Historia

Cómo cambia la historia: Mallorca y los mallorquines en 1670 (I)

Unos códices del archivo de la isla reflejan que el Marqués de Villalba certificaba que Mallorca era uno de los reinos de la Corona de Aragón y se gobernaba por su Consejo Supremo

Bañistas en una playa de Palma de Mallorca
Una imagen actual de las playas de MallorcaIsaac BujAgencia EFE

Esto no es una ucronía. Esto es una verdad como un puño de grande. Hace unos años estaba de veraneo en Mallorca. A los historiadores que nos gusta la Historia, nos suele encandilar el ir al archivo más cercano, o a los archivos más próximos al lugar de vacaciones. A los historiadores nos gusta esa suerte de trabajo de campo. Sin archivos no hay Historia que valga. Así que en aquel verano me acerqué al Archivo del Reino de Mallorca que estaba entonces, si no me falla la memoria, en el quinto pino de un pinar. Es posible que por rehabilitación de la sede oficial en el centro de Palma, pero de verdad que no lo recuerdo bien.

El caso es que eché la mañana entre papeles porque, ¿Qué mejor que hacer en Palma y alrededores que ver documentos, visitar la tumba de Robert Graves en Deià, la inmensa Cartuja de Valldemossa con sus miles de historias de pianistas, artistas, escritores y otros presos de cuerpo o de alma, e incluso la propia capital dejándome atrás no sé cuántas cosas más?. Pues aquel día pedí, entre otros, el Códice 32. Me interesé casualmente por los folios 211 vuelto y 212 recto. Se trataba de un par de registros, o copias de otros dos brevísimos expedientes en que se recogía (y ahora si fuera director de un corto pasaría del plano del historiador del siglo XXI en el archivo, a la imagen en blanco y negro de hombres de finales del siglo XVII; callo ya y les dejo a ellos con sus cosas), en que se recogía…

Por un lado, que el Marqués de Villalba, Protonotario del Consejo de Aragón, que tenía su sede en Madrid, certificaba que «El Reino de Mallorca es uno de los de la Corona de Aragón y se gobierna por este Consejo Supremo de Aragón y es isla adyacente a España y que sus reynocales (sic, ¿por reino-locales?) han sido y son tratados, tenidos y reputados por españoles, ocupando los oficios y honores así seculares y militares como eclesiásticos que ocupan y gozan los nacidos en tierra firme de los Reinos de la Corona de Aragón que están situados en España y como porción de la Corona acudían sus naturales y concurrían en las Cortes que los señores reyes celebraban en Cataluña. Y para que conste donde convenga a pedimiento del doctor don Pedro Nadal y Dezcallar, síndico del Reino de Mallorca (…) doy la presente firmada de mi mano y sellada con el sello secreto de Su Majestad que está en mi poder. En Madrid, a diez días del mes de mayo de mil seiscientos y setenta años».

Así que los naturales de Mallorca eran tenidos por españoles como los demás de la tierra firme de la Corona de Aragón y que se reunían en Cortes en Cataluña, porque por razones obvias de seguridad, no iba el rey a cruzar el mar, sino que se hacía al revés e iban a Cataluña en cuyas Cortes los mallorquines defendían sus derechos y planteaban sus problemas.

El otro documento que me llamó la atención era el registro que iba a continuación del anterior según el cual, «habiéndose visto en el Consejo de Guerra un memorial dado en nombre de los naturales del Reino de Mallorca en que suplican a Su Majestad se sirva de mandar se les dé certificación para que conste dónde convenga y no se dude de que es uno de los Reinos de Aragón [no de Cataluña] y como a tales están incorporados los sujetos que sirven entre los españoles así en las armadas como en los ejércitos donde gozan las mismas preeminencias y honras que los castellanos», y ahora la resolución del Consejo de Guerra, «Ha acordado el Consejo, hoy día de la fecha se les dé certificación de lo que pareciere, en cuya ejecución certifico que los naturales del dicho Reino de Mallorca han sido y son tratados, tenidos y reputados en los ejércitos, armadas y galeras de Su Majestad por españoles, teniendo asiento en los tercios de ellos y siempre han gozado del mismo pie, fuero y preeminencias que los castellanos. Y para que de ello conste donde convenga, doy la presente firmada de mi mano y sellada con el sello secreto de Su Majestad. En Madrid a once de mayo de mil seiscientos y setenta años. Don Bartolomé de Lagasa».

(Continuará)