Formación y empleo
El sueño de Paula y Arturo: una nueva vida y un trabajo digno
Dos jóvenes del Servicio Diocesano de Cáritas Madrid relatan su experiencia
Hnace menos de un año que Arturo Navarra y Paula Alarcón llegaron a España. La puerta de entrada: Madrid. Ninguno de los dos supera la treintena y, sin embargo, ambos saben lo que es tener que hacer todo lo que esté en su mano para salir adelante, aunque eso lleve, muchas veces, a la extenuación. Estos jóvenes tienen algo más en común: son usuarios del Servicio Diocesano de Empleo de Cáritas Madrid, donde han encontrado no solo una oportunidad de formarse, sino también orientación en el a veces complicado mundo del trabajo. De hecho, ha sido la preocupación por la población joven lo que ha hecho que se pusiese en marcha el proyecto de formación Campus Cáritas Madrid. El Campus ofrece apoyo en la búsqueda de alternativas para el empleo para todos aquello jóvenes cuya ruptura con el sistema educativo y falta de vinculación con el ámbito laboral no les permite ni elegir, ni pensar en futuro.Más aún cuando, como en el caso de estos jóvenes, se están desenvolviendo en un nuevo país.
Este proyecto ofrece acciones para el desarrollo de competencias personales y laborales: talleres y formaciones en sectores en crecimiento, como las tecnologías y el empleo verde; gym o deportes de equipo; sala de juegos; innovación digital; universo eléctrico; arte urbano y creativo. Todas estas actividades se basan en un nuevo enfoque metodológico, donde innovar y romper la identificación con la escuela y sus métodos tradicionales; de manear que se vincule el conocimiento de la vida de las y los jóvenes con los procesos de aprendizaje.
“Se trata –como señala Fernando Arias, director del Campus Cáritas Madrid– de ofrecer un desarrollo integral, adaptado a cada joven, para forjar una meta que genere cambio en sus vidas y les permita crecer como persona, trabajador y ciudadano”.
En este proyecto está muy presente el tejido empresarial, con quien se promueve una apertura al contacto con las personas jóvenes y desempleadas. Para ello se busca dar respuesta a las necesidades de la actividad económica y empresarial, implicándola en el desarrollo de los procesos formativos, a través de la realización de prácticas no laborales y la incorporación de las personas que han finalizado su formación.
A sus 19 años, Arturo está lejos de ser un joven al uso. De lunes a domingo dedica sus días a formarse y a trabajar. Pero no se queja. Todo lo contrario: tiene una manera sorprendentemente dulce de hablar sobre todo lo que hace, casi como si hubiera encontrado un tesoro. Llegó hace apenas nueve meses a Madrid desde Perú, país con el que comparte nacionalidad por su padre. Al llegar comenzó a estudiar un grado de administración y finanzas y, desde hace algunas semanas, está haciendo el curso de fibra óptica que oferta Cáritas Madrid. «Estoy super a gusto, la verdad», dice a LA RAZÓN, aunque reconoce que en estos meses su vida ha dado un cambio radical al que ha tenido que adaptarse. «La vida es completamente diferente aquí», señala. «El cambio horario, aprender a socializar de nuevo, a hacer amigos, la forma de enseñanza... Es todo muy distinto a lo que yo conocía en Perú». Sin embargo, para él esto, lejos de suponer un problema, ha sido una oportunidad para crecer. «Creo que hay que saber acoplarse a las demás personas y tratar que todo vaya bien, así que es muy positivo conocer nuevas formas de vivir», asegura.
El curso de fibra óptica lo hace de 9:00 de la mañana a 3:00 de la tarde. Después va con un compañero en coche hasta el centro de Cáritas donde está haciendo el curso, y ahí permanece hasta las 9:30 de la noche. Todo esto lo compagina con su trabajo, de viernes a domingo, como ayudante de cocina en un restaurante de Las Ventas. «Tengo un trabajo excelente», asegura. «Sinceramente, me gusta mucho, no solo por lo que hago sino porque tengo una muy buena jefa», dice, convencido de que ha tenido «muchísima suerte de caer allí». «Es difícil. Realmente a veces no nos hacemos a la idea de lo complicado que es pasar todos los filtros que son necesarios para un empleo, y luego tener la suerte de estar bien allí». Lo sabe porque no es la primera vez que trabaja. De hecho, a su corta edad, ya le ha dado tiempo a ser camarero y mensajero en Perú.
