La historia final

Sobre el Colegio de los Niños de la Doctrina en tiempos de Felipe II (I)

Los Colegios dependían directamente de los Corregidores y por ende, del rey

Niños jugando a los dados, de Núñez de Villavicencio
"Niños jugando a los dados", de Núñez de VillavicencioMuseo del Prado

Desde los años 40 del siglo XVI existieron en Castilla varios colegios de los Niños de la Doctrina. El primero data de Valladolid, 1542 y un Gregorio Pesquera eleva un memorial al ayuntamiento de Madrid en abril de 1543 ara seguir la estela del de Valladolid (Santolaria, «Hispnia», 1996).

Se trataba de fundaciones municipales, a propuesta de clérigos, Estaban destinados estos colegios a niños abandonados, Se les enseñaban oficios, desde el de servir a otro mecánico, según correspondiera. En cualquier caso, el rey ordenaba explícitamente a sus corregidores el especial cuidado que habían de tener en la protección de estos colegios. Así, por ejemplo, cuando se nombró al cordobés don Luis Gaitán de Ayala corregidor de Madrid, (1 de octubre de 1586), de entre las muchas funciones y atribuciones que se le otorgaron, es muy destacable el que «tenga especial cuidado de los pobres y que haga que se guarde las leyes, pragmáticas de estos nuestros reinos y provisiones sobre ello dadas en el nuestro Consejo, y asimismo tenga cuidado de las Casas de los Niños de la Doctrina Cristiana y de saber cómo son tratados y qué renta y bienes tienen, y tomar las cuentas». Por lo tanto, los Colegios dependían directamente de los Corregidores y por ende, del rey.

Para las niñas existía en Madrid el Colegio de Loreto. Cuando el 26 de octubre de 1588 hubo que nombrar un rector nuevo, se decidió nombrar a «Medina, sastre, que ha desde que se fundó el colegio que acude a le servir en lo que se le manda y se ha ocupado en muchas cosas tocantes al aumento de la dicha casa, el cual es buen cristiano, hombre honrado y de asiento, al cual desde luego se nombra para que con vara de justicia haga lo susodicho, que es poner las dichas niñas con amos y las siente y recoja y haga hacer las escrituras de los asientos y cobrar los salarios de las vivas y difuntas y todo lo demás que se le ordenare, conforme al título e instrucción que el señor Corregidor le diere, que para ello se le da poder y comisión cumplida».

El mundo de los varones era, pues, diferente. En los próximos artículos, D.m., describiré en qué consistía el Colegio de los Niños de la Doctrina, remitiéndome sólo a los acuerdos recogidos en las actas municipales de tiempos de Felipe II.

Poco antes de la llegada de la Corte a Madrid en la primavera de 1561 y como si se tratara de una decisión necesaria más, el Ayuntamiento puso a la venta en subasta la antigua casa de los «Niños de la Doctrina» que estaba en la Puerta del Sol (acuerdo de 15 de enero de 1561). Puesto en marcha el proceso hubo que liberar la casa de cargas, lo cual llevó un tiempo. Se mudaron a San Francisco, a un alojamiento que costó 162.000 maravedíes, «que costó la casa en que viven a San Francisco».

En agosto se acordaba tomar «las cuentas tome de los niños de la doctrina» y a primeros de septiembre se solicitó al Consejo Real que pusiera en marcha unas auditorías, o «visitas» como decían entonces, de los hospitales y la Casa de la Doctrina, con la Corte ya en Madrid. El hecho es que la visita la realizaron el Corregidor y un regidor, en octubre de 1561. Comoquiera que a mediados de noviembre no había empezado la visita se instaba a que se hiciera. A partir de diciembre de 1568 se ordenó que se visitasen los libros y el edificio por dos regidores «el primer domingo de cada mes».