Día de las Personas con Discapacidad

La historia de Cristian o cómo el kárate puede ayudar a controlar las emociones

El centro de San Juan de Dios imparte talleres de este arte marcial como vía para manejar la frustración

Cristian y otros usuarios en el taller de kárate en el centro San Juan de Dios de Ciempozuelos
Cristian y otros usuarios en el taller de kárate en el centro San Juan de Dios de CiempozuelosCentro San Juan de Dios (Ciempozuelos)

Cristian tiene rasgos límites de personalidad. Esto quiere decir que, cuando tiene una frustración, no sabe expresarlo de otra manera que no sea agrediéndose a sí mismo o a los demás. Llegó al centro de San Juan de Dios en Ciempozuelos en una situación muy grave. Había, incluso, perdido el contacto con su madre, que ya ha recuperado. «Apenas lleva nueve meses con nosotros, pero se ha integrado estupendamente», dice a LA RAZÓN Eduardo Guevara, psicólogo del centro. «Duerme sin las contenciones que utilizaba antes, va a un taller de empleo y con los compañeros tiene una relación muy buena», añade. Además, Cristian ha encontrado en este centro de Ciempozuelos una actividad que le ha cambiado la vida: el kárate.

«Lo que más me gusta es que practiquemos las técnicas, el autocontrol y la meditación», dice el joven, entusiasmado. «Con los compañeros al principio fue difícil, pero con el paso del tiempo he ido a mejor», asegura. A esto el kárate le ha ayudado mucho, porque, tal como explica, en este arte marcial el autocontrol es fundamental.

En el centro de San Juan de Dios comenzaron a implementar esta práctica durante el confinamiento, y ha dado unos resultados tan positivos entre los usuarios que han continuado. El monitor, además, es Eduardo, quien practica este arte marcial desde joven. «Puede parecer extraño que enseñemos esta técnica a chicos que no saben manejar la frustración, pero realmente tiene mucho de regulación emocional», afirma Guevara. Todo comenzó, de hecho, a raíz de la serie Cobra Kai, ya que estuvieron viéndola durante la pandemia. «Nos enseña que cuando se tiene un conflicto hay muchas alternativas más allá de pelearse», subraya el psicólogo.

Si bien en Ciempozuelos se atiende a personas con discapacidad intelectual y graves trastornos de conducta, lo cierto es que cuando empezaron a trabajar con el kárate, «que tiene unas normas y una disciplina muy clara, vimos que comenzaron a interpretar un papel que no habían hecho nunca», apunta Guevara. Realmente se lo toman muy en serio, y esto, tal como matiza Guevara, es algo que hay que tener muy en cuenta. «Son chavales que, en muchos casos, tienen unos niveles muy altos de desorganización, que no eran capaces ni de coordinar para vestirse y, de repente, están aprendiendo a regularse y a llevar esto a otros ambientes». De hecho, esto será algo fundamental cuando salgan de Ciempozuelos y accedan al mercado laboral, para el cual se están prearando. «Yo quiero trabajar», asegura Cristian. Y es que, tal como apunta Guevara, lo único que quieren es que la sociedad «les trate como a uno más».