Tradición y fe
Torrelaguna marca el paso: una procesión única en la Sierra Norte de Madrid
La joven Hermandad del Perdón saldrá el próximo Viernes Santo para llevar a Torrelaguna la única estación de penitencia de la zona. LA RAZÓN fue testigo de su ensayo general
El cielo está despejado, lo cual facilita que haga bastante calor para apenas haber finalizado el mes de marzo. Poco a poco, la plaza Mayor de Torrelaguna empieza a llenarse de vida. Familias jóvenes con niños pequeños corretean por la plaza, a los pies de una iglesia, ahora en obras, que bien podría haber sido propia de ciudades más grandes. Víctor acaba de llegar de Madrid, y saluda a sus compañeros de la Antigua Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo del Perdón, María Santísima del Rosario al Pie de la Cruz y San Juan Evangelista. O, como señalan ellos, la «Hermandad Sacramental del Perdón». Como cada domingo, recorre los casi 70 kilómetros que separan el pueblo de la capital para el ensayo de la procesión que tendrá lugar el Viernes Santo. «Debajo del paso van 21 personas, entre ellas dos mujeres», indica Alberto García, hermano mayor. «Además, no hay relevos. Como se suele decir, vamos de mármol a mármol», añade. Es decir, empiezan y acaban en el mismo lugar. «Salimos de aquí, hacemos un recorrido por lo que es el casco urbano del pueblo y volvemos, ya que esta es nuestra sede canónica», explica. El problema, señala, es que este año la iglesia de Santa María Magdalena está en obras, así que tendrán que preparar las imágenes –que ahora aguardan en la capilla del conjunto conventual de las Hermanas Carmelitas de la Caridad de Vedruna de la localidad– en los pasos en apenas 24 horas. Las llevarán a la iglesia y, el Viernes Santo, solo la hermandad podrá entrar, por motivos de seguridad, a por ellas al templo, mientras los fieles esperan en la entrada para acompañarles en un camino de algo más de dos horas.
«Llevamos 15 años, somos una hermandad joven», relata García. De hecho, este mes de diciembre se cumplen 10 años de que se aprobasen los estatutos de la hermandad, ya que, hasta ese momento habían estado funcionando como asociación. «Todo comenzó porque nos juntamos un grupo de jóvenes y decidimos empezar esta andadura de hacer una hermandad en un lugar en el que prácticamente no había una Semana Santa como tal», explica. De hecho, hasta ese momento, en Torrelaguna salía la patrona y una imagen del Cristo que no era de una hermandad, sino que llegó porque en el pueblo se rodó la película italiana «Hermano Marciano», y la talla del Cristo que aparecía en ella se quedó en Torrelaguna. «Valía más devolverla a Italia que lo que había costado la talla en sí, así que decidieron dejarla aquí, y salía en una procesión a la que íbamos menos de diez personas acompañando al Cristo el Viernes Santo», recuerda García. En aquel contexto, «una persona, que fue hermano mayor durante muchos años, Rafael Fernández, nos dijo un día que por qué no hacíamos una hermandad, y así fue como empezó todo», añade el actual hermano mayor.
Pero estas cosas no surgen de la nada. «Desde entonces, empezamos a andar, siempre promoviendo uno de nuestros principales carismas que es el de poner en práctica la caridad y evangelizar. Todo lo que tenemos es para los que lo necesitan. Para sacar la papeleta de sitio, por ejemplo, no hay que poner dinero, sino que pedimos a los hermanos que traigan un kilo de algo para dárselo a Cáritas. Si la hermandad tiene más o menos enseres, da igual, pero hay gente que lo está pasando realmente mal. Todo el mundo sabe lo que es la Semana Santa, pero muy poca gente es consciente de lo que vive un cofrade durante 365 días», explica Alberto.
Pero, además de ser una hermandad joven en medio de la Sierra Norte de Madrid, encontramos algo muy especial en ella. Y es que es la única que «hace estación de penitencia en esta zona». «Para ello tienes que salir de tu parroquia y visitar otra en la que haya una exposición del Santísimo», explica Francisco Jiménez, secretario de la hermandad. «Nosotros tenemos la suerte de que al salir de la iglesia tenemos el convento de las Madres del Verbo Encarnado, y es ahí donde hacemos la estación de penitencia», añade. Esta tradición, originaria de Sevilla, suele consistir en que las procesiones salgan de su sede y vayan a la catedral, donde entran con el paso. «Nuestra estación de penitencia consiste en caminar hasta el convento, donde entra el hermano mayor acompañado del párroco o capellán de la hermandad, hace una oración y, a partir de ahí, continuamos», explica Jiménez.
«Además, somos el único paso de misterio», apunta el hermano mayor, haciendo referencia a que la procesión está compuesta por más de una imagen. «Incluso en Madrid no es muy habitual la que saca más de una. Nosotros, si tenemos suerte, sacaremos las tres», asevera. Estas imágenes, elaboradas por el artista lucentino José Daniel Henares, representan a Cristo en la cruz, a la Virgen y a San Juan. «Juntos», señala García, «conforman lo que se conoce como el Stabat Mater, que es cuando Jesús dice, en la cruz Madre, aquí tienes a tu hijo, hijo, aquí tienes a tu madre».
La imagen del Cristo es muy limpia, diferente a las habituales interpretaciones barrocas. «La hermandad así lo quiso, y representa a Jesús hablando con su madre y con San Juan en ese momento en el que todos pasamos a ser hijos de María», explica García. La Virgen del Rosario, por su parte, está mirando al cielo. «Es una imagen muy dulce porque, con todo lo que está pasando, sabe que es la salvación de la humanidad», asevera. Mientras, San Juan, el más joven de los discípulos, representa «ese impulso de la fe de la juventud, que nos hace seguir ahí incluso en los momentos tan difíciles que hoy vivimos». «Han sido años duros pero también muy gratificantes», destaca García.
Más allá del folclore
Apenas quedan unos días para Viernes Santo, uno de los «días grandes» para la hermandad. Elena Rodríguez, como Diputada de Culto y miembro de la Junta de Gobierno, saldrá delante del paso. «Mi labor es, ante todo, preparar la liturgia de estos días», explica. Y es que, tal como apunta García, lo realmente importante, cuando una hermandad pone el paso en la calle, es «tocar el alma, aunque sea, de una sola persona de las que están viéndolo»: «Creo que la gran mayoría de las hermandades con eso se conformarían, porque muchas veces nos quedamos en el folclore, en qué bonito es, pero, en realidad, la hermandad o la cofradía en ese momento no busca otra cosa que tocar el alma de la gente. Y creo que esto es algo que se consigue a través de la emoción, pero es difícil de explicar. Creo que, al final, todas las personas buscamos algo dentro de nosotros, y muchas veces andamos perdidos y no sabemos lo que es hasta que nos lo encontramos de frente», asegura García, convencido de que, para llegar a eso, «hace falta alguien que te lo transmita». Y es que, aunque «muchas veces la fe tiene más que ver con una cuestión de tradición, las hermandades tenemos que ser capaces de ir más allá».
Una estación de penitencia ligada a San Isidro
En el convento de la Inmaculada, donde ahora mismo residen las madres del Verbo Encarnado, es donde la Hermandad Sacramental del Perdón hace la estación de penitencia el Viernes Santo. Este es, además, un lugar que tiene especial relevancia no solo para la historia de Torrelaguna, sino de todo Madrid. Y es que, al entrar en la pequeña iglesia, se pueden observar dos imágenes que representan a San Isidro Labrador y a Santa María de la Cabeza, su mujer, la cual era natural de esta localidad. Y es que, según relata la tradición, los patronos de Madrid, se casaron en Torrelaguna, donde también se encuentra la cofradía más antigua de España, dedicada a estos santos. De hecho, a unos cuatro kilómetros de allí, se alzauna ermita vinculada a Santa María de la Cabeza, hoy en ruinas, que es considerado el santuario mariano más antiguo de la Comunidad de Madrid y que, sin embargo, debido a su estado de conservación está cerca de desaparecer.
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