Ya te llamo yo
Pudor y contención
Ofrezco, pues, mi voto al candidato que menos vergüenza ajena dé en esta campaña
Aprovecho este espacio para hacer un llamamiento a nuestros políticos de cara a la campaña electoral. Seré breve: pudor y contención, señores. Por caridad. Asumimos que nos tienen que dar la turra para llamar nuestra atención y obtener nuestro voto pero, por lo que más quieran, no nos abochornen. No es necesario que se muestren cercanos, no se suban al metro, no vayan al mercado, no abracen ovejas, no bailen sexy. No nos prometan playas, ni doscientos millones de viviendas públicas. Tómennos en serio, trátennos como a adultos. Y si no como a adultos, al menos tampoco como a niños con problemas cognitivos y déficit de atención. Y no se pongan cursis, esto es fundamental. No queremos de ustedes ternura, ni siquiera queremos empatía (maldita empatía). No nos tuteen, que no nos conocemos. ¿Qué confianzas son esas? No se preocupen por nuestra felicidad, que de eso ya se ocupan nuestros familiares y amigos, preocúpense por lo que les toca: hagan su trabajo. Ahórrense el tonito de cantautora de canción infantil en biblioteca del extrarradio enumerando animales y profesiones en rima consonante. Dejen los diminutivos para cuando hablen con su sobrino o su perro. A nosotros háblennos de medidas, de propuestas, de soluciones. Preséntennos su programa. Pero uno que no sea el discurso de Miss Arequipa o una carta a los reyes magos. Y ya, barriendo para casa, piensen en los periodistas que tendremos que cubrir todos esos actos, por favor. Que además de periodistas también somos personas. Y tenemos familias. Y luego hay que volver a casa, como si volviésemos de Vietnam, con todo el estrés postraumático y la mala hostia, que también.
Ofrezco, pues, mi voto al candidato que menos vergüenza ajena dé en esta campaña. Voy con todo al pundonor. Todo sea que me toque quedarme en casa en la fiesta de la democracia.
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