La semana

Lobato afianza su liderazgo en el PSOE tras fulminar al concejal que palmeó a Almeida

Desde Ferraz aseguran que «no ha necesitado pinganillo» del partido para forzar el adiós de Daniel Viondi, concejal muy unido a Pedro Sánchez

El secretario general del PSOE-Madrid, Juan Lobato
El secretario general del PSOE-Madrid, Juan LobatoVíctor LerenaAgencia EFE

El secretario general de los socialistas madrileños, Juan Lobato, ha marcado territorio esta semana tras pulverizar en tiempo récord al ya ex concejal del Ayuntamiento de Madrid, Daniel Viondi. El líder del PSM consolidaba su liderazgo en las procelosas aguas de la federación madrileña con su reacción inminente al deleznable palmeo que el dirigente local propinó al alcalde, José Luis Martínez-Almeida. No era la primera vez que Viondi protagonizaba un acto violento en su carrera política. El socialista ya amenazó a un diputado de Podemos con arrancarle la cabeza, pero entonces, no hubo consecuencias.

Protegido por el presidente del Gobierno en funciones y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, afirman fuentes de su partido, siempre se amarró a su «amistad» con el jefe del Ejecutivo para zafarse de posibles sanciones por su actitud. Ha sido Lobato quien ha puesto fin a su carrera. Una decisión exprés para una escena sin precedentes en la política española. La determinación del líder socialista ha sido aplaudida en sectores del arco parlamentario regional, municipal y nacional, después de obligarle a dejar el acta de concejal y del anuncio de su expulsión de los cargos en la organización. «El PSOE de Madrid es respeto y educación siempre», ha subrayado. «Pido disculpas en nombre de mi partido al señor Almeida por lo sucedido. Somos responsables del buen ejemplo que debemos dar», ha agregado.

El concejal madrileño fue obligado a dejar el acta inmediatamente después de dirigirse al alcalde y tocarle tres veces la cara con el aviso: «Te estás equivocando». Le falto añadir: «bonito…», para remarcar la inaceptable advertencia que provocó la repulsa del pleno y la de sus propios compañeros. No se esperaba la portavoz socialista municipal, Reyes Maroto, que su estreno en Cibeles fuera a pasar por tan abyecto acontecimiento. Viondi ensució el debate, con medio centenar de puntos del día para engrasar la maquinaria municipal después del verano. «Es usted un violento en los plenos y no se lo voy a permitir. No vuelva a tocarme la cara», le reprochaba el alcalde, visiblemente enfadado y antes de escuchar las disculpas públicas de Maroto en nombre del Grupo socialista.

El primer pleno del curso se preveía intenso por el voto sobre la Ley de Amnistía, pero nada auguraba un desenlace como el ocurrido al final de la sesión. Viondi enfiló el camino hacia Almeida y hacia su final político a la sombra de Pedro Sánchez y a las puertas de una supuesta investidura de su mentor. Con él dio los primeros pasos en 2004 en el Ayuntamiento de Madrid y consolidó su relación gracias a la afición de ambos por el baloncesto. Posteriormente formó parte de la lista socialista a la Asamblea de Madrid que encabezó el ex ministro Ángel Gabilondo. Fue en la Asamblea de Madrid donde increpó al dirigente de Podemos, lo que no impidió que su rumbo político continuara sin que los líderes de su partido se lo impidieran. Reconocen en el PSM sus excesos verbales y falta de control pero «siempre ha estado blindado», lamentan. La que aspiraba a ser candidata al Ayuntamiento, Mercedes González, propició su inclusión en las papeletas de las pasadas autonómicas y municipales, antes de que el presidente, de cuyo círculo formaba parte, la rechazara para encabezar la formación municipal a favor de Reyes Maroto.

Lobato ha roto la deriva de Viondi y, por tanto, la suya propia, haciendo trizas la protección de la que, según algunos de sus compañeros, gozaba por parte del aparato socialista. La impronta moderada del líder madrileño no encaja con las formas del ex concejal, reconocen, y «no va a dejar que le aparten de esa forma de hacer política. Él es el secretario general», remarcan ante los que aventuraban un liderazgo mermado por las tradicionales luchas de poder en el enjambre socialista madrileño. «Juan no necesita pinganillo», ironizan sobre las versiones internas que apuntan a una posible sugerencia de Ferraz para laminar al concejal. De hecho, aseguran que Lobato ha tomado medidas para que el partido le obligue también a abandonar todos sus cargos orgánicos: secretario general del PSOE en el distrito de Vicálvaro, miembro del comité federal y del regional del PSM y de la ejecutiva del PSOE de Madrid.

La contundencia del líder socialista ante la impresentable actitud de Viondi ha reforzado su figura ante los suyos en su triple condición de secretario general del PSOE madrileño, portavoz del Grupo en la Asamblea de Madrid y senador, un cúmulo de cargos que había levantado ampollas en algunos sectores de su formación, recelosos de su exceso de poder. «No va a tener tiempo para hacerle a Ayuso la oposición que se merece», argumentaron para disimular lo que en el imaginario de los veteranos del partido en Madrid no es más que un «ataque de cuernos».

Esta semana, Lobato ha vuelto a criticar en la Cámara de Vallecas el «exceso» de protagonismo de la política nacional en detrimento de lo que él entiende que «importa a los ciudadanos». La despreciable actitud de un concejal de su partido ha puesto la gestión local en el foco nacional. Su diligencia, también.