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El futuro de Argentina

Planeta Tierra

Ramón Tamames
Ramón Tamames Catedrático de Estructura Económica / Cátedra Jean Monnet Cristina BejaranoLa Razón

El domingo 22 de octubre se celebran en Argentina elecciones presidenciales, en las que se va a decidir el futuro de la mayor nación hispanohablante, con una población algo menor que España, y cinco veces la extensión geográfica de nuestro país.

El primer signo de que las cosas van muy mal es que los dos Fernández, el actual presidente y la vicepresidenta de la República, no se presentan a la reelección, por el fracaso rotundo una vez más del peronismo. Que tras cuatro años deja a la Nación más endeudada que nunca, con una hiperinflación del 113% anual y el cambio a más de mil pesos por dólar, con tipos de interés exorbitantes que, como el cambio, se modifican al alza cada minuto.

«De aquellos polvos, vienen estos lodos» podría decirse una vez más. Nos viene al recuerdo la época del Presidente Menem, con Cavallo de ministro de economía y su sistema dólar/peso, que acabó en la desgracia del corralito. Ahora se vuelve a la idea de dolarizar oficialmente el país, ya sin el peso como moneda paralela nacional. Y con un FMI que tiene que seguir prestando para mantener la ficción de que un día Argentina devolverá sus deudas… un sueño imposible: vendrán las demoras y las quitas.

Ahí están las candidaturas con Javier Milei, liberal a ultranza contra el peronismo, diseñando un horizonte de reformas más que problemáticas. Pero que, con todo, ha captado el interés y seguramente va a ser el nuevo presidente.

Lo que se pierde de día, se gana de noche, cuando duermen los argentinos, se dice, la naturaleza sigue trabajando. Pero ahora ni siquiera el país tan rico en recursos naturales tiene un porvenir mínimamente despejado.

«No llores por mí, Argentina», cantaba el Che Guevara en la soap opera tan célebre. Casi lo mismo puede decirse ahora también. Sólo la posible renovada fuerza del país de San Martín y de Yrigoyen puede pensar en la recuperación de la grandeza siempre soñada. Amén.