
La historia final
Cronistas y corografías durante «El Madrid barroco» (III)
Era «lugar principal y noble y que por serlo hicieron en él su morada los reyes antiguos de Castilla»

Antigüedad, nobleza y grandeza. Sobre esos tres pilares se levanta la más reconocida historia de Madrid de la Edad Moderna. Mas no pensemos que se trata de una historia de exaltación de lo madrileño, urbano o ciudadano, contra las pretensiones de la monarquía, sino todo lo contrario: es la exaltación, después de 1626 de todo lo que tiene que ver con fidelidades y lealtades a la Corona. Una de las claves para entender este libro la podríamos definir como lealtad y fidelidad al rey, sí; a la Corte... no tanto.
Por otro lado, parece como si en las ciudades hubiera importantes grupos que aceptaran los derroteros políticos por los que se andaba acaso porque aquellas oligarquías obtuvieran beneficios de la guerra, de la reputación de la defensa del catolicismo, del Imperio en definitiva. Beneficios económicos, en las conciencias, en la fama. Una importante parte de la población urbana vivía gracias a ello y tenían que defenderlo, naturalmente.
Veamos los rasgos más importantes de su texto. En primer lugar, reconoce la necesidad, como natural de Madrid, «por respeto de ser patria» (hoy diríamos por «hacer patria»), de servir a su lugar de nacimiento. Busca escribir una «historia verdadera», pero pendiente de la herencia clásica que tiene Madrid. El método de trabajo que ha aplicado: «Es necesario tiempo para buscar y ver memorias y papeles antiguos».
En fin, el tiempo empleado por Quintana para escribir su historia de Madrid, fue extenso, «ha sido trabajo de diez años». En esos años, ¿estuvo en El Escorial consultando los manuscritos e impresos de la Laurentina?
Teniendo en cuenta que la historia de Madrid no había sido escrita por nadie o por unos pocos «dándonos, cuando mucho, una pequeña luz» porque de hecho algunos «nos dejaron más oculta que manifiesta su grandeza» él había acudido a escribir esta historia para demostrar que antes de que Felipe II estableciera la Corte en Madrid era «lugar principal y noble y que por serlo hicieron en él su morada los reyes antiguos de Castilla».
¿Cuáles son los temas desarrollados por Quintana? Dividido el libro en tres partes, como hemos visto, dedicada cada una a la Antigüedad, la Grandeza y la Nobleza de Madrid, analiza y describe en cada parte varios temas.
En la Antigüedad, hace una incursión en la fundación, topónimo (de origen latino, Maiorito) y fertilidad del suelo de Madrid, haciendo especial hincapié en las disputas localistas; se habla del clima y del escudo; de las puertas de Madrid y sus edificios antiguos o se describen grandes acontecimientos de tiempos de los gentiles, mostrándonos restos epigráficos romanos o anteriores, como hizo Ambrosio de Morales en sus Antigüedades de España. Ambrosio de Morales fue, dicho sea de paso, el alma mater de los interrogatorios de la «Descricpción de los pueblos de España», que vemos que también usó Quintana.
En los capítulos siguientes describe la cristianización de Madrid y muestra la evolución del culto a las vírgenes de Atocha y de la Almudena, así como de la organización eclesiástica del sitio. Continúa con la historia de la Villa hasta su conquista haciendo mención a cómo aparecen sus grandes pleitos históricos, en especial el que mantiene contra Segovia por los aprovechamientos del Real del Manzanares. Se cierra este primer libro con los beaterios, hospitales y otros focos de devoción que hubo en Madrid «antiguamente».
El segundo libro es más fácil de sintetizar. Trata de la Nobleza de Madrid, entendida ésta como los hechos valerosos en defensa de la religión o en la plasmación de quiénes son las familias hidalgas de Madrid. Así, están las hagiografías de San Dámaso y san Isidro y las de diez mártires madrileños y de doña María de Austria. A ello sigue la historia de ciento nueve páginas dedicadas a apellidos locales, cerradas con dos catálogos, uno de «personas eminentes en letras» y otro «de los generales y capitanes que han salido de esta villa para la guerra». Recuerdo que el encabezamiento de la pregunta 38 del interrogatorio de 1575 de la «Descripción de los pueblos de España» inquiría sobre «Las personas señaladas en letras o armas [que] hayan nascido o salido de él». Dicho sea de paso que en muchas ocasiones a cada apellido sigue su sucesión o su mayorazgo. La pregunta 41 de 1575 decía: «Los mayorazgos que hay en el dicho pueblo y las casas y solares de linajes que hay en él y los escudos de armas que tuviesen...». Naturalmente, no he podido resistir la tentación y he buscado su propia opinión sobre sus orígenes. En la letra «Q» encuentro «En esta letra sólo hay en los padrones un apellido, de que no se ha podido tener noticia» ... y nada más. Nada más, ni nada menos: ninguna alusión a los Quintana, ningún intento de hacerlos hidalgos o de hacerlos famosos. ¿Tenía algo que ocultar su linaje, aunque él estuviera en la Inquisición?
(Continuará)
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