«Tengo un poco de experiencia en el mundo laboral y en lo que estoy haciendo ahora estoy contento porque además cocinar me gusta». Es, de hecho, una persona con muchas inquietudes. «Creo que este ritmo lo puedo llevar ahora porque me gusta mucho estar siempre aprendiendo cosas nuevas de temáticas muy distintas», explica Arturo. Tanto es así, que antes de entrar al curso de fibra óptica de Cáritas hizo otro de cuidado de personas mayores en Alcalá de Henares. «Me gusta aprender de todo porque nunca se sabe en qué momento lo vas a necesitar», dice.
Esta inquietud se refleja, además, cuando piensa en los próximos años y en cómo será su futuro. «Lo que veo es acabar el curso y acceder a la universidad». Sin embargo, no tiene aún definido por qué camino se decantará. «Estoy indeciso entre seguir estudiando Administración y Finanzas o ADE o decantarme por Trabajo Social. Me encanta ayudar a las personas que lo necesitan. Me considero una persona muy empática, que, además, sabe lo que es pasar por todas las fases que pasamos las personas: algunas más difíciles que otras, pero siempre nos necesitamos unos a otros».
A sus 30 años, Paula Alarcón hizo las maletas hace tres meses y salió de su país natal, Colombia, para una asistir a una feria de turismo que se celebraba en Madrid. No volvió. Dejaba atrás a su familia y todo lo que había conocido como su hogar. «Tuve que salir de allí por motivos de violencia», dice. «Ahora quiero quedarme aquí, y me estoy formado con Cáritas mientras sale mi permiso de trabajo, que entrará en vigor en agosto», explica. Lo que quiere es establecer unas «bases» con las que poder salir al mundo laboral. Por eso, se está formando en administración y contabilidad. «Me decidí por ello porque en Colombia era lo que hacía», señala. «Era auxiliar administrativo, así que toda mi experiencia laboral está vinculada a este sector. Mis estudios son también de secretariado ejecutivo, por lo que además se puede complementar muy bien», añade. Mientras hablamos muestra interés también por otro de los cursos que oferta Cáritas: el de diseño. «También estudié diseño gráfico, por eso me llaman tanto la atención los murales y lo que están haciendo aquí», dice, señalando un graffiti que han pintado los jóvenes en uno de los muros del edificio diocesano. «Lo tengo también ahí como opción», asegura.
Cuando llegó a Madrid, empezó a indagar «casi desde el primer momento» sobre qué tenía que hacer para quedarse. «Fui al ayuntamiento y luego fui dirigida a Cáritas. Allí me encontré con una trabajadora social que me ayudó en los primeros pasos. A partir de ahí ya me fueron guiando con el mismo proceso que tenía en Colombia, para poder seguir desarrollándome en el mismo campo», relata. Después de este primer contacto con la trabajadora social, pasó a Cáritas de Villalba, donde le empezaron a ayudar «con la hoja de vida o el currículum como le dicen aquí» para poder tener un trabajo ahora, de forma inmediata. «Luego pasé aquí para empezar a estudiar».
«Es todo nuevo», reconoce, «pero me he sentido muy bendecida». Ha sido, además, un cambio absoluto de vida el que ha tenido en estos últimos meses. Pero si algo destaca es que en Madrid «he encontrado gente muy amable que me ha abierto las puertas, que me ha ayudado y me ha arropado». No ha sido fácil, pero «todo aquí es muy hermoso: la ciudad, los paisajes... Así que realmente estoy feliz de estar aquí», asegura.
Quedan algo menos de cuatro meses para que su permiso de trabajo se ponga en marcha, pero, mientras el reloj sigue caminando, Paula no puede evitar seguir soñando con el futuro. «Lo primero que quiero hacer es establecerme, tener un trabajo digno», afirma. «Pero, si hablamos de sueños, lo que yo realmente quiero hacer primero es poder regalarle la casa a mi mamá», reconoce. Separadas por miles de kilómetros, parece que el vínculo se ha fortalecido entre ambas: ahora, el bienestar de su madre es el motor de todo su esfuerzo. «No sé si será el sueño de muchas personas, pero realmente ese es el mío. Después de eso, lo que quiero es seguir conociendo, seguir viajando. Canadá por ejemplo es un país que me encantaría conocer, pero creo que todos los lugares tienen algo especial. Por ahora, lo que estoy descubriendo de España me ha encantado», explica.
La edad es un factor de exclusión social, tanto a nivel nacional como en la Comunidad de Madrid, donde la tasa de exclusión es del 20,9% de los jóvenes menores de 29 años. Asimismo, la tasa de desempleo joven en Comunidad de Madrid se reconoce con una incidencia menor que la media nacional, pero los datos son alarmantes: el número de jóvenes entre 18 y 30 años que no estudian ni trabajan es mayor que el número de quienes sí tienen una actividad reconocida, bien de estudios o bien laboral; y la tasa de desempleo entre las personas menores de 25 años es del 33 %.
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