Opinión

Jueces

La jueza de Vigilancia Penitenciaria de Lugo, María Jesús García Pérez, cobra por echar las cartas del tarot. Lo publica «El Progreso» de Lugo y y lo leemos todos atónitos. Lleva ejerciendo de magistrada 25 años y no quiero pensar cómo argumenta sus sentencias, ya que en sus vaticinios se permite consideraciones sobre procesos judiciales. En estos casos, el CGPJ se dedica a abrir «diligencias informativas», que es tanto como hablar de «comisiones de investigación» cuando los políticos quieren enterrar algo. En el universo de los jueces hay de todo, como en botica, con la preocupante salvedad de que los jueces pueden arruinarte la vida, la carrera e incluso la salud con sus sentencias. Por eso, como con los políticos o las fuerzas de seguridad, hay que ser más exigentes con su trabajo y sus circunstancias.

Hay jueces con graves problemas de alcohol o con bipolaridad que han seguido ejerciendo su profesión. Hubo un juez que se negaba a trabajar en sala si su madre no estaba presente, y otro que se escudaba en su raza como escudo de protección, pensando que por ser negro nadie se atrevería a toserle. Estos tres casos están documentados, y no son casos aislados. Hay jueces que prevarican sin que se les arrugue la toga ni la vergüenza, llevados por fobias y filias personales, como humanos que son. Quizá deberíamos empezar a publicar sus nombres y sus sentencias para exigir una responsabilidad que esquivan, principalmente, a la opinión pública. También deberíamos dar los nombres de aquellos jueces que realizan su trabajo de manera justa, acorde a la ley; hay muchos y seguro que son los que no se dan por aludidos por lo aquí escrito. Esa es la prueba del 9.