Pedro Sánchez

Mientras siga el chuletón...

La verdadera crisis que hay que afrontar, la de que en España tengamos un Gobierno contra el Estado, continuará mientras cambien los ministros, pero siga Pedro Sánchez

Pedro Sánchez empieza a ser un hombre previsible, porque termina haciendo todo aquello que niega que hará. Así acaba de ocurrir con la remodelación de la parte del Gobierno que depende de él, que ha llevado a cabo después de desmentirla y negarla. Ha sido, en realidad, la segunda parte de una crisis de Gobierno que empezó después de convocar Isabel Díaz Ayuso las elecciones madrileñas, que provocaron la marcha de Iglesias, y los cambios subsiguientes en el ejecutivo. Los resultados del 4 de mayo, donde los socialistas pasaron de primera a tercera fuerza política y sufrieron un serio resbalón con todo el aspecto de anunciar el comienzo de un ciclo político nuevo en España, han tenido absolutamente todo que ver con lo que sucedió ayer, aunque en realidad, respecto a lo que manifestaron una mayoría de los votantes de aquellos comicios, haya sucedido bien poco. Porque lo cierto es que la remodelación, en la que la única nota positiva es el ascenso de la moderada Nadia Calviño, se ha quedado en una crisis de mucha agua con un poco de sifón, un mero cambio de cromos y un cruento refuerzo de lealtades, demostrando que el hecho de que la primera palabra que le viene a Sánchez cuando piensa en sus ministros sea «chuletón» obedece a un lapsus linguae con muy claras connotaciones freudianas.

En la semana del debate alimenticio en el seno de la coalición, Sánchez ha puesto en marcha la máquina de picar carne, con castigos e indultos entre sus colaboradores, toda marca de la casa. Mucho ruido y pocas nueces, porque el lunes todo seguirá exactamente igual. La verdadera crisis que hay que afrontar, la de que en España tengamos un Gobierno contra el Estado, continuará mientras cambien los ministros, pero siga Pedro Sánchez. El Gobierno más populoso y populista de la democracia, el más cesionista con los secesionistas, el más empobrecedor y el más irresponsable frente a los retos del presente no modificará ni un ápice su hoja de ruta, porque la realidad tozuda de un presidente que antepone su precariedad personal a la estabilidad de la nación continuará, en tanto y en cuanto no disuelva las Cortes Generales y convoque elecciones. Esa es la única alternativa a la crisis institucional que este Gobierno de radicales coaligados, asociados con independentistas y batasunos, provoca cada día, en cada acto, en casa decisión y en cada declaración.

Pedro Sánchez comenzó su andadura presidencial con una moción de censura al Gobierno. Para perpetuarse en el cargo está provocando, prácticamente, una moción de censura al Estado. Lo que debería remodelar es su actitud frente a la Nación y, desde luego, no limitarse a meros cambios cosméticos en su superpoblado Consejo de Ministros. Así las cosas, tendrán que ser los españoles quienes decidan la auténtica remodelación de Gobierno que necesita España, para devolver la dignidad constitucional y cívica a nuestras instituciones y ofrecerle al socialismo la oportunidad de regenerarse en la oposición, que buena falta le hace. El pueblo español no se merece esta ignominiosa situación que tiene que ser superada lo antes posible.