Historia

Sobre el Colegio de los Niños de la Doctrina en tiempos de Felipe II ( y VI )

Juan Fernández fue elegido rector del colegio en el año 1577. El Ayuntamiento le duplicó el sueldo pasando de los 9.000 maravedíes al año a 18.000 y le permitió tener un ayudante

La obra "Niños comiendo uvas y melón" forma parte de la pintura de género de estilo barroco de Murillo
La obra "Niños comiendo uvas y melón", de MurilloArchivoArchivo

Acababa diciendo cómo un tal Juan Fernández había sido elegido rector del colegio en 1577. Tras más de una década de trabajos, pedía un ayudante. Lo argumentaba haciendo una defensa de sus méritos.

Declaraba que llevaba 12 años trabajando como rector del Colegio, administrando e incluso aumentando sus rentas, «porque al tiempo que yo entré en la dicha casa tenía 113.000 maravedís y ahora tiene más de 200 mil de renta», y aún más, «sin lo que se ha acrecentado en cuartos y dormitorios y otros aposentos, e iglesia y portería que se ha hecho con las limosnas que yo he adquirido de personas devotas del dicho Colegio, y asimismo he traído de Roma una cofradía muy principal con muchas indulgencias y privilegios y hecho bendecir la iglesia y traído licencia para se poder enterrar en ella todas las personas que quisieren, que es negocio que ha de ser de grandísimo provecho y aumento al dicho Colegio como de todo podrán informar los señores comisarios que han sido del dicho Colegio…».

Continuaba, «sirvo a la dicha casa y Colegio todos los días de fiesta y muchos días entre semana de capellán diciéndoles misa, sin tener obligación de ello, en que se ahorra mucha limosna que se había de dar a un capellán que dijera misa de más de la devoción que se acrecienta a muchas personas…» para concluir, «es necesario persona que me ayude, me manden acrecentar el dicho salario».

El Ayuntamiento le duplicó de golpe el salario pasándoselo de 9.000 maravedíes al año, a 18.000. De ellos tendría que descontar lo que diera al ayudante.

El 1 de abril de 1598 hubo una nueva elección de rector, esta vez por un año de duración. Se quiso consultar elecciones anteriores u ordenanzas del Colegio y no las tuvieron a tiempo. No estarían en el archivo. Hubo que buscarlas.

Una de las preocupaciones que deberíamos tener particulares e instituciones es la de la conservación del archivo.

La pérdida de los documentos puede causar graves problemas de inmediato, pero también para conocer sistemas del pasado, como el contable.

Por ejemplo, el 26 de agosto de 1578 «se acordó que Jerónimo de Riaño entregue a Francisco de Monzón los papeles que tiene del Colegio de la Doctrina para que pase ante él las cuentas de aquella casa». Luego, a saber a dónde fueron a parar los papeles de Monzón. Si hoy se siguiera actuando así, sin una custodia de la documentación, naturalmente se estaría trabajando a la antigua usanza. Parece ser que en 1573 se trajeron de Roma ciertas indulgencias para el Colegio de la Doctrina. Los costes de todo ello se cargaron contra las rentas del Colegio…, que todo cuesta.

En muchas ocasiones nos preguntamos que en dónde están las murallas de nuestras ciudades. A veces lo sospechamos, a veces lo sabemos…, y a veces los documentos nos lo cuentan: (23 de septiembre de 1573), «Acordóse que para las tapias que se han de hacer en la casa de los Niños de la Doctrina de esta Villa se tome de la piedra de la puerta de Moros lo que fuere menester para lo de los cimientos». Creo que como introducción a los primeros años del colegio de San Ildefonso, no está mal lo tratado hasta ahora. Me he excedido. Pero hasta donde yo sé nunca se había dedicado tanta atención a los orígenes del Colegio de San Ildefonso, el de los niños de la Lotería Nacional.