Competitividad
¿Qué es el proyecto AMBAR del Aeropuerto Madrid-Barajas?
Pretende aumentar la capacidad, de los 70 millones de viajeros anuales actuales, a los 80 millones
Potenciar las comunicaciones. El aeropuerto de Madrid está a un paso de entrar en un exclusivo club de aeródromos europeos, entre los que están Londres-Heathrow, París-Charles de Gaulle y Leipzig.
La implantación del denominado proyecto AMBAR en el aeropuerto de Madrid-Barajas, prevista para el próximo 23 de febrero, constituye un ambicioso esfuerzo por modernizar el control aéreo y elevar las posibilidades operativas de la mayor infraestructura de la red de Aena. Aunque el plan responde al cumplimiento de una regulación comunitaria, su activación a principios de 2023 situará a Barajas en el grupo de cabeza de su aplicación efectiva. Los objetivos, que está siendo desarrollado por el gestor público de navegación aérea, Enaire, incluyen aumentar la seguridad del espacio aéreo, elevar la eficiencia en la infraestructura aeroportuaria y reducir el impacto medioambiental de los vuelos.
Pese a que su implantación es de naturaleza normativa y en ese sentido independiente de la potencialidad del aeropuerto, la nueva operativa permitirá optimizar la ampliación de Madrid-Barajas, cuyo plazo de ejecución se extiende hasta 2030 y que prevé un salto desde 70 millones de viajeros de capacidad hasta los 80 millones. Todo ello constituye una potente apuesta para aumentar la competitividad del aeropuerto que resulta fundamental apoyar.
Nuevos procedimientos otorgarán, de facto, mayor capacidad operativa a Barajas, y lo harán antes de la inversión de 1.500 millones en obra pública que están destinados a su ampliación, lo que permitirá que la expansión de las instalaciones vaya acompañada de una mejor margen de maniobra para acoger y gestionar el tráfico aéreo. Así, se reforzarán las bases para que el aeropuerto madrileño pueda competir en mejores condiciones con los grandes hubs europeos sin estar sometido a las actuales restricciones operativas.
El proyecto ha obligado también a actualizar la regulación nacional sobre la aproximación en pistas paralelas y a acortar las separaciones mínimas requeridas en despegues y aterrizajes. También permitirá atajar las restricciones de entrada y combatir los actuales problemas de congestión del tráfico, que se traducen en demoras en la llegada de aviones y en un mayor gasto de combustible. En el caso del aeropuerto madrileño, donde se tiene que lidiar con la cercanía a la capital, Ambar evitará el sobrevuelo de poblaciones de la zona norte, o bien se atravesarán a gran altura, y de los cielos de Madrid en vuelos nocturnos.
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