
Opinión
Más que Lepanto
La contribución de individuos a la Historia no es fácil de evaluar. En el caso de España, no precisamente agradecida, el problema se agudiza. Hay que recordarlo porque la semana pasada tuvo lugar un acontecimiento de enorme relevancia. El catedrático emérito de economía Roberto Centeno y otros dos economistas españoles, José Papi y Juan Carlos Bermejo, remitieron una carta a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. En la misma – que es la continuación de otras similares enviadas en años previos – los economistas informaban a la Comisión Europea de la realidad de las cuentas españolas. En su día, estos economistas dejaron de manifiesto, por ejemplo, que las de Montoro eran más falsas que un euro de madera. Se trataba de una realidad que la UE sabía y que provocó la creación de la AIREF, establecida para saber la verdad más allá de los números que presentaba Montoro cada año. Esa falta de fiabilidad de las cuentas españolas no sólo bajo el Gobierno de Rajoy sino bajo el de Sánchez resulta, sin duda, intolerable, pero, a la vez, abre una puerta legal para evitar un desastre nacional que duraría generaciones. Al conocer la Comisión Europea, la realidad de las cuentas, más allá de lo señalado por los sucesivos gobiernos, la deuda española no puede ser imputada en su totalidad a la nación sino que se convierte en una deuda odiosa y, por tanto, no sujeta a pago. Supongamos – no es imposible – que España entre en quiebra soberana en 2021. Será una más en la Historia de la nación que más bancarrotas ha experimentado a lo largo de su existencia, pero lo importante es que esta vez podría evitar pagar buena parte de esa deuda porque la Comisión Europea contaba con datos suficientes – los proporcionados por estos economistas - para saber que no debió permitir muchas acciones de Montoro y ahora de Montero y, sin embargo, a sabiendas, las consintió. Sería así responsable de la situación económica final de España. Si mediante esta acción, estos tres economistas logran evitar que España sea aplastada por la deuda – así debería ser legalmente – la gratitud que les deberemos todos los españoles será mayor que la que tributamos a los héroes de Lepanto. Aquella batalla naval sirvió, en realidad, para poco por la doblez de la Santa Sede y de Venecia. Esta carta, sin embargo, puede salvar a España.
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