Historia

Sobre el Colegio de los Niños de la Doctrina en tiempos de Felipe II (III)

Existían donaciones de algunos particulares, como la de la mujer de Juan Hurtado de Mendoza, que dejó para los niños el «Caserío de Silillos»

El cuadro de Murillo “Niños comiendo pastel” pintado entre los años 1670 y 1675
El cuadro de Murillo “Niños comiendo pastel” pintado entre los años 1670 y 1675La RazónLa Razón

En los artículos anteriores he empezado a explicar cómo se financiaba el Colegio de los Niños Doctrinos. Seguimos :

Existían también las donaciones de particulares, como aquella de la mujer muerta de un Juan Hurtado de Mendoza que dejó para los Niños la heredad de Silillos (hoy «Caserío de Silillos»). El tema tiene enjundia y no deja de ser confuso: el Colegio tenía un patrón, nombrado por el Ayuntamiento cada mes de enero. Además, de un rector, que era un eclesiástico. En cierta ocasión, se cometió a uno de sus patronos para que cobrara a doña Aldonza de Toledo, esposa de Juan Hurtado de Mendoza, el dinero que doña Luisa de Luzón primera mujer de don Juan, había legado testamentariamente a los Niños (todo eso durante el mes de julio de 1568).

El patrono cumplió con su cometido y en enero de 1569 se le pagaron las dietas, «26 reales por tres días que se ocupó en ir a notificar a doña Aldonza de Toledo…». La tal Aldonza de Meneses había regalado 420.000 maravedíes en «censos» a los Niños. Es decir, esa importante cantidad la moverían en préstamos menores, de liquidez inmediata, al interés que marcara la ley del rey. La habilidad en el movimiento de esa renta, garantizaba -o no- su éxito (29 de abril de 1569). De hecho, se invirtieron en la renta de algunos impuestos de transacciones comerciales (alcabalas), de tal forma y manera que si los impuestos subían, las rentas invertidas en esos impuestos y que servirían para su gestión, obtendrían beneficios: «situado en ciertas alcabalas de esta villa de Madrid y su tierra».

Algunos de esos censos entregados a los Niños por regidores llegaron a ser fraudulentos. Por ello, se ordenó desde el 6 de febrero de 1577 que «de aquí adelante ningún regidor, ni comisario que fuere del colegio de los Niños de la Doctrina, y escribano del Ayuntamiento traten ni contraten de ninguna manera con el rector del dicho colegio en vender ni entregar ningunos censos para el dicho colegio (…) atento a los inconvenientes que de ello resultan». Y es que, precisamente, simultáneamente, estaban sucediendo algunos de esos inconvenientes, y es que un regidor había vendido unos censos al Colegio que resultaban inútiles porque no rentaban lo prometido (15-II-1577). «El señor Corregidor mandó que se notifique al dicho Marcos de Vega que dentro de tres días entregue el dinero que montan los dichos dos censos y lo corrido de ellos; y pasados, se dé mandamiento para que un alguacil le ponga en la cárcel hasta que lo cumpla». Así se sancionaba la prevaricación, el cohecho y el robo en los tiempos de Felipe II. No es de extrañar que tuvieran ganas de que se aflojara tanto rigor y los tiempos de una nueva política llegaron con Lerma.

También fueron importantes las donaciones de Pedro de Limpias, situados en las tercias de Úbeda y en las alcabalas de Madrid, pero es que si me pongo a hablar de juros, catorce mil al millar, y demás, este texto podría ser aún más insufrible.

No se pueden dejar de lado los donativos municipales extraordinarios. Pocos, desde luego, porque era fundación municipal, pero alguno que otro en épocas de bonanza económica. El 31 de diciembre de 1576 mandó dar antes del día de Reyes «200 reales a buena cuenta del gasto que hace en los niños que recogen en aquella casa», o sea, por anticipado. Asimismo, el 4 de abril de 1579 recibió otra ayuda extraordinaria. No era infrecuente que para empedrar una calle, se repartieran los costes entre el Ayuntamiento y los vecinos beneficiarios. Ese día se acordó que lo que le correspondía de la derrama al Colegio, que eran 4.000 maravedíes, lo pagara el Ayuntamiento, «el empedrado de la calle y carrera de San Francisco donde tiene casa el dicho colegio». La donación se hacía «atento la necesidad que tiene el dicho colegio por la esterilidad de los tiempos», siempre y cuando lo aceptara el Consejo Real. El 15 de febrero de 1593 «se presentó una donación que el secretario Zayas ha hecho al colegio de los niños de la Doctrina cristiana de esta villa de 300.000 y tantos maravedís que el secretario Antonio Pérez (el secretario enemigo visceral de Felipe II y colega de Zayas), por su padre, le debía».