Historia

Mujeres y labradoras: Alcalá de Henares en el año 1570 (II)

De los 222 campesinos que entonces acudieron al juez para registrar sus tierras, en torno al 10% eran féminas

 Cuadro de Alcalá de Henares (1565) de Anton Van Der Wyngaerde
Cuadro de Alcalá de Henares (1565) de Anton Van Der WyngaerdeLRM

Paciente y sofocado lector, por el calor estival. La semana pasada fui entrando en materia sobre un «arbitrio» propuesto a Felipe II, según el cual se explotarían mejor las tierras de particulares que no las de propiedad concejil o realenga, es decir, públicas. Pareció bien la propuesta, se vio que había miles de parcelas en manos de miles de miles de campesinos que las explotaban de muy diferentes maneras y sin mucha seguridad sobre el dominio de cara al futuro, y se decidió venderles a esos abnegados cultivadores las parcelas en las que en ese preciso momento estuvieran trabajando. Se mandó a jueces de comisión, se registraron los pavos de tierra, se ofrecieron dineros al rey y se escrituraron a nombre de esos particulares.

Entre las decenas de miles de escrituras que hace más de un cuarto de siglo fui tecleando en DB-III y DB-III Plus, (o algo así), que eran los programas de bases de datos que manejábamos por entonces (empecé a echar cuentas con una máquina registradora Olivetti, de aquellas de la palanca de sube y baja y el rodillo de papel y la tinta negra y la roja; luego pasé al único ordenador que teníamos en el Instituto de Historia del CSIC, un IBM de los convenios Fullbright España-EEUU), digo que cuando di por concluida la introducción de datos, mi buen amigo entonces y aún hoy y colega Fernández Izquierdo, se fue con los discos al Centro de Cálculo del CSIC y sometieron todo aquello a un análisis estadístico de otro programa, el BMDP, o en cristiano «Biomedical Data Processing».

Las montañas de papel perforado por ambos lados arrojaron datos interesantes. Con mi particular síndrome de Diógenes, guardo todo, o casi todo aquello, porque en alguna mudanza se ha debido quedar algo por el camino.

Uno de los datos que entonces me llamó la atención y que me ronda desde hace más de treinta años y que vuelvo a traer hoy a colación es el de la cantidad de mujeres que compraron tierras.

Efectivamente, en la actual provincia las mujeres en general (que es de suponer que habría muchas viudas entre ellas) ocupaban según mis bases de datos 21 anotaciones entre los 100 mayores compradores: compraron el 18% de toda la tierra que compraron los más ricos y pagaron el 15% de lo que pagaron los mayores hacendados.

No quiero aburrirte más. Vámonos a Alcalá de Henares hacia 1570. A lo largo del siglo XVI y según los datos del censo de 1528-1534, el de los moriscos de 1576 y el de 1590-91, Alcalá de Henares tuvo una población entre dos mil y dos mil trecientos «vecinos», esto es, cabezas de familia; esto es, unos siete u ocho mil habitantes.

A Alcalá de Henares se mandó a Francisco Delgadillo. De entre la gran cantidad de líneas que escribieron él y su escribano (un tal Diego de Escamilla), me permito destacar unos cuantos folios, tan solo. Remitió a Hacienda una interesantísima «Información y relación de las personas que tienen tierras conejiles y realengas, vecinos de esta Villa…». Gracias a esa información, el etnógrafo podrá comparar topónimos de antaño con los actuales, o evolución de los cultivos, o superficies medias por explotación, en el caso de poderse comparar aquellos datos con la realidad estadística actual del «Corredor del Henares».

Según su meticulosa descripción de vecinos (y no forasteros), superficies y localizaciones, («Item, registró Mari López de Heredia, en el término de Bañuelos, diez fanegas de tierras y sirve a Vuestra Majestad, de su voluntad, con quinientos maravedíes por cada fanega»), resulta que en Alcalá acudieron al juez para registrar las tierras públicas que estaban arando, 222 campesinos, esto es, el 11% de la población de la ciudad universitaria.

De entre esos 222 registrados, 21 eran mujeres, algo menos del 10%. No es fácil saber de primeras si eran viudas, casadas o solteras, ya se ve en el ejemplo anterior, o en el caso de «La de Torrelaguna»; más ilustrativo es el registro de «Ana de Atienza, mujer que fue de Santa Cruz». Dicho sea de paso que la tal viuda era de «Atienza» (tierra de descendientes de conversos) y su marido era un Santa Cruz…

(Continuará)

Alfredo Alvar Ezquerra es profesor de Investigación del CSIC