Escena final
Tras el espíritu de Chavela Vargas: entre terapias y tequila, en el Teatro Fernán Gómez de Madrid
Se estrena «Crónico», una comedia de Mariano Rochman acerca del amor después del amor
«El desamor siempre es un problema», decía Chavela Vargas. Verdad o no, es cierto que las rupturas amorosas son siempre difíciles de gestionar. Soluciones hay tantas como desafortunados en amores, desde las más resignadas a la más estrambóticas y en ese escenario se presenta «Crónico», una hilarante comedia donde se cuestiona hasta donde es capaz de llegar uno para sentirse bien en esa nada existencial entre el final de un amor y el inicio de otro, es decir, en el desamor, un estado carencial donde uno no sabe sí está viviendo o soñando una pesadilla. Escrita por el argentino Mariano Rochman, se estrena en el Teatro Fernán Gómez dirigida por José Maya, con Gloria Albalate y el propio Rochman como actores.
Dónde: Teatro Fernán Gómez. Cuándo: hasta el 31 de octubre. Cuánto: desde 15 euros
A Daniel, un chef con buena posición, la vida le sonríe, pero tiene un problema con el desamor y cada vez que tiene una ruptura se queda absolutamente roto, no puede gestionarlo y lo pasa mal, siente que es algo crónico. «Sí, se puede ser adicto al amor o a una mujer. No sólo al alcohol o las drogas, adicto a casi cualquier cosa... Y siento que no lo puedo controlar...», dice el personaje, con lo cual decide probar algo diferente, «pide ayuda a una terapeuta con técnicas innovadoras y se encuentra con un huracán en la consulta que lo tiene cautivo», explica Rochman.
Sesión tras sesión lo irá metiendo en una terapia desconcertante donde deberá entregarse a sus extravagantes propuestas. «Esta mujer, además de someterlo a diferentes situaciones raras, está viviendo a la vez un proceso interno personal, está queriendo transmutar en Chavela Vargas y esto se ve incluido también en la terapia. A partir de ahí se van generando situaciones bastante cómicas», cuenta el autor y actor. «No es una desmitificación de las terapias, pero sí hay algo de crítica –prosigue–, una reflexión acerca de qué nos engancha, por qué no podemos desengancharnos y por qué somos capaces de someternos a ciertos terapeutas alternativos de dudosa fiabilidad».
«En general –explica–, hay terapias muy serias y rigurosas en las que creo y que me interesan, pero hay otras que me parecen poco fiables y estrafalarias y la pieza se ríe un poco de ellas, porque desde la comedia siempre hay una mirada crítica. En este caso hablamos de una que utiliza canciones muy conocidas, boleros y rancheras fácilmente reconocibles por el espectador y cantadas de una manera maravillosa por Gloria Albalate», resalta. El músico Álex Tatnell acompaña a los actores en el escenario de manera que la música forma parte de la trama y sirve de transición entre una escena y otra. Rochman cree que existen terapias que utilizan la música, pero de esta manera asegura que no. «Yo he deformado las canciones porque dramatúrgicamente me pareció interesante esto de sustituir las letras de boleros y rancheras que me gustaban o que me venían bien para conseguir el efecto que quería, cambiar palabras y frases para que, a base de sustituir y repetir, el personaje logre cambiar algo».
Para Albalate, Chavela Vargas es el cuarto personaje de la obra, «era una chamana que realmente estaba dotada de poderes o que tenía algo de visionaria. Hay gente que decía, incluso, que llegaba a curar con canciones». Partiendo de ella, la actriz encarna a esta terapeuta, «que es muy mística y aplica a Daniel su técnica para realizar un tránsito interesante. Ambos se están transformando, él busca una apertura al amor desde otro lugar y ella está cambiando para parecerse a Chavela y hacerse con su espíritu. Y todo hecho –concluye– a través del juego, esa ha sido nuestra propia terapia dentro de la terapia».
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