La historia final

Sobre el Colegio de los Niños de la Doctrina en tiempos de Felipe II (II)

Tras realizar una petición al Consejo Real, se decidió dar cien fanegas de trigo al año durante seis años a los pequeños. La decisión provocó fricciones en el Ayuntamiento

Sobre el Colegio de los Niños de la Doctrina en tiempos de Felipe II (II)
Sobre el Colegio de los Niños de la Doctrina en tiempos de Felipe II (II)Arc

La semana pasada di las primeras pinceladas sobre el Colegio de los Niños de la Doctrina de Madrid. A partir de ahora iré describiendo cronológicamente sus avatares partiendo de una auditoría que se hizo en 1561.

De entre las decisiones que cuajaron a raíz de aquella visita del otoño de 1561 estuvo el hecho de que a partir de enero de 1562, y tras realizar petición al Consejo Real, que era el que autorizaba el movimiento de recursos municipales «estratégicos», se decidió dar cien fanegas de trigo al año durante seis años a los niños de la Doctrina. Sin embargo, el Consejo Real mandó que no se tocara el trigo del pósito y que se sacara de bienes de propios, o sea, comprándolo, a lo que el Ayuntamiento replicó que los propios, desde la llegada de la Corte, estaban empeñados (por compras de bastimentos, limpiezas de calles y otros gastos extraordinarios que pagó Madrid de su caja).

Así las cosas, Felipe II regaló «de limosna» las 100 fanegas. La entrega de esas fanegas se acostumbraba a hacer en la primavera de cada año, es decir, del último grano que iba quedando. No obstante lo cual, en junio de 1563 hubo fricciones en el Ayuntamiento porque el hospital de San Lázaro había solicitado limosna al Ayuntamiento, se había realizado una visita y algunos eran favorables de darles la ayuda que pedía, y otros no, porque si se empezaban a dar fanegas de limosna se iban a vaciar los depósitos enseguida, o en sus propias palabras «será abrir puerta para que se gaste el depósito en cosas que no es bien gastarse». El hospital de San Lázaro era nuevo y para «los pobres que allí se curan de aquel mal contagioso» (la lepra). Era lógica la inquietud por ser «como es, cosa nueva pedir limosna del depósito del pan». Debería mantenerse la tradición y dar limosna solo y exclusivamente al hospital de «Santiago de los Caballeros de esta Villa y Niños de la Doctrina» (30 de junio de 1563).

De aquella primera petición de dar cien fanegas, se solicitó prórroga en enero de 1568, que fue concedida por el rey en febrero de 1568: se consolidó una fuente de ingresos, en especie, del Colegio de los Niños de la Doctrina (en septiembre de 1573, de nuevo se pide otra prórroga y así sucesivamente).

Era una manera de proveerse de fondos. Otra era que de algunas penas que ponía el Ayuntamiento, la mitad iban para los niños: así, desde enero de 1562, a los regidores que no estuvieran puntuales a las 9 de la mañana, se le multaba con 1.000 maravedíes, «la mitad para la Cámara de Su Majestad y la otra mitad para los niños de la Doctrina cristiana».

Una tercera vía de financiación era de la de dar cobijo a otros, que pagaran por usar sus instalaciones, y así que «dando limosna, la que concertaren con el capellán [del Colegio] los cofrades de San Isidro, les deje comer en la casa de los niños de la doctrina», durante alguna procesión, o una romería, o un acto social.

Una cuarta vía era por derramas extraordinarias. A mediados de marzo de 1567 se visitó el estado de las limosnas municipales y el 18 de agosto se ordenó que se hiciera una que se cargó sobre el superávit municipal, o «sobra de rentas»; que «se dé a los Niños de la Doctrina de sobras de rentas 30.000 maravedís», tras pedir autorización al Consejo Real.