Apertura

Así ha sido la inauguración del bar de Pablo Iglesias: algo descafeinada y "sin tapa ni gloria"

Situado en el barrio madrileño de Lavapiés, el estreno del local del antiguo líder de Podemos ha tenido una afluencia de edad avanzada

El bar de Pablo Iglesias, una inauguración descafeinada
El bar de Pablo Iglesias, una inauguración descafeinadaLA RAZÓN

Este miércoles tuvo lugar la apertura oficial de la "Taberna Garibaldi", el local de hostelería que ha montado Pablo Iglesias junto con un amigo poeta y otro cantautor, sin mucho bullicio. El martes se celebró una inauguración privada con invitados y amigos de los dueños.

Emplazamiento

El establecimiento se encuentra en la Calle Ave María, en el céntrico barrio madrileño de Lavapiés. A su alrededor proliferan los comercios de productos veganos, tatuajes tradicionales, bazares paquistaníes, así como otros bares que se van alternando: uno étnico, uno tradicional, otro más "chic".

Si bien no llega al nivel económico de Malasaña, Lavapiés constituye una especie de "zona cool", donde los jóvenes juegan a ser modernos y "antisistema" desde la apariencia: bares de estética envejecida, actividades multiculturales, supermercados 24 horas, y una reivindicación proletaria en un distrito donde el alquiler es muy superior al de lugares más pauperizados de la capital.

La Taberna Garibaldi, que ya ha limpiado las pintadas vandálicas que hicieron en su fachada, mantiene los azulejos antiguos de cuando, en otro tiempo, en el local se encontraba un salón de peluquería. Un intento de aparentar ser "kitchs", una búsqueda falseada de "autenticidad" tan propia de nuestra posmodernidad, con el que sus dueños pensaron dar una imagen de tradición y arraigo mezclados con internacionalismo comunista y moda actual.

Visitantes y Tercera edad

Aunque mantienen el calcado "aire alternativo" del resto de locales que se mueven en las mismas coordenadas estéticas, resulta ofensivo que se hagan llamar "taberna", cuando no ponen ni unas tristes aceitunas con el tercio de cerveza —por tres eurazos—. Ya advertía de Larra en "La fonda nueva" que «no es nuestra patria el país donde viven los hombres para comer».

Dado el público que acudió mientras lo visitábamos, sus precios parecen poco competitivos, pues bien podría considerarse casi un hogar del jubilado. Aquellos asistentes parecían estar más cerca de cobrar una pensión que de luchar por los derechos del proletariado. Dudoso resulta que sigan activos laboralmente, dedicados ahora, probablemente, a una plácida vida contemplativa como de vieja guardia del "pecé" (como llamaban popularmente antes al Partido Comunista de España) que ha aceptado su papel de pensionista en el estado del bienestar.

Los pocos jóvenes que se pasaron por allí estaban casi todos más preocupados de tomarse fotos de ellos mismos, para constatar su presencia en el lugar con sus cámaras de fotos analógicas de principios de siglo —ahora ya algo "vintage" y "molón", aunque anecdótico—, que de consumir nada en el establecimiento.

Al igual que le ha ocurrido a Podemos en las últimas manifestaciones, concentraciones y su "universidad de verano", el público general es cada vez de edad más avanzada. Sumar parece haberle robado la confianza de los jóvenes, dejando al espacio de los morados con simpatizantes entrados en años, nada que ver con aquellos seguidores de sus inicios y el 15M.

Interior de la taberna

La decoración del local —que, aunque haya abierto al público, aún no tiene todo listo— vira "entre lo hípster y lo carroza", con carteles de iconos femeninos pasados por un filtro de estética de propaganda soviética, al igual que la carta. Queda todo como una especie de adaptación banal de las viejas batallitas de la izquierda del siglo XX, una Rafaela Carrá o una Pepa Flores bajo lemas comunistas y en una "estética sóviet-pop".

Aplicando el principio de cordialidad, les otorgaremos el beneficio de la duda por estar arrancando el negocio, pero las paredes están prácticamente desnudas y algo desangeladas, no sabemos si por minimalismo o por falta de tiempo. Tampoco disponen, por el momento, de café, pero para los próximos días han asegurado que la máquina estará en funcionamiento.

Frente a la barra (minúscula, pero bien llevada, el personal es muy amable), un hombre de cincuenta y tantos años mantiene una conversación interesada con la camarera: "¿Qué bandera es esa ahí colgada?", preguntaba el señor. Cuando la mujer le explicó que se trataba de la de Palestina, él le respondió: "Qué bien, pues invítame a un doble, por Palestina", y acabó espetando un "¡Viva!". No le fue proporcionado el obsequio que reclamaba.

Al fondo de la estancia, como una especie presbiterio enclaustrado en el muro, hay un pequeño espacio convertido en escenario, donde piensan comenzar en las próximas semanas a organizar recitales de poesía y música, así como proyecciones de documentales.

Polémicas

Ya este martes pudimos ver a Pablo Iglesias limpiando cubiertos, en un vídeo que compartió a través de X para enseñar cómo pasaba al otro lado de la barra para ayudar en la cercana apertura de la Taberna Garibaldi.

El menú del local ha causado revuelo por poner nombres a sus cócteles haciendo alusiones a grandes figuras del socialismo y la extrema izquierda. Ofrecen bebidas espirituales como el "Fidel Mojito", el "Gramsci Negroni" o el "Durruti Dry Martini". Éste último fue el que motivó a un grupo de anarquistas a vandalizar la fachada de la taberna a principios de esta semana.

Varios usuarios de redes sociales han afeado a los propietarios que hayan utilizado imágenes de un archivo digital en el menú online, en vez de fotos propias de sus platos, ya que algunas de ellas no parecen dar una imagen realista del producto que deberían representar.