Opinión

La enfermería: el ruedo de los ángeles del toreo

  

Un túnel de 25 metros aproximadamente separa el emblemático y sagrado ruedo de Las Ventas de un lúgubre y frío “ruedo” en el que una cuadrilla de genios médicos lidia contra las adversidades de los toreros que caen heridos sobre el albero de la monumental venteña. Una lidia a contra reloj, de ingeniería en muchas ocasiones, que logra devolver a la vida a muchos de estos valientes que se juegan el tipo al servicio del toreo. Se habla de la enfermería de Madrid como una de las referentes, por la categoría de la plaza y también, sin duda, por quien la regenta desde hace ya varias décadas. Una eminencia de la cirugía taurina es el doctor Máximo García Padrós. Tampoco se queda atrás el doctor Carlos Val-Carreres, que desempeña su labor en la Misericordia de Zaragoza y que obró hace apenas unas semanas una de las cirugías más complicadas de la historia reciente de toreo. Sus largos historiales les avalan. Ellos han sido los protagonistas de este negro final de temporada. Pero en la mayoría de las plazas de toros son héroes anónimos los que desempeñan la labor médica en las enfermerías. Cada tarde de festejo hacen el paseíllo en la intimidad, alejados de los focos y del runrún que se genera en los tendidos y en el patio de cuadrillas. Son los ángeles que custodian, vestidos de bata blanca y no de oro, a los hombres que sí que se visten de luces. Y también, de manera indirecta, socorren a quienes en el tendido nos encontramos. Nos inyectan dosis de tranquilidad cuando la tragedia ronda por la plaza. “Está en buenas manos”, se pronuncia muy a menudo en los tendidos. “Es una satisfacción que te reconozcan tu trabajo, pero la mayor alegría es cuando nosotros (los cirujanos) vemos que los toreros vuelven al ruedo”, señala Máximo García Padrós, cirujano de Madrid.  El toro no entiende de clases ni categorías, por lo que la enfermería es una dependencia imprescindible y obligatoria en un coso taurino.

Este año 2019 ha sido realmente duro en las plazas españolas. Las intervenciones quirúrgicas han sido abundantes y de extrema gravedad muchas de ellas. La cornada a Román nos sobrecogió. Hiriente fue ver el pitón del toro bañado de sangre. Gonzalo Caballero también calló herido en la plaza de la calle Alcalá. A las manos de Padrós fue a parar la montera tras el brindis, manos en las que luego calló para ser operado. En San Isidro también terminó este espada en el hule. Javier Cortés ha perdido la visión de un ojo tras una cornada. A Manuel Escribano un toro de ‘Adolfo’  le metió 25 centímetros. De similar profundidad fue también la cornada de Arturo Saldívar y Juan Leal en Las Ventas. Rafaelillo volvió a nacer en Pamplona, tras una espeluznante cogida. Enrique Ponce calló en Fallas. También Roca Rey, Emilio de Justo, Pablo Aguado, Octavio Chacón, Pepe Moral, Toñete… completan una larga lista de heridos.

Todas las plazas de toros deben disponer de un servicio sanitario cualificado, siendo ilegal la celebración del espectáculo si no existe la presencia de este equipo a la hora fijada para el comienzo. Es “responsabilidad de la empresa organizadora” el contratarlo, recoge nuestra legislación española. Según el Real Decreto 1649/1997, por el que se regulan las instalaciones sanitarias y los servicios médico-quirúrgicos en los espectáculos taurinos, el equipo sanitario debe “estar situado lo más próximo” al ruedo, y con “acceso lo más directo e independiente” al mismo, además de situarse en un emplazamiento en el que se pueda “efectuar una evacuación rápida al exterior de la plaza”. Este precepto fue publicado en el Boletín Oficial de Estado el 12 de noviembre de 1997, y vino a establecer los “requisitos y condiciones técnicas que deben reunir los servicios e instalaciones sanitarias” de una plaza de toros. Este Real Decreto supuso un nuevo anexo en el Reglamento de Espectáculos Taurinos aprobado en el año 1996.

El personal médico aguarda discretamente refugiado en un burladero del callejón, o resguardado en una de las dependencias de la enfermería visionando el festejo a través de una pantalla de televisión, como el doctor García Padrós. “Es muy útil ver como suceden los percances, ya que nos ayuda a intuir que tipo de lesión puede llevar el torero cuando este entra en la enfermería”, comenta García Padrós. Son seis las personas mínimas con las que una enfermería debe contar durante la celebración de una tarde de toros. Un equipo jerarquizado y especializado en varias áreas sanitarias. El responsable de todas las decisiones es el jefe del equipo médico-quirúrgico, que debe ser licenciado, al menos, en Medicina con la especialidad de Cirugía General o Traumatología. Le sigue un primer ayudante, que debe estar licenciado en Medicina con una especialidad quirúrgica. Entre sus funciones se encuentra la de llevar a cabo las diferentes actuaciones médicas y quirúrgicas que se produzcan, además de actuar como jefe del servicio médico-quirúrgico cuando el titular se encuentre realizando otras intervenciones. Son varios los toreros que pueden llegan a caer heridos en una misma tarde de toros. Cabe recordar, a modo ejemplo, la aciaga tarde del 20 de mayo de 2014 en Las Ventas, la cual se tuvo que suspender a consecuencia de resultar heridos los tres matadores de toros.

El segundo ayudante del equipo debe estar licenciado en Medicina, y su función es la de ayudar en los actos que se lleven a cabo. El cuarto integrante es el anestesiólogo-reanimador. Él será el encargado de gestionar las anestesias y las reanimaciones postoperatorias. El quinto y sexto puesto de la cuadrilla médica lo deben ocupar un diplomado universitario en Enfermería o Ayudante Técnico Sanitario y un auxiliar. Este es el organigrama base que se establece en el decreto anteriormente citado. Pero, ¿cómo debe organizarse una enfermería y que dependencias y maquinaria mínima debe tener?

DEPENDENCIAS DE UNA ENFERMERÍA

Son muchas las plazas de toros que han sido construidas a lo largo de los años por todo el territorio nacional. Algunos de estos cosos fueron diseñados con todas sus dependencias, y otros han precisado de obras anexas para dotarlos de todos los servicios mínimos, como es el sanitario. Pero también hay plazas que, ya sea por la inviabilidad de una reedificación o porque son temporales o portátiles, precisan de servicios médico-quirúrgicos móviles. Al margen de esta clasificación, enfermerías fijas o portátiles, según el reglamento deben disponer de un mínimo de dos estancias independientes pero comunicadas a su vez. Una de ellas se utiliza como área de “reconocimiento, curas y observación” y la otra para “la realización de intervenciones quirúrgicas”. En el caso de las enfermerías fijas, se establece a su vez como requisitos una “sala de esterilización y lavado, una sala de recuperación y adaptación al medio y un cuarto de aseo”. Y por supuesto, todas estas zonas deben estar dotadas de servicios mínimos como una potencia suficiente de iluminación, ventilación, agua, tanto fría como caliente, y un sistema autónomo de energía eléctrica que permita hacer uso de ella en caso de producirse cortes en el suministro.

En cuanto al mobiliario y material clínico, este Real Decreto establece unos mínimos con los que poder hacer frente a una intervención. La zona reservada a quirófano debe contar con, al menos, una mesa quirúrgica, una lámpara cenital conectada al sistema autónomo de alimentación eléctrica, varias mesas auxiliares en las que se ubicará todo el instrumental necesario y el equipo de anestesia, que será independiente, un soporte para el goteo, una vitrina para el instrumental y un contenedor para el material sucio. Además, de con los aparatos sanitarios que permitan realizar una intervención de urgencia. Entre los dispositivos mínimos se encuentra una máquina de anestesia para gases, un aparato de reanimación, tipo ambú, por ejemplo, un dispositivo de registro de la actividad cardiaca, un desfibrilador, un aspirador eléctrico, un fonendoscopio, un esfigmomanómetro y un frigorífico, con el fin de mantener a baja temperatura el material que lo precise. El resto de material, instrumental y medicamentos será el jefe de servicio médico-quirúrgico el encargado y responsable de establecerlo. Materiales entre los que se encuentran las unidades de sangre y de plasma. Todo este material, al igual que, al menos, una unidad de evacuación (UVI), según la legislación anteriormente citada, debe estar disponible para ser revisado por las autoridades pertinentes desde una hora antes del inicio del festejo.

PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN

“A todo herido por asta de toro se le considera politraumatizado, ya que puede llevar una o varias cornadas, y también lesiones de otro tipo que no se aprecian a simple vista”, señala García Padrós. El primer paso que se realiza cuando un torero cae herido es desnudarlo en la sala de reconocimiento, por eso “únicamente se le permite la entrada a la enfermería al mozo de espadas, ya que este sabe como se retira un traje de luces”, señala el galeno de Madrid. Una vez que ha entrado el herido en la enfermería y se ubica en la sala de reconocimiento, el cirujano y el anestesista proceden a examinarlo con precisión. Una vez valoradas las lesiones, si el torero necesita intervención quirúrgica “y la enfermería dispone de los medios para ese tipo de intervención”, se le interviene inmediatamente, o si no, “se le deriva a un centro hospitalario”. El equipo médico que en ese momento se encuentra en la enfermería de la plaza tiene la obligación de realizarle la primera intervención, o tomar la decisión más adecuada. Una vez intervenido, “como este tipo de lesiones son consideradas accidentes de trabajo, se les deriva a sus mutuas laborales” para que ellas sigan con el control posoperatorio. Pero en una tarde de toros no solo atienden a los toreros cuando caen heridos, sino también al resto de personal o incluso al público. “A lo largo de los años me ha tocado atender a todo tipo de heridos, que presentaban desde una lipotimia a un comienzo de embarazo, pasando por infartos, accidentes vasculares, e incluso fallecidos”, relata Máximo.

UNA ESPECIALIDAD DE LA MEDICINA

La cirugía taurina es una rama de la cirugía general, con unas características concretas que la hacen única como especialidad. “Es una herida por empalamiento, y que como tiene movimiento puede provocar varias trayectorias, y que una de ellas sin explorar puede causar grandes infecciones”, señala García Padrós. Con el paso del tiempo, y aunque esta disciplina no se encuentre como una materia a impartir dentro de los planes de estudios de los grados en Medicina, esta especialidad poco a poco ha ido entrando por la puerta de las facultades a modo de cursos, foros, congresos, conferencias… Sin ir más lejos, hace pocos días el matador de toros Enrique Ponce clausuró en la facultad de Medicina de Valencia un curso de postgrado sobre “Asistencia Médico-Quirúrgica Integral a los Heridos por Asta de Toro”. “Es muy importante que la universidad explique cómo son este tipo de lesiones, que son distintas a las que se ven en la práctica hospitalaria”, señala Máximo.  Un curso que entró en la universidad pública de la mano de la Sociedad Española de Cirugía Taurina. “La cultura de los pueblos no se debe ignorar en las universidades”, matizó Ponce durante su intervención. Esta sociedad nació hace ya más de un cuarto de siglo ante la inquietud por una agrupación de todos los cirujanos de las plazas de toros por mejorar los procedimientos quirúrgicos y la atención a los toreros. Entre los objetivos de esta sociedad se encuentra el de unificar criterios, mejorar las enfermerías y sentar bases para el tratamiento médico de las heridas por asta de toro. La Sociedad Española de Cirugía Taurina ha convocado para mediados de diciembre un encuentro informativo con el objetivo de exponer varios temas. Reconocen que han “conseguido avances significativos, aunque también subsisten lagunas de diversa índole que deben enmendarse”. Sobre el futuro, Máximo García Padrós lo tiene claro, “hay que conseguir que haya afición entre los cirujanos para que se especialicen en cirugía taurina”. Por el momento, él ya tiene a su heredero, “mi hijo lleva ya más de 20 años conmigo y ya ha tomado la alternativa”, dice. Por lo tanto, y en palabras de este galeno, lo importante es hacer afición para sostener el futuro de la fiesta.