que el río. Cuando una madre le advertía a su pequeño que ya era hora de volver a casa (el límite para estos paseos es de una hora y nunca más allá de un kilómetro del domicilio), éste le rogaba alargar esta “pequeña libertad” un poco más. Pero la mujer no admitió negociaciones: “Si no cumplimos con lo que nos han dicho no podremos volver a salir”.

Por las limitaciones de las aceras, y debido a la escasez de tráfico, tampoco es extraño ver a familias caminando por las carreteras. Todo vale con tal de cumplir con la distancia entre viandantes. En este sentido, y aunque no es obligatorio, también es habitual ver a los pequeños ataviados con mascarillas, un gesto que comparten con sus padres. Ninguno se queja, ninguno hace el intento de separarse de sus padres más de la cuenta, todos se están acostumbrando a esta nueva normalidad.

Para que todo vaya bien, en estos momentos se hace aún más imprescindible la presencia de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Al igual que en los días anteriores, helicópteros de la Policía Nacional sobrevolaron la capital para controlarlo todo desde el aire. En el suelo, los agentes patrullan a pie y en coche las calles, e incluso se paran para hacer alguna recomendación a los viandantes.