Opinión
Nissan se va
Nissan se marcha de Cataluña y, se mire como se mire, se trata de un desastre sin paliativos. Duele decirlo, pero resultaba más que previsible. Por supuesto, no faltan los que, siguiendo el guion del nacionalismo cateto, se desgañitan gritando que «Madrit» quiere quitar la Nissan a Cataluña o que la culpa es del coronavirus. Sin embargo, los hechos, que decía Lenin, son testarudos. No hay empresa que pueda soportar el infierno impositivo catalán como sabe el hijo de Jordi Pujol domiciliado en Madrid por razones fiscales. No hay empresa que aguante los gastos de poner hasta la última línea en catalán, documentación y cartelería incluidas. No hay empresa que aguante a una alcaldesa como la Colau dogmatizando sobre el clima y el cero coches y dando coces a la economía. No hay empresa que aguante que los piquetes sindicales destrocen lo que se les antoja sin que jamás tenga lugar el más que merecido castigo judicial. No hay empresa que aguante sus camiones detenidos en las carreteras por los independentistas que resultarán impunes. No hay empresa que aguante que su CEO sea agredido por los Menas mientras pasea por Barcelona. No hay empresa que aguante no poder utilizar Uber porque los taxistas de la tierra los pueden agredir con consecuencias trágicas. No hay empresa que aguante que sus directivos acudan a urgencias en una clínica y los atiendan sólo en catalán y además rematadamente mal. No hay empresa que aguante la creciente inseguridad en las calles que va de vulgares sirleros a terroristas islámicos. No hay empresa que aguante la ansiedad de no saber qué nuevo dislate aprobará el gobierno autonómico para expoliarla más económicamente y dificultar más su deber de producción. Sin duda, a la vuelta de cien años aparecerá la necia de turno seguida de los idiotas habituales rebuznando que todo se hizo siempre a las mil maravillas y que la culpa de todo la tiene que los nipones no perdonan a España que san Francisco Javier llegara a Japón como portador del mensaje de la Contrarreforma o que Franco declarara la guerra al imperio del sol naciente para protestar por las agresiones a misioneros católicos en el Pacífico. Ni que decir tiene que no pasará de ser un disparate tragado para no reconocer responsabilidades, pero, de momento, Nissan se va y no es por la leyenda negra ni por hacer las cosas bien.
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