Escena final
De qué hablamos cuando hablamos de amor
Los Teatros del Canal presentan «Principiantes», adaptación de la obra maestra de Raymond Carver
«Principiantes» es la versión sin «corregir» de la obra maestra de Raymond Carver «¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?» que sufriría una poda de casi la mitad a manos de Gordon Lish, editor y amigo de Carver, previa a su publicación en 1981. En ella, cuatro personajes intentan responder a esa pregunta, «un cardiólogo que no sabe de los asuntos del corazón; una mujer enamorada de quien le rompió el corazón y algunos huesos; un hombre envuelto en una coraza y una mujer crisálida convirtiéndose en algo desconocido», explica Andrés Lima que dirige esta versión de Juan Cavestany que se estrena en los Teatros del Canal. Dos parejas, un matrimonio «veterano» –Javier Gutiérrez y Mónica Regueiro– y otra joven –Daniel Pérez Prada y Vicky Luengo–, conversan en una cocina en torno al tema del amor y comparten experiencias e ideas sobre su significado y la necesidad del otro. «Nuestra propuesta quiere ser una inmersión completa en los elementos recurrentes del universo Carver: además de las relaciones de pareja, la soledad, la precariedad laboral, la predestinación frente al azar, y por supuesto, el alcohol, el mundo de lo onírico, de lo absurdo, para arrojar una mirada cruda pero también amable sobre la fragilidad humana ante las contradicciones», afirma Cavestany.
«El montaje está basado en el relato corto “De qué hablamos cuando hablamos de amor”, originalmente publicado como “Principiantes”, pero también hemos incluido “One more thing” (“Una cosa más”) como introducción y dos o tres alusiones a otros relatos conocidos de Carver, para dar cabida a más elementos de su universo –explica Cavestany–. Quizá este es su texto más conocido junto con “Catedral” y, tanto en el relato como en el montaje, los personajes intentan hablar del ideal del amor, queriendo definirlo, acotarlo y enmarcarlo en la biografía propia, y para ello se da vueltas hablando de otras cosas como haríamos cualquiera: es decir, de las propias contradicciones y anhelos de la vida. El amor sublime o idealizado tiene aquí una presencia relativamente pequeña, porque es difícil y problemático, un proyecto por lo general imperfecto».
De alguna manera, estas parejas representan dos estadios del amor, el primerizo, fresco, ilusionado y romántico y el más tóxico y deteriorado por la convivencia. «Pero hablar de amor aquí es un pretexto para sacar a relucir frustraciones, desesperanzas, celos y, en algún momento, la peor cara del ser humano. Carver es tan fino y descarnado que nada es lo que parece y lo que subyace por debajo es quizá lo interesante, como casi siempre en la vida», afirma Javier Gutiérrez, que interpreta a un cardiólogo, «un tipo que se dedica a arreglar corazones teniendo el suyo roto, con problemas de alcohol y con su pareja, que desea amar y ser amado, pero está incapacitado para hacerlo. Ante la desinhibición del alcohol, el encuentro se les va de las manos y salen a relucir cosas que nunca pondrían encima de la mesa». No es el amor romántico el que Carver presenta, «esa idea está desapareciendo y es algo casi utópico –afirma el actor–. Yo creo que el ser humano no está preparado para amar, no nos educan debidamente para ello y estamos llenos de inseguridades, de miedos que nos atenazan y hacen que no seamos honestos y sinceros a la hora de dar». Y prosigue: «Nos puede parecer una función descarnada y dura, pero es la vida, se pasa del amor al odio muy fácilmente, hoy te casas y mañana te divorcias, y a la persona que amas acabas pegándole un tiro o cosiéndola a puñaladas como por desgracia vemos casi a diario». Por eso es una pieza para reflexionar. «El teatro tiene una parte de divertimento, pero tiene que incomodar y esta es una de esas funciones que a mí me gustan como actor y como espectador porque te apelan directamente y hacen sentirte incómodo en la butaca», asegura.
Dónde Teatros del Canal. Cuándo del 12 de enero al 6 de febrero. Cuánto de 9 a 30 euros
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