Opinión

«Tianjiniesta»

Las medallas, con los hechos consumados; pero insisto en que el destino de Andrés Iniesta, una vez concluida la Liga, será el Tianjin Quanjian. Desde el 27 de abril, fecha en que concretábamos algunos detalles del contrato entre las partes, nada ha cambiado. Después de que juegue el último partido de su vida con el Barça, en el Camp Nou contra la Real Sociedad, «Tianjiniesta» anunciará el compromiso con el Quanjian: tres temporadas con opción a una más; la venta de dos millones de botellas de vino de su bodega –la mitad con su imagen– el primer año y después posiblemente tres millones, con lo que sus ingresos por este concepto subirían de los diez millones de euros a los 15. Y queda abierta la posibilidad de que los propietarios del club entren en el accionariado de Bodegas Iniesta en 2023.

El contrato futbolístico, 32 millones netos por curso, cantidad inferior a la que le ofreció el Chongping Pangdai Lifan, que aprovechó la coyuntura para hacerse famoso, filtrando cifras que no estaba dispuesto a pagar. Pere Guardiola, el hermano de Pep, intermediaba en esta operación. Cuando el padre de Andrés exigió el borrador del contrato para estudiarlo y proceder a la firma, no recibió respuesta. Fue un globo sonda. Un bluf. La realidad, sin embargo, es que el autor del gol que convirtió a España en campeona del Mundo en Suráfrica revelará su futuro cuando termine la Liga y antes del Mundial. Se alejará así de la epidemia de rumores, fichajes y traspasos que asola estos acontecimientos donde todo lo mejor del fútbol se concentra en un mes. Se hablará de Neymar al Madrid, de Bale al Manchester United y, cómo no, de Griezmann al Barça. Bartomeu no lo niega